1* “CADA CUAL
ARRASTRA SU SOMBRA”: SOBRE UNA NOVELA-BOMBA DE ESPOLETA RETARDADA
ISAAC DE VEGA
Apenas un libro de bolsillo, “Cada cual
arras-tra su sombra” es como
una bomba de espole-ta retardada. Está ahí, desde hace meses, y aún no ha hecho
explosión. Permanece en silencio, quieta, pero guardando dentro de sí una
poten-cial fuerza que inexcusablemente se ha de reve-lar.
Está
constituido por dos relatos: el que da nombre al libro y “El arranque”, ambos de una calidad notable,
indiscutible, fuera de toda po-sible adversa opinión. Su autor, Víctor Ramírez,
es un artista de la palabra. Con él adquieren un pleno sentido las modernas
formas estilísticas.
Ha
sabido apoderarse de sus cualidades su-gestivas, operando con repertorios
lexicales sin torpeza, sin peligro de caer en una cursilería que su utilización
involucraría en un estilo cer-vantino. Vemos un cuidadoso equilibrio, una
sorprendente naturalidad, un exacto y concreto uso de las nuevas posibilidades;
no se deja des-bordar y perder en ellas, sorteando el peligro de caer en juegos
y en barroquismos devaluantes.
Con
sus frases aprehende, sitúa, delimita y elimina con una gran precisión y
agudeza; y los párrafos van quedando con su propio vestido, ni de harapos ni de
etiqueta, ni de otra conven-ción, sino con la piel que naturalmente le
con-viene. Ese, en un sentido formalista, es uno de su mayores méritos; el de
no tropezar con las formas, obligándolas a doblegarse al fluir de los
contenidos, ni, tampoco, hace tropezar al lector.
No
le hace trabajosa la materialidad de la lectura, no lo aleja, pues sus líneas,
también ellas, cada cual arrastra su sombra, su propio perfil y no otro que le
sea ajeno. Facultades literarias no comunes supone el que VR, en su primer
libro, haya sabido mantener esta ecua-nimidad, arte difícil, ya que observamos
que hasta los grandes maestros actuales se dejan resbalar, en ocasiones, por
algunas fáciles pen-dientes o se ven obligados a recurrir a técnicas un tanto
artificiosas por lo elaboradas. Para VR, este moderno tipo de literatura, ya no
es una fase experimenta: ha entrado plenamente en las formas conseguidas que
interesan.
Es
preciso insistir en ello: Víctor Ramírez ha sabido adaptar y diferir las nuevas
formas na-rrativas popularizadas actualmente por los ma-estros sudamericanos.
Se ha apropiado, se ha valido de los aires de libertad para, como es-critor de
su tiempo, dar constancia de su pre-sencia como hombre sensible de sí mismo y
de los hombres de su contorno.
Este
testimonio de VR, también moderno, indeformado, lanzado más allá de la
autonom-brada literatura de testimonio,
ha superado las impuras etapas de postguerra, ya anacrónicas. La nueva
narrativa coloquial, de habla directa del autor consigo mismo y con el lector,
intere-sada en reproducir con fidelidad la fluencia del pensamiento común,
arrastra consigo, por mi-metismo, la también sincera necesidad de man-tenerse
en los niveles de la absoluta verdad, en cuanto ésta pueda ser alcanzada, en
oposición a la relativa.
Con
él, como con otros narradores actuales, se intenta la necesaria y ya
imprescindible ta-rea de llegar a una posible objetividad senti-mental, anímica
o emotiva, cuya falta se ha he-cho sentir desfavorablemente, transformando
fuerza en raquitismo, olvidados los autores de su primordial papel de creadores
y guías para transformarse en siervos.
Ello trajo el apartamiento de la gran masa de lectores de
una literatura que nada nuevo o de interés le decía. Casi quedó el libro en
cosa aje-na a la comunicación. Frío en el corazón y tru-culento en el lenguaje.
Hoy, con la nueva orien-tación, el lector está respondiendo generosa-mente.
En
“Cada cual arrastra
su sombra”, la na-rración,
supuesta lineal en el tiempo, se corta en trozos y se van intercalando unos con
otros hasta formar tres series que se suceden alter-nativamente. Estas tres
líneas van actuando las unas contra las otras, recargando el ambiente,
resaltando su carga emocional, en una técnica aprovechada con maestría.
“El arranque” despierta mayor curiosidad por su
núcleo temático, desarrollado impecable-mente. Ello está infiltrado de humor
negro, per-ceptible también en los relatos incluidos en “Aislada órbita” (antología de Rafael Franque-lo), de
reciente aparición. En éstos, posible-mente, algún lector se debata con la
composi-ción, pero en cambio se encuentran reforzados de mayor fuerza dramática
y dotados de un am-biente denso, espeso.
VR es un hombre de gran corazón, de
afectos expandidos, afecto que no es frío ni intelectual, teórico, cultural.
Para él los hombres tienen hu-manidad latente. Son cuerpos y espíritus que
tienen, dicho con aproximación, su olor a suda-do, a real humanidad no
aséptica, no completa-mente limpia.
El
perro huele a perro y tiene sus pulgas; el hombre huele a hombre y tiene las
suyas. En realidad el hombre sin olor y sin parásitos per-tenece a un tipo
desfasado de nuestra especie. Los personajes de VR no son sólo los hijos de su
observación, de su mente o de su fantasía, sino los hijos de su propio corazón.
Amor
doliente, en verdad, más que amor ale-gre: lo que tal vez sea inevitable.
Todos, en un supuesto esquema de buenos y malvados, es-tán acogidos a su gran
calor comprensivo y pro-tector: amor en el que se desea cerrar los ojos para
descansar y dormir.
La
soledad y el aislamiento, cuando es forza-do, la incomunicación, es un veneno
que ani-quila. Estos personajes desvalidos de VR, siem-pre carentes de algo,
zarandeados en un mundo lleno de fallos en donde las cosas no ocurren como
debieran o como, al menos, uno intenta y se esfuerza por conseguir.
Pasan
por sus páginas los menudos “extran-jeros” buscando integrarse en algún país
satis-factorio. O tal vez dudando la existencia de tal país que, en todo caso,
para él acaba por con-vertirse en algo de fronteras prohibidas e
in-franqueables.
A la vista del libro que estamos
comentando, surge necesariamente el tema del llamado “boom” novelístico
canario, algo controvertido últimamente. Una cosa es la aparición de un grupo
numeroso de autores, lo que siempre es posible, y otra es que este grupo
presente una obra media con la necesaria calidad.
Únicamente
podríamos reconocer esta eclo-sión si se cumpliera el último presupuesto. En
tan opinable asunto me inclino a afirmar la existencia de esta proliferación en
número y calidad. Estas narraciones de VR son superio-res, sin posibles dudas,
tanto por su forma co-mo por el desarrollo de la temática, a muchas, a
bastantes, de las que aparecen en las grandes editoriales españolas, premios
literarios inclui-dos.
22-abri-1973
En
la separata Tagoror
Literario del periódico EL DÍA
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