VÍCTOR
RAMÍREZ: EL PREMIO DE
NO SER PREMIADO
FRANCISCO
TARAJANO PÉREZ
En 1985, siendo yo jefe del
Seminario de Lengua y Literatura del Instituto “Pérez
Galdós”, con dinero donado por la Asociación de Padres, compré para la
biblioteca libros de autores canarios, tales como “Faycán” de Víctor Doreste, “Mararía” de Rafael Arozarena, “Tierra batida” de Agustín Millares, “Nos dejaron el muerto” de Víctor
Ramírez y otros más.
En Julio de 2017, revisando mis viejos papeles,
me encuentro con una dedicatoria de Víctor Ramírez fechada el 26 de octubre de
1987, que dice: “Para mi querido amigo
Francisco Tarajano, agradeciéndole su lucha docente y literaria en pro de
nuestro avasallado pueblo. ¡Viva Canarias libre! Un abrazo. Víctor Ramírez”.
“En mis clases yo recomendaba a
Víctor Ramírez como sobresaliente novelista; me interesaba que los alumnos
canarios conocieran a sus eximios escritores tan valiosos o más que los que
impone la policía de la cultura metropolitana”.
De Víctor Ramírez narrador en novelas y cuentos
se ha hablado y hablará. Ahora me refiero al periodista. El periodismo es
cátedra desde la cual se exponen ideas y doctrinas, se enseña y se convence, se
incita, se amonesta; es altavoz por medio del cual el pueblo anuncia su
contento o descontento; exige remedios a sus necesidades; expone legítimos
anhelos; es palanca poderosa que empuja, arrastra y levanta las masas; por eso
se le amordaza y priva de libertad de expresión, se le marca cauces para que en
sus páginas no aparezca sino lo que interesa y consolida al gobierno y partido de
turno.
Víctor Ramírez, educador inteligente, sabe que la prensa escrita
u oral es una escuela siempre abierta que siembra cultura y educación, inspira
ideas, dirige a la mente y voluntad, moldea el pensamiento de esa enorme masa
que es incapaz de pensar y actuar por cuenta propia, es instrumento de
aproximación humana.
Un buen día se nos apareció Víctor Ramírez como un magnífico
periodista de opinión en el Diario Las
Palmas. Con estilo claro, natural, sencillo, nervioso, certero y lleno de
viveza y belleza, Víctor nos ha regalado más de mil artículos. Muchos nos
hicimos lectores del Diario Las Palmas
por admiración a Víctor.
En su libro “Desde
el callejón sin salida” aparecen sesenta y nueve artículos en que El
Viejo Armiche y El Cobra mantienen una conversación
atrevida, sincera y limpia como lo que suele hacer Víctor con sus amigos en
cualquier rincón. Tanto El Viejo Armiche como El
Cobra son alteregos de Víctor; los dos a veces llegan a ser
hipercríticos con la realidad de sus entornos, y entonces fustigan a la
sociedad a través de las marcas que han impreso los hombres: hipocresía,
ignorancia, cobardía, ridiculez, sumisión, abuso, incuria, inmoralidad
política, social y económica, interés capitalista, boato, ramplonería,
soberbia, corrupción.
Los artículos de Víctor desagradaban y molestaban a los ladinos
políticos de turno y a los poderosos hacendados. Hace años, cuando existía Radio Popular, el amigo Rafael
Rivero me grabó treinta programas para emitirlos en el mes de agosto en
su hora de las ocho de la mañana. Un día Rafael me dijo que al Obispado habían
llegado quejas por el contenido de algunos de mis poemas. Las quejas procedían
del Clero y del Ejército. Tal como le pasaba a Víctor.
Muchos nos asustábamos con la valentía y
rebeldía de Víctor. Temíamos que lo condenaran al silencio. Y así ocurrió.
Víctor y yo compartimos ideas y conocimientos. Pensamos que con la conquista
colonial se impuso el riguroso silencio y el borrón a todo lo canario; se
impuso la cultura de la mentira apoyada por la fuerza de las armas; se borró la
cultura de libertad y se falseó toda la historia canaria.
Víctor Ramírez es quizás el escritor más fecundo y sobresaliente
de Canarias. En él es constante el grito reivindicador de la raza anonadada. Por eso no se le premia, por eso se le
pretende eclipsar. Pero Víctor sigue gritando su rebeldía contra la
producción capitalista hostil al arte y a la poesía y conquistadora del poder
abusador. Y acaso ese sea su Gran Premio: que
no se hayan atrevido a premiarlo siendo, para mí y bastantes otros, el escritor
más fecundo y sobresaliente de Canarias.
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