LA LAPIDACIÓN DE TEZANOS (TOMA 21)
JUAN CARLOS ESCUDIER
Al presidente del
CIS, José Félix Tezanos, no hay más remedio que quererle, aunque sólo sea por
los buenos ratos que pasamos muchos meses gracias a él y por los comentarios
despiadados que partidos políticos y medios le dirigen, incapaces de aceptar
una broma. Una multitud se ha vuelto a acordar este martes del sociólogo y de
buena parte de su familia tras la publicación por parte del Centro del
macrobarómetro previo a las elecciones del 10 de noviembre en el que, como era
previsible, el PSOE arrasa, una constante en sus vaticinios sea cual sea la metodología
empleada, que ha sido diversa desde que ocupa el cargo.
Como se recordará,
nada más tomar posesión, Tezanos revolucionó el sistema empleado hasta entonces
por considerar que siempre había sido erróneo y comenzó a presentar los
encuestas en bruto, sin la famosa ‘cocina’ desde la que se servían los
pronósticos de voto. Como las distancias a favor del PSOE eran siderales, se
avino en determinados momentos a recuperar las cazuelas sin que el resultado
variara en exceso y, como seguía siendo despellejado, llegó a convocar una
comisión de sabios para que plantearan nuevos enfoques. El de ayer es un sondeo
pasado por los fogones que los paladares más exquisitos no han logrado apreciar
porque los ingredientes estaban pasados de fecha.
El asunto es que mientras
otras encuestas han venido estableciendo un tendencia según la cual el PSOE
reduciría ligeramente su representación y el PP y Vox subirían como la espuma,
el CIS monta en la ola a los socialistas -que podrían llegar hasta los 150
escaños y elegir socio a diestra y siniestra- y desinfla el suflé de la
derecha, a la que en conjunto sitúa a doce puntos del bloque de la izquierda.
El matiz importante es que el trabajo de campo de sus casi 18.000 entrevistas
se realizó antes de la sentencia del procés, del conflicto desatado en las
calles catalanas y de la exhumación de Estado de la momia del Valle de los
Caídos, asuntos que, sin duda, determinarán el sentido de muchos votos. Es más,
se preguntó a la muestra sobre partidos, tal que Más Errejón, que en las fechas
del estudio, o en gran parte de ellas, ni siquiera habían decidido cómo y dónde
se presentarían.
Como se ha dicho
aquí en alguna ocasión, tan absurdo como pedir al Centro una neutralidad que
nunca ha exhibido es elevar a los altares a esa demoscopia privada sometida al
principio de que quien paga manda, y que, salvo excepciones, ha venido siendo
una escopeta de feria. El llamado consenso demoscópico suele ser una treta con
la que justificar a posteriori los errores, una manera de sugerir que si todos
los sondeos estaban equivocados no es porque se hubieran hecho mal sino porque
el electorado es muy suyo y miente más que habla.
Contando con eso,
la cuestión no es por qué el PSOE siempre sale favorecido en las encuestas de
Tezanos, ya que lo contrario sería como exigir que no amanezca por el oriente.
La pregunta es por qué se gastan 300.000 euros de dinero público en un trabajo
extemporáneo que sólo provoca risa, por muy saludable que ésta sea, y que, por
buscar algún elemento positivo, ratifica lo que sabe todo el mundo con la única
muestra de los parroquianos del bar de al lado: que la abstención será
importante porque la gente está hasta el gorro de los partidos, que hay muchos
indecisos y que Rivera se dará un costalazo de campeonato por su mala cabeza.
Es verdad que
Tezanos contribuye a sus periódicas lapidaciones amontonando piedras a sus pies
y que el contemplar mes a mes su voluntario martirio llega a inspirar muchísima
compasión. Por muy masoquista que nos haya salido, parece llegado el momento de
ahorrarle a él los hematomas y a los demás el espectáculo.
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