LAS FRONTERAS Y EL TRABAJO
PASTORA FILIGRANA
Lo que quiere el mercado es mano de obra asustada y clandestina que trabaje mucho por poco
La política de extranjería española y europea sostiene que necesitamos una “inmigración ordenada” por las necesidades del mercado. Pero lo que quiere el mercado es mano de obra asustada y clandestina que trabaje mucho por poco
Quisiera compartir tres ideas para pensar de manera crítica el régimen de fronteras y sanar tanto dolor después de lo que vimos en la valla de Melilla el pasado viernes 24 de junio.
1. La violencia en
la frontera no es una excepción. Quizás esta vez la hemos visto más de cerca, y
el horror de tantas muertes y las imágenes tan duras han llegado con fuerza a
la opinión pública. Pero la violencia y la muerte que genera el régimen de
fronteras es la norma, es su misión principal. En definitiva, podríamos decir
que hemos visto la forma “normal” de una frontera. Así funciona la Frontera Sur
en tres actos:
Acto primero. La
frontera empieza el día que cualquier persona africana decide emigrar a Europa.
La externalización de las fronteras consiste en la transmisión a terceros
países de la responsabilidad del control y gestión de los flujos migratorios.
La frontera, por tanto, comienza desde la imposibilidad burocrática de obtener
un permiso para viajar y continúa con los controles y persecución a manos de
las fuerzas de seguridad en los propios países y en los países de tránsito
cuando se inicia el viaje. La frontera europea se extiende a estos lugares
gracias al fenómeno de la externalización de fronteras. Desde el año 2006, con
la aprobación del primer Plan África, España –dentro del marco de la política
migratoria de la Unión Europea– comenzó a celebrar acuerdos de cooperación con
países africanos que posibilitarían esta externalización de las fronteras. El
Proyecto de la Europa Fortaleza basó esta necesidad de cooperación para la
“seguridad” de las fronteras en la retórica de la escasez, en el “aquí no
cabemos todos” y en la asociación de migración y peligrosidad social, con el
mantra de “la invasión”.
Así se constituyó
FRONTEX en 2004, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas. A los
territorios fronterizos con Europa, y más concretamente en la Frontera Sur con
España, se les dotaron de sofisticados equipos de vigilancia y operativos
marítimos, terrestres y aéreos, integrados por policías de distintos países y
que de manera coordinada se ocupan de patrullar las costas y aguas de los
países fronterizos y de sus vecinos del sur (Senegal, Mauritania, Marruecos,
Libia). Desde su creación, las denuncias de organizaciones defensoras de
Derechos Humanos sobre las violaciones del derecho internacional y el derecho
marítimo en cuanto al deber de socorrer a personas en peligro en alta mar han sido
continuas. El resultado ha sido abocar a las personas que migran por la
Frontera Sur a rutas cada vez más peligrosas, que han convertido al Estrecho en
los últimos quince años en una fosa común debido al altísimo número de muertes.
Todo ello, además, ha generado un lucrativo negocio para las empresas de
seguridad privadas que colaboran en esta militarización de las fronteras.
Segundo acto.
Cuando se llega a la valla de Ceuta o Melilla la externalización del control de
frontera, o sea, la externalización de la violencia, recae en las fuerzas de
seguridad marroquíes que han protagonizado el horror del día 24 de junio.
Cuando la violencia externalizada no ha resultado suficiente, son las propias
fuerzas nacionales quienes la han ejercido, como en la masacre de la playa del
Tarajal en 2014, donde fue la Guardia Civil quien disparó bolas de goma a
quienes nadaban intentando alcanzar la playa. Resultaron muertas 15 personas.
Cuando se llega a
la valla de Ceuta o Melilla, la externalización de la violencia recae en las
fuerzas de seguridad marroquíes que han protagonizado el horror del día 24
Quienes consiguen
pasar la frontera y alcanzan Ceuta o Melilla se encuentran con otro eslabón más
de la fortaleza, las conocidas como “devoluciones en caliente”, que han
supuesto una evolución restrictiva del derecho de asilo en Europa. Las
“devoluciones en caliente” consisten en la expulsión de personas migrantes y
refugiadas sin cumplir los derechos y garantías que la ley establece para todas
las personas que alcanzan el territorio español.
Tercer acto. La
frontera no acaba en la valla. Quienes consiguen llegar al estado Español e
instalarse y trabajar encuentran una frontera cotidiana en cada control
policial por perfil racial, en cada detención, en cada Centro de Internamiento
para Inmigrantes y en cada traba burocrática para obtener los permisos de
residencia y trabajo. Una frontera que continúa situando a la persona en un
estatus de ciudadanía inferior, un eterno “afuera” que impide el ejercicio
pleno de los derechos más fundamentales.
2. La frontera es
el método decisivo para convertir la fuerza de trabajo en mercancía. La
frontera como método no es solo el título de un libro de Sandro Mezzadra
esencial para entender estos asuntos, también es el principal recurso de
ordenación de la mano de obra, y el abaratamiento de los salarios que existe en
esta economía-mundo. El discurso hegemónico repite una y otra vez el mantra de
la escasez, “no hay para todos”, y “aquí no cabemos todos”. Sin embargo, esas
personas migrantes africanas que vemos en la Frontera Sur son las mismas que
trabajan en los invernaderos de Almería o en la campaña de la fruta de Lleida,
o quienes hacen las tareas más duras en Francia y Alemania cuando consiguen
llegar. Entonces, ¿en qué quedamos? ¿caben o no caben en Europa? La retórica de
la política de extranjería española y europea sostiene que necesitamos una
“inmigración ordenada” ajustada a las necesidades del mercado. Esta retórica es
falaz porque precisamente lo último que es la economía neoliberal es ordenada.
Lo que quiere verdaderamente el mercado es una mano de obra asustada,
clandestina y chantajeada por la Ley de Extranjería que se comporte de una
manera sumisa y que trabaje mucho por poco en la agricultura, en la industria
cárnica, en el trabajo doméstico y que engrosen las redes de trata laboral y
trata sexual de este país. Sale más rentable no pagar cuotas a la Seguridad
Social ni tener que cumplir los convenios colectivos. Y de paso abaratar los
salarios de la clase trabajadora autóctona, que se sabe fácilmente
intercambiable en los sectores laborales más precarios por mano de obra
migrante en situaciones de clandestinidad.
Lo que quiere
verdaderamente el mercado es una mano de obra asustada, clandestina y
chantajeada por la Ley de Extranjería
La violencia de las
fronteras y el miedo funcionan, no para regular la mano de obra en cuanto a su
número según las necesidades del mercado, si no para regular su precio en
cuanto al deseo ilimitado de acumulación de riqueza del capital. La frontera es
un dispositivo básico de la ordenación internacional del trabajo en el
capitalismo.
3. Cualquier
gobierno neoliberal seguirá sosteniendo el régimen de fronteras tenga las
siglas que tenga. Puesto que el método de la frontera es intrínseco a la
ordenación de la economía global, no es posible una gestión “amable” de la
frontera dentro de estas reglas del juego económico. Esto es importante saberlo
para no depositar en los gobiernos supuestamente progresistas expectativas que
no pueden cumplir.
El periodista
Jonathan Martínez ha realizado un montaje audiovisual donde se superpone el
discurso del presidente del Gobierno sobre la tragedia en la frontera de
Melilla el día 24 de junio con un discurso del líder de la extrema derecha
Santiago Abascal respecto a la gestión de la emigración. El resultado es que
ambos discursos son idénticos. No es una exageración, vean el vídeo. Y
verdaderamente sin cuestionar el modelo de reparto de la riqueza y el trabajo
en el mundo es difícil realizar un discurso diferente sobre el régimen de
fronteras. Por un lado la extrema derecha mantiene que no todas las personas
merecen un acceso igualitario a los bienes y los derechos y establece
jerarquías humanas a partir del género, la raza o la nacionalidad. Por su
parte, la sociedad neoliberal ejecuta una ordenación económica que de manera
efectiva niega el acceso igualitario a los bienes y los derechos existiendo
grandes brechas de desigualdad a partir de la condición de género, raza o
nacionalidad. Lo que justifica la extrema derecha ya está ocurriendo. Gobernar
sociedades neoliberales es admitir esta desigualdad de partida. La diferencia
es que la derecha y la ultraderecha justifican esta desigualdad discursivamente
y los gobiernos progresistas la conciben como un fallo corregible aplicando
determinadas políticas públicas que no conllevarían variar las reglas del juego
económico.
Una vez escuché a
uno de aquellos activistas que llegaron a tener representación institucional
tras el asalto a los cielos decir que “si para gobernar hay que subir dos
metros la valla de Melilla pues se sube”.
Y llevaba razón,
pues gobernar en esta crisis neoliberal con esta correlación de fuerzas es
gestionar la escasez, la violencia, y seguir sosteniendo el mismo injusto orden
de reparto de la riqueza y el trabajo. Desde un gobierno puedes decidir a quién
recortar más o a quién lanzar el flotador antes, pero poco más. La preocupación
de la izquierda, tanto la institucional como la de base, debería ser cómo
generar otra correlación de fuerzas que permita pensar salidas fuera de estas
reglas del juego y también imaginar otro orden internacional de la fuerza de
trabajo para poder prescindir del régimen de fronteras.
https://ctxt.es/es/20220601/Firmas/40090/Pastora-Filigrana-fronteras-Melilla-trabajo-violencia-neoliberalismo.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario