¡ARDE LA CALLE! (Y NO POR LO QUE DEBERÍA)
POR CGT
Asistimos a un nuevo pacto salarial firmado por UGT y CC.OO. con la Patronal que nos seguirá haciendo perder poder adquisitivo a los trabajadores y trabajadoras durante los próximos años y que, además, no permite recuperar absolutamente nada de lo que perdimos en los ejercicios anteriores. También hemos sido testigos de una Ley de Vivienda que no cubre, ni de lejos, las necesidades de miles de familias que ven, año tras año, cómo se hace insostenible el pago de un alquiler o de una hipoteca, con el beneplácito de los diferentes Gobiernos, la Banca y los grandes inversores del ladrillo. Un nuevo acuerdo de pensiones que abre más la brecha salarial entre clases y entre géneros. Una “reforma” laboral que no ha servido, ni por aproximación, para solucionar el gran problema del mercado laboral, la precariedad. La lentitud de la justicia, a la que se recurre con mínimas esperanzas debido a su politización. La sumisión al Sistema capitalista, el avance de la extrema derecha, la corrupción política a todos los niveles, la aplicación diaria de la ley mordaza para reprimir a aquellas personas que luchan día a día, aumentos desorbitados de los precios de los productos básicos, la factura energética por las nubes… ¡y la calle no arde! Mejor dicho, no arde por lo que debería de arder.
La calle arde
debido al impacto generado por la sobreexplotación a la que sometemos al
planeta y que se transforma en un cambio climático cada vez más notorio: nos
encontramos con nuevas olas de calor con la aproximación de las fechas
veraniegas, un calor cada vez más asfixiante que cada vez afecta más a nuestra
vida. El verano pasado fue devastador. Durante las fuertes olas de calor fueron
varias las personas que perdieron la vida mientras realizaban su trabajo bajo
el impacto directo de las elevadas temperaturas que se llegaron a alcanzar.
Algunos de estos accidentes podían haberse evitado si se hubiesen aplicado las
medidas de protección adecuadas, pero, de nuevo, patronal y Gobiernos se dedicaron
más a culparse entre ellos que a hacer cumplir las medidas necesarias para
intentar impedir esos desgraciados accidentes.
Otro de los
escenarios catastróficos que vivimos, durante el verano pasado, fueron los
numerosos incendios que afectaron a prácticamente todos los territorios del
Estado español. Muchos de ellos fueron provocados, pero todos ellos se
expandieron de forma masiva debido a los pocos efectivos existentes para su
extinción y debido, también, al prácticamente nulo trabajo preventivo que se
realiza durante todo el año para evitar tanto los incendios como la expansión
de los mismos. No llevar a cabo medidas preventivas pone directamente en
peligro tanto a la población como a las propias plantillas de bomberos en las
cuales se produjeron varias víctimas mortales durante las tareas de extinción.
Para estos nuevos
meses de calor, el Gobierno central se ha sacado de la chistera medidas en
materia de prevención que, supuestamente, tratarán de que las olas de calor no
afecten directamente a las personas que por motivos de su trabajo estén
directamente expuestas a altas temperaturas. Como todo lo que se hace deprisa y
corriendo, con un afán electoralista y sin tener una visión de la realidad
laboral que se vive día a día, dichas medidas hacen que de nuevo seamos los
trabajadores y trabajadoras quienes tenemos que pagar las consecuencias —esta
vez de las altas temperaturas— dejando a merced del empresario de turno la
forma de recuperación de las horas de trabajo que se dejen de trabajar por
alcanzar ciertas temperaturas, es decir que, tal y como ya hicieron en la
pandemia con el famoso paro industrial recuperable, se deja en manos de los
empresarios la recuperación de millones de horas de trabajo que, viendo en
primera persona cómo funciona la Inspección de Trabajo en todas y cada una de
las provincias, se recuperarán como al empresario de turno se le antoje.
Frente a esto, es
importante que el conjunto de la clase trabajadora sepa que hay leyes que le
protegen directamente de situaciones como las que se pueden vivir en ciertos
trabajos durante las horas de calor, que hay leyes que permiten que sea el
propio trabajador o trabajadora quien tome la primera medida preventiva sin que
tenga que estar pendiente de las decisiones del jefe inmediato aplicando el
sentido común que les falta a quienes sólo miran por el negocio o la
productividad. La primera obligación y el primer deber que tiene toda persona
trabajadora es conocer sus derechos y, sobre todo, tiene la obligación de
proteger su vida. Parte de la sociedad se pasa media vida leyendo libros de
autoayuda con los que busca solucionar los problemas y situaciones que se les
plantean mientras que la mejor autoayuda posible para uno mismo es defender sus
propios derechos, conocer a fondo su convenio colectivo o la ley de prevención
de riesgos laborales y hacer que se cumplan.
Miguel Fadrique
Sanz
Secretario General
de la CGT
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