LOS CRÍMENES NAZIS OLVIDADOS CONTRA LA COMUNIDAD ‘QUEER’
Durante la
dictadura, 50.000 personas fueron condenadas por su orientación sexual. El
nazismo perpetuó la criminalización, pero no hay investigaciones ni cifras. La
homosexualidad se despenalizó en 1994
CARMELA NEGRETE BERLÍN
Prisioneros
homosexuales del campo de concentración de Buchenwald. / FOTO: Museo
Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos.
Vemos cómo, por todo el mundo, la derecha no se cansa de criticar el “asterisco de género”, el lenguaje inclusivo o la ideología woke como señales de la supuesta decadencia de Occidente. Las personas queer son difamadas, atacadas, perseguidas y asesinadas a lo largo y ancho del planeta, incluido Occidente.
La izquierda que
defiende los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, personas trans e
intersexuales se convierte en blanco de hostilidades, a veces incluso por parte
de otras personas progresistas. Se les acusa de perder de vista las cuestiones
importantes para la clase trabajadora y perderse en debates que el sistema
puede asimilar, como las cuestiones de género. Aunque es cierto que urge
abordar las cuestiones fundamentales del sistema capitalista, también lo es que
quienes se consideren antifascistas deberían conocer en detalle lo que la comunidad
LGTBI+ sufre en la actualidad y ha sufrido en el pasado. Quienes argumentan de
esta manera y sin sensibilidad no solo contribuyen a la división de la
izquierda, sino que a menudo ridiculizan a estas víctimas e instrumentalizan su
sufrimiento. Asesinatos, odio, agresiones, discriminación, falta de igualdad…
Contrariamente a lo que difunden la Alternativa por Alemania o Vox, la
comunidad queer no tiene un lobby fuerte ni nunca lo ha tenido. Por eso, en la
propia Alemania ni siquiera se sabe a ciencia cierta qué hicieron los nazis con
estas víctimas.
“Si observamos las
investigaciones de las últimas décadas, en su mayoría se trata de proyectos
notoriamente infrafinanciados, presentados en su mayoría por jóvenes
investigadores como trabajos de máster o doctorado, o por ‘investigadores
aficionados’ no remunerados, de forma casi voluntaria y autoexplotadora”,
explicaba Rainer Herrn, investigador del Instituto de Historia de la Medicina y
Ética Médica de la Charité de Berlín. Hasta ahora, no hay una financiación
sólida ni una “integración de la investigación histórica queer en el ámbito
académico, como ocurre, por ejemplo, con la investigación sobre el
antisemitismo”, señaló Herrn en una audiencia del Comité de Derecho del
Parlamento alemán que tuvo lugar el 22 de mayo a solicitud del partido La
Izquierda (Die Linke). Herrn recordó la destrucción que los nazis llevaron a
cabo hace 90 años del Instituto para la Ciencia Sexual, que en aquel entonces
era “único en el mundo”. Esto, que ocurrió al mismo tiempo que la famosa quema
de libros, es un capítulo desconocido para el gran público. El instituto, según
el investigador, “debía ser eliminado porque representaba el espíritu liberal
de la República de Weimar”. En aquel momento, ya se comprendía “el pensamiento
emancipador y participativo de la diversidad sexual y de género” que el
fundador de dicho centro, Magnus Hirschfeld, había desarrollado en su teoría de
los “grados intermedios”. En esta institución, las personas homosexuales,
bisexuales, trans e intersexuales encontraron un refugio, un lugar para recibir
tratamiento y asesoramiento, “pero sobre todo, una institución que luchaba por
sus derechos sexuales”, explicó Herrn.
Durante la
dictadura 50.000 personas fueron condenadas por su orientación sexual, hasta
15.000 fueron encarceladas y la mitad de ellas fueron asesinadas
No fue hasta enero
de este mismo año cuando el Parlamento alemán recordó por primera vez a las
víctimas queer del régimen nazi. Durante la dictadura 50.000 personas fueron
condenadas por su orientación sexual, hasta 15.000 fueron encarceladas y la
mitad de ellas fueron asesinadas. Sin embargo, el fin de la guerra y el nazismo
no significó la libertad, sino la continuidad de la criminalización. El párrafo
175 del Código Penal alemán, que castigaba los “actos antinaturales” entre
hombres, no fue abolido en la República Federal hasta 1994. La República
Democrática comunista ya lo había hecho en 1968. Además, las compensaciones a
las víctimas, tanto del lado occidental como del oriental del país, fueron más
que escasas: hasta 1990 tan solo 50 personas habían recibido alguna forma de
compensación. Sin embargo, la instrumentalización de las personas queer
continúa hasta hoy, de forma que se utiliza su dolor para alimentar la
propaganda de guerra desde ambos bandos. Claudia Roth, de Los Verdes (Die
Grüne) y ministra del Gobierno federal para la Cultura y los Medios de
Comunicación, declaró con motivo del recuerdo a las víctimas queer del régimen
nazi: “Esto llega tan lejos que el líder de la Iglesia ortodoxa rusa, el
patriarca Kirill, menciona los ‘valores liberales’ y las ‘marchas gays’ como la
razón principal de la guerra de agresión de Rusia”. Si eso está mal, también lo
está lo que hace Roth, ya que utiliza el único recuerdo oficial que se ha hecho
a estas personas para su propia cruzada bélica. Sin embargo, en su propio
discurso no pudo ocultar que la mera existencia de estas personas aquí en
Alemania es algo que una parte de la sociedad sigue cuestionando: “En 2021,
solo en Berlín se registraron 456 casos de víctimas insultadas, amenazadas y
agredidas. Casi cuatro veces más que en 2010”.
En la comisión
mencionada más arriba, la directora del memorial del campo de concentración de
Ravensburg, Andrea Genest, explicó por qué es relevante abordar esta historia:
la iniciativa de Die Linke “es importante para todos aquellos que han
experimentado persecución e injusticia y que hasta ahora se les ha negado el
reconocimiento”, así como “para las familias y los familiares que siguen
profundamente marcados por la exclusión social”. Pero también “para nosotros,
para comprender mejor la influencia del nazismo en la sociedad”. Genest señala
que hay “una ausencia de investigaciones específicas”, ya que hasta ahora solo
se ha considerado “un tema secundario”. Para las mujeres homosexuales durante
el nazismo no existía un delito específico, “pero la simple evaluación como
‘degenerada’, o persona ‘que actúa de manera perjudicial para el Estado’, que
actúa en contra del ‘sentido común del pueblo sano’ o que es ‘sospechosa de
actuar en detrimento del Reich alemán’ ya conllevaba el arresto”, explicaba
Genest. Los experimentos llevados a cabo en los campos de concentración con
hombres homosexuales nunca han sido investigados por la historiografía, al
igual que las “condiciones de detención de personas trans o mujeres lesbianas
en prisiones y campos de concentración”.
Henny Engels,
presidenta de la Asociación de Lesbianas y Gays en Alemania (LSVD), recordó en
la comisión que “se pasa por alto la contribución de la sociedad civil” a la
hora de recordar estas historias. Sin las protestas y el compromiso de los
grupos de la sociedad civil, “no habría ni un monumento en el parque Tiergarten
en memoria de los homosexuales perseguidos en el nazismo, ni un recuerdo
oficial de las lesbianas encarceladas, torturadas y asesinadas en Ravensbrück”.
Como Die Linke explicaba en su solicitud de la comisión: “El Estado nazi
discriminó y persiguió a las personas queer, ya que estaban en contradicción
con la ideología nazi, que incluían las ideas de la ‘higiene racial’”.
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