SÁNCHEZ, LA ADVERSIDAD
Y LOS COMPLEJOS
ANA PARDO DE VERA
He hecho unas preguntas rápidas vía WhatsApp a algunos sociólogos, politólogos y asesores de imagen sobre la entrevista de Jordi Évole a Pedro Sánchez el domingo, acogidos en el madrileño restaurante Casa Labra ("Muy buenas croquetas", dijo el presidente), donde se fundó el PSOE en 1879. Hay unanimidad, como antes hace años la había en que Sánchez es un candidato "jodidamente difícil, porque casi siempre transmite poco o nada". ¿"Casi siempre"? El presidente del Gobierno, también cuando fue exsecretario general expulsado (sic) de la sede nacional del PSOE, "se crece ante la adversidad y ofrece su mejor versión".
Es evidente que estamos en un momento adverso para los socialistas,
para los progresistas, para las mujeres, para los colectivos LGTBI+, para los
migrantes pobres, para los vulnerables en general ... La entrada de la
ultraderecha en los gobiernos, con competencias decisivas en el futuro de
España, ya es un hecho que se cerraría con la entrada de Vox en La Moncloa,
cogobernando con el PP. Sea por esto -compromiso con el país-, sea por mantener
el Gobierno con su cuota de poder -no toda, y menos en esta España nuestra- o
sea por ambas cosas, Sánchez está decidido a dar su mejor versión donde haga
falta. De hecho, durante la entrevista con Évole, confirmó
que también esperaba ir a El programa de Ana Rosa, en Telecinco, un
medio muy crítico con el Gobierno, particularmente, con el presidente.
¿Y cuál es "la mejor versión" de Sánchez?
Aquella en la que se muestra más humano que político, como la de casi todos, y
en lugar de aburrirnos con argumentarios repetidos hasta en sueños, se
expresa como si fuera nuestro vecino o compañero de trabajo, contándonos sus
cuitas delante de un café ... si bien el hecho de no probar el agua
durante la entrevista, que sepamos, lo haga un poco marciano. El episodio del
estrés sudoroso e insomne en La Moncloa (¿a quién no le ha pasado alguna vez?),
las palabras sobre su mujer y el bulo de que es una transexual, su confesión de
que estaba cagado -con perdón- ante la situación inédita durante el estado de
alarma, su asunción de que no es perfecto ni aspira a serlo cuando Évole le
preguntó, precisamente, sobre su frialdad aparente; las conversaciones sobre
sexo que no tiene, o tiene poco, con sus hijas, porque se cortan y prefieren
hablar con su madre ... Sin duda, lo mejor de Sánchez estuvo en todo esto, una
parte muy poco cuidada durante una legislatura que tampoco lo permitió
demasiado, entre emergencias varias.
Lo peor, claro, lo de siempre, que hasta Évole mostró
un tono algo cansado cuando se lo preguntó: a ustedes los del PSOE, con
esto de Bildu, se les ve algo "achantados", acobardados frente a la
derecha, ... precisamente, cuando son el Gobierno del partido bajo cuyo
mandato se acabó ETA (y Zapatero lo dejó clarísimo en la Cope) y
que también ha sufrido el terrorismo en sus filas. Sánchez negó la mayor y,
aunque reivindicó las medidas que salieron adelante gracias al apoyo de la izquierda
abertzale y la independentista catalana ("Lo importante es el qué, no
con quién", el mantra), subrayó más lo mucho que le aleja de Bildu y
lo mucho que tiene Bildu que recorrer; por eso, el PSOE prefiere pactar
gobiernos con el PNV en Euskadi. Lo de los socialistas con este asunto
es, efectivamente, agotador: se pasan la vida renegando de Bildu en lugar
de aceptar y explicar la democracia más pura y el éxito que supone su
incorporación a la política bajo las reglas de todos y todas, después pactan con
Bildu porque son un partido de izquierdas con el que coinciden en varias líneas
políticas y posteriormente, se las ven y se las desean para intentar desmontar
su contradicción flagrante frente a los ataques irracionales e iracundos de una
derecha más falsa que un billete de 25 euros. Y vuelta a empezar, porque así
llevamos desde 2011, cuando ETA desapareció.
Esos complejos del PSOE ... y todos los silencios del
presidente del Gobierno, que los hubo y fueron más elocuentes que algunas de
sus palabras: sobre nombres concretos de periodistas, programas de televisión,
empresarios disgustados con las políticas del Ejecutivo, amigos/as que ha hecho
durante su mandato ... Pese a la desesperación del entrevistador, Sánchez no
dio nombres ni señaló ("Soy presidente del Gobierno", advirtió
viendo las declaraciones de un Zapatero venido arriba en sus zapatos de ex),
pero se le entendió perfectamente cuando dijo que en los programas
audiovisuales hay más cuota conservadora que progresista en las tertulias, por
ejemplo; que tiene una relación "cordial" con los mandamases del
Ibex, pero es estrictamente profesional, no "personal". Sánchez quiso
dejar claro que no ha llegado a La Moncloa para hacer amigos sino políticas ...
aunque tampoco pretende hacer enemigos tan poderosos como Marruecos, pese a
que debe de dar bastante vergüenza defender al autoritario vecino. Pero es
el presidente del Gobierno.
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