PABLO MOTOS (Y NO SOLO), A POR LA GRAN COALICIÓN
ANA
PARDO DE VERA
Vuelvo a recurrir -vía WhatsApp, que son las 23:18h del martes- a mis expertos de cabecera para preguntar cómo han visto al presidente del Gobierno en El Hormiguero, entrevistado por Pablo Motos y, un poquito, por dos hormigas rosas. Vuelve a haber unanimidad: "Mejor que con Jordi Évole: el mejor Sánchez es el que ve peligrar o su Gobierno o sus políticas ... o su poder", argumentan escépticos, como casi todos/as lo somos en estos momentos. Mantenemos la conclusión a la que llegamos con la entrevista en La Sexta: "Pedro Sánchez se crece ante la adversidad".
La entrevista de
Motos al candidato del PSOE a la Presidencia para las elecciones del 23 de
julio tenía un morbo añadido con respecto a las dos que ha dado el domingo 25
(Lo de Évole, en La Sexta) y el lunes 26 de junio (Hora 25, en La Ser): la
línea editorial del programa -en general la de Antena 3- es muy crítica con el
Gobierno de coalición y, particularmente, con Sánchez, así que todas
esperábamos, ante un comunicador tan experimentado como Motos, líder
indiscutible de audiencia, que Sánchez pasara, al menos, algún apuro.
No hubo, no
obstante, ni incomodidad por su parte y si la hubo, la disimuló muy bien:
contestó a todo con aparente franquenza, asumió errores del Gobierno en primera
persona y barrió con su primera respuesta sobre al reproche de por qué hacía
siete años que no había vuelto a El Hormiguero: el presidente estaba esperando
al programa número 1.879 de Pablo Motos, el de este martes, que es el año en
que se fundó el PSOE. Todavía sigo preguntando en Moncloa si esa ocurrencia tan
rebuscada fue del propio Sánchez o de alguien de su equipo, porque abrir así
una entrevista es un gol en el primer minuto.
Sin embargo, creo
que hay trampa en la buena entrevista que Motos hizo a Sánchez, en los muchos
aplausos destinados al presidente y dirigidos desde plató y, en general, en el
ambiente de naturalidad y cordialidad reinante en la escena, que incluyó
intervenciones de dos colaboradores de El Hormiguero admitiendo que lo habían
votado en las pasadas elecciones generales. Pedro Sánchez llegó al plató muy
sonriente, vestido de sport y saludando con el brazo en cuya muñeca lucía una
pulsera con la bandera LGTBI; inmediatamente, el Motos omnipresente del
gimnasio le preguntó si hacia deporte porque se le veía muy en forma. Y tan en
forma: el presidente del Gobierno se lo pasó en grande.
Yo, sin embargo,
que creo mucho en las meigas y en los poderes económicos -en estos, a la fuerza
ahorcan-, llevo varios días escuchando por aquí y por allá, también en El
Hormiguero, antes en el Congreso, en reuniones con políticos/as que se
multiplican en (pre)campaña o en programas de televisión, que la mejor opción
tras el 23-J es que el PSOE se abstenga si gana el PP para permitir a Alberto
Núñez Feijóo gobernar sin Vox. Un chollo para el gallego, que ni contempla
hacerlo en la Extremadura donde ganó Guillermo Fernández Vara, y cuyo problema
no es ya que haya pactado con el Vox más vergonzante en Balears, País Valencià
o Aragón y haya dado la orden de hacerlo a María Guardiola sin más dilación. El
problema de Feijóo es que ya ha mostrado al mundo que sus escrúpulos contra la
ultraderecha llegan, exactamente, al inodoro, donde con tirar de la cadena y
cerrar la tapa basta.
Es decir, sabiendo
que a Feijóo esto de la misoginia, la xenofobia, el racismo, la homofobia, el
negacionismo climático o la teoría del reemplazo le importan un higo y no tiene
reparo en meter al fascismo en las instituciones, los poderes fácticos
pretenden que el PSOE se abstenga ante un PP que, según todos los sondeos,
tendrá mayoría, aunque necesitará a la extrema derecha para gobernar. Olvidan
que, desde el momento en que Feijóo acepta a Vox como un partido más, el PP
pasa a ser parte de ese engranaje destructor de democracias.
Al fin y al cabo,
Vox siempre estuvo en el PP y el PP solo pretende recuperar a sus votantes,
pero para el negocio conservador, la ultraderecha bruta y explícita de Santiago
Abascal no vende, resta más que suma y espanta clientes, no digamos, en la
semana del Orgullo LGTBI+. Tengo la intuición de que las presiones para que los
socialistas se abstengan si gana Feijóo el 23-J y ellos no pueden gobernar solo
acaban de empezar y se incrementarán estos días desde la derecha, sus medios y
hasta sus dirigentes políticos, sobre todo, cuando acaben de conformar los
gobiernos autonómicos y municipales de la (ultra)derecha que ha traído el 28-M.
Y es que tiene su aquel que Feijóo, el Moderado, acabe pasando a la historia
como el presidente que recuperó al fascismo para las instituciones españolas.
Una joya.
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