SALVAR AL SANCHISMO
ANTÓN LOSADA
Definitivamente “Derogar el sanchismo 2, Endgame” será el título de la película de la campaña del 23J. No es la economía, estúpido; es el sanchismo. No viene la extrema derecha, llega el extremo centro. Han fracasado todos los intentos de cambiar el argumento porque “derogar el sanchismo” como tesis, únicamente tiene una antítesis capaz de provocar la síntesis que supere el dilema: salvar al sanchismo. Pero la izquierda ni se lo ha planteado. No le gustan esas simplezas y prefiere dispersarse a defenderlas. De ahí que Pedro Sánchez haya optado por enmendarse a sí mismo de talk-show en talk-show y Yolanda Díaz haya escogido hacer como si no le conociera de nada, casi a una respuesta de acabar refiriéndose a “ese presidente del que usted me habla”. La derecha sabe a qué va a las urnas el 23J. La izquierda no lo tiene claro. Esa es la gran diferencia y la mayor ventaja de Feijóo.
Esta segunda parte
llega tras “Derogar el Sanchismo 1, Infinity War”, estrenada con gran éxito de
crítica y público durante la campaña de las municipales y autonómicas. El guion
y la dirección vuelven a recaer en el Partido Popular, el protagonista absoluto
es Núñez Feijóo, el derogador; todos los demás también se creen protagonistas,
pero no lo son; esas es la otra gran diferencia y la otra mayor ventaja.
Pedro Sánchez aún
se ve como el héroe principal, no como el villano a batir entre aplausos
entusiastas de la platea. Se ha instalado en la ilusión de que marca la agenda
yendo al Intermedio y hablándole en confianza a Évole, igual que cree que se
sitúa en la centralidad del feminismo yendo a confesarle a Carlos Alsina que
tiene amigos de su edad que lo están pasando fatal y han tenido pesadillas con
Irene Montero; lo mismo que se desvelaba él imaginando el infierno de gobernar
con Podemos.
Yolanda Díaz
también aspira a un papel principal en esta secuela. Busca abrir una tercera
vía en este duelo de machos cabríos. Encarna a la heroína dispuesta a salvar al
mundo y a la izquierda a base de fotazas y sonrisas en su cuenta de Instagram.
Pero ni la valoración de las políticas ni la valoración del candidato
garantizan nada. La gente vota mirando hacia delante, no hacia atrás. Ya te votaron
hace cuatro años para que hicieras esas políticas y seguramente algunas más que
nos has hecho. Ser el más valorado no significa ser el más votado. Nunca se me
olvidará la cara de melancolía de Adolfo Suarez, entonces líder del CDS, cuando
vino a darnos una conferencia en la USC en los ochenta y nos confesó: “A mí la
gente me quiere, pero no me vota”. Se parece mucho a la cara que se les está
quedando a los socios del gobierno de coalición.
El caso de Santiago
Abascal y Vox es especial. Se nota que aún no está cerrado el montaje de la
versión definitiva. Abascal se ha reservado el papel del secuaz indisciplinado
pero imprescindible para el campeón antisachista y reclama su cuota de
pantalla. Feijóo y los guionistas del PP no saben qué hacer con su personaje.
El cuerpo les pide ponerse a gobernar y pactar con ellos en un par de horas a
lo valenciano; encargarles el negociado de quitar las banderitas arcoíris de
los balcones y que acudan ellos al coñazo de las reuniones de las asociaciones
de padres a escandalizarse ante una teta o un pene. Pero el dichoso relato les
obliga a mantener la compostura y a hacer como que se acaban de enterar que
andan pactando gobiernos y cargos con un partido que ha convertido en una de
sus banderas la lucha contra la lucha contra la violencia machista.
Unos dicen que todo
este reguetón derechón responde a un plan maquiavélico de Feijóo y sus
estrategas. La idea consistiría en aprovechar la atrabiliaria necesidad de
protagonismo de la ultraderecha para espantar a los votantes y concentrar el
voto útil en el PP por parte de los haters del sanchismo. Otros dicen que el
ruido ha cambiado de lado y la coalición PP-Vox promete batir de largo los
niveles de lío y follón de la coalición PSOE-UP. Otros que Feijóo está
evidenciado que no tiene principios, no manda en su partido y así no puede
aspirar en serio a gobernar España. Cómo si hicieran falta principios para
derogar el sanchismo, pensarán todos sus votantes y unos cuantos –no pocos– en
la izquierda y, aunque no lo parezca, ésa es la madre de todas las batallas.
Definitivamente
“Derogar el sanchismo 2, Endgame” será el título de la película de la campaña
del 23J. No es la economía, estúpido; es el sanchismo. No viene la extrema
derecha, llega el extremo centro. Han fracasado todos los intentos de cambiar
el argumento porque “derogar el sanchismo” como tesis, únicamente...
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