¿ALGUIEN PENSÓ EN LA VÍCTIMA DE DANI ALVES?
ANA BERNAL TRIVIÑO
Periodista
'El programa de Ana Rosa' entrevista a Dani Alves en la cárcel. |
Telecinco
Ayer estaba en directo en TVE
cuando me avisaron de que en La Vanguardia había una entrevista a Dani Alves,
emitida en Telecinco en el programa de Ana Rosa. Por fortuna, TVE tiene una
línea editorial y un protocolo que piensa en las víctimas. Antes de seguir,
recuerdo tres cosas:
- Una víctima es considerada como
tal desde el momento de la denuncia.
- Sí, el acusado es presunto y si es culpable lo dirá un juez.
- Art. 34 del Estatuto de la
víctima: "(...) la autorregulación de los medios de comunicación social de
titularidad pública y privada en orden a preservar la intimidad, la imagen, la
dignidad y los demás derechos de las víctimas".
Por eso, los medios no deben dar
voz a maltratadores (lo vimos con Carlos Navarro) ni a acusados, pues todo lo
que digan vulnera la intimidad de la víctima, su imagen, su dignidad y sus
derechos. Que hablamos siempre de la presunción de inocencia del acusado pero
muy poco de los derechos de las víctimas atacados por unos acusados o
condenados que aprovechan los medios para hacer negacionismo (lo vimos con el
Yoyas) o declaraciones que alimentan la cultura de la violación.
En cuanto me enteré en directo de
la entrevista, me acordé de ella, de cómo estaría esa víctima. Siendo
consciente de las dificultades de su proceso de recuperación. Pero, ¿alguien
responsable pensó, antes de publicar, en el asco, en la náusea, en la ansiedad
y en la angustia que tuvo que vivir la víctima cuando supo de esa entrevista?
Me acordé de la primera vez que
pisé un centro de recuperación de violencia sexual. Se me clavaron sus miradas,
sus nudos en la garganta, los flashback, las lágrimas en los ojos. Aquel día
llegué a casa con el cuerpo cortado y mucha indignación. Porque nadie es
consciente, ni por la mínima, del doloroso proceso de recuperación que hacen
las víctimas. De cómo cualquier mínimo obstáculo, declaración o imagen pueden hacerles
dar pasos atrás y hundirlas. Y si eso pasa en los casos que no conocemos,
imaginen en los mediáticos.
¿Aprendió la prensa del caso de
La Manada? Nada. La estrategia hoy es
idéntica. Reventar emocionalmente a la víctima. Entiendo que cuando la prueba
de ADN no da lugar a dudas y otras no van a favor del acusado, debe haber
nervios. Y cuando saben que el juicio real será complicado, van a por el juicio
mediático. ¿Por qué? Porque ahí tienen un coladero espectacular. Y ahora, más a
su favor. Justo en esa ciudadanía donde crece la negación de la violencia hacia
las mujeres y que recibe con los brazos abiertos esos mitos que alimentan la
idea de "qué mala es la víctima". Y aún más entre los jóvenes, y aún
más entre ídolos de fútbol.
La estrategia es la misma que con
La Manada, insisto: hablar de las imágenes del vídeo, de su comportamiento y
poner en duda la credibilidad de la víctima. Desacreditarla a ojos de todo el
mundo. Porque no hay mejor ataque que ir al corazón de lo que más puede doler a
una víctima en proceso de ser superviviente: que no la crean públicamente.
Sembrar la duda. Más nerviosa y temblorosa para ir a juicio. Preparando el
terreno.
Quienes han padecido violencia
machista en su piel deberían tener empatía de lo que puede significar ya no en
privado, sino que públicamente nieguen tu testimonio. A sabiendas de que tú,
por tu situación, no podrás dar la cara ni tener el mismo altavoz que él. La
revictimización en estado puro.
Alves aprovechó y de las palabras
que rondan en titulares y en redes sociales están todas esas semillas de los
que se alimenta la cultura de la violación: el qué hizo ella. La imagen de él
como el mártir que llora y que aún así perdona a una víctima (casi hay que
darle las gracias). Y esa idea de que lo que él cuenta coincide más que lo que
dice la víctima.
Eso es. Ir al centro de su
credibilidad para arrastrarla por los suelos. Basta saber un poco de violencia
sexual y del proceso que sufren las agredidas para entender cada una de las
reacciones de ella ante Dani Alves y las posteriores. Porque lo de la
disociación en el proceso para superar el trauma se ve que se recuerda poco.
Habrá quienes digan, "claro,
porque la entrevista no la has tenido tú, pero cualquiera la daría". Y a
esas personas solo decirles que hay algo que se llama ética, honestidad y
compromiso con las víctimas. Y los maltratadores que me han pedido voz, no se
las he dado. Y a muchas víctimas dispuestas a hablar he dicho también no para no
exponerlas ante muchos riesgos que he valorado. El tiempo me ha dado la razón.
Porque antes de pensar en una, hay que pensar en ellas.
Y habrá quien diga, porque me lo
conozco ya todo, "pues bien que no criticaste a Carrasco en su documental
porque ella bien que habló". Y habrá que recordar que la Rocío, como
víctima que denunció, habló después de que la otra parte hablara años, cuando
ya había agotado un recorrido judicial para denunciar su situación, y con una
sentencia a su favor respecto a su hija. Las diferencias están clarísimas, ante
una víctima de Alves en pleno proceso de recuperación, en pleno proceso
judicial y que quiere mantener toda su intimidad y derechos. Y recuerdo que el
programa de Rocío provocó el aumento de llamadas al 016 porque hizo mucha
pedagogía. No creo que esta entrevista tengo el mismo efecto, salvo aplausos
del lado contrario.
Qué sorpresa que salga esta
entrevista meses antes del juicio. Qué sorpresa que salga esta entrevista en
plena precampaña electoral. Y qué sorpresa que los medios que han alertado de
que había violadores en la calle por la ley del sí es sí, no tengan reparo en
entrevistar a un acusado por agresión sexual. Por cierto, que se lean el
artículo 10b de esa ley, sobre la formación para informar de violencias sexuales.
Desde luego, lo que no es sorpresa es el machismo de las palabras, la cultura
de la violación, y los medios donde todo vale menos pensar en las víctimas.
Esperemos que, al menos, lo haga la justicia.
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