EL FABULOSO VERANO AZUL DEL PP
DAVID
TORRES
Borja Sémper presenta la campaña Verano Azul
Hace tres años Borja Sémper anunció su retirada de la política activa porque, según él, no soportaba el ambiente de crispación, el enfrentamiento gratuito, las broncas continuas y la falta de respeto. Muchos, algunos incluso entre sus adversarios políticos, lamentaron que Sémper tirase la toalla y se dedicase al sector privado, ya que lo consideraban uno de los activos más inteligentes y capaces del PP. Parecía muy difícil que un tipo tan espabilado prosperase en el operativo de Pablo Casado, no digamos ya en el de Feijóo, donde las chanzas y las majaderías se suceden en cascada. Sin embargo, poco después de su regreso en enero de este mismo año, le oímos decir que había que derogar el sanchismo para que "la mentira vuelva a operar en política" y comprobamos que se había adaptado perfectamente a la tontería general.
Otra cosa no, pero
en el PP conocen a su público, y para demostrar que no se trataba de un tiro al
aire, sino de una maniobra perfectamente ensayada, Borja Sémper acaba de
presentar la campaña a las elecciones generales en una playa de Madrid. La
audacia de rodar un anuncio marítimo a 500 kilómetros del mar, con un modelo
portavoz al que sólo le faltaba disfrazarse de David Hasselhoff, da una idea
del sentido de la realidad que tienen en Génova, y más aun del sentido de la realidad
que tienen sus votantes, impertérritos a la hora de tragarse cualquier mierda,
cualquier gato por liebre y cualquier falsedad. No han hecho el esfuerzo ni de
buscar una piscina, ni siquiera de contratar una gaviota de verdad.
Con casi 8.000
kilómetros de costa española parece un chiste tunear una playa en un
polideportivo madrileño a base de sombrillas, un decorado de plástico azul y
arena de obra, pero tampoco hay que descartar un mensaje subliminal. Por un
lado está el programa electoral de Vox en las recientes elecciones autonómicas
(ese rollo de papel higiénico que prometía una playa en la capital y líneas de
metro en Teruel); y por el otro lado, la todopoderosa presencia de Isabel Díaz
Ayuso, capaz de imantar hacia su persona no sólo la libertad quintaesenciada en
bocatas de calamares sino también las arrugas de los mapas, las curvas de
nivel, las sombrillas de la playa y las olas del mar. Nadie puede decir luego
que no estaba avisado, cuando hasta el anuncio de la campaña electoral es más
falso que el currículum de Froilán.
La guinda de esta
campaña paranormal es el lema "Verano azul", que remite a la
nostalgia de una teleserie donde un pobre pescador jubilado resistía el acoso
de los especuladores y los concejales corruptos gracias al apoyo de unos
chavales que ya no podrán marchar en bicicleta porque los acuerdos entre PP y
Vox también han supuesto la supresión del carril-bici. Pensándolo bien, tenía
mucho riesgo ir a rodar el anuncio a Finisterre, a Laredo, a Valencia o a
Motril, porque en cualquier momento podía salir de fondo una patera llena de
migrantes a punto de morir, o un volquete de putas en submarino o una
narcolancha cargada de coca hasta los topes. Del barco de Chanquete no les
moverán. Que para más coña se llamaba "La Dorada", un guiño con
décadas de adelanto a Marcial Dorado, el amigo cuántico de Feijóo.
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