¡A LA MIERDA LA PUREZA! ¡A LA MIERDA LA ILUSIÓN!
MARINA ECHEBARRÍA SÁENZ
Cuando nos quedan nueve días para que la izquierda presente sus listas y 42 días de campaña para conocer si los bárbaros van a decidir el futuro de este país y de nuestras vidas, asisto atónita a un ejercicio comunitario de demostraciones de pureza, de declaraciones de despecho y de ejercicios de masturbación intelectual dignos de la mejor opereta parisina. Puedo entender las quejas o incluso el histrionismo de quienes claman victoria o anuncian derrotas amargas. Antes de que todos estos ejercicios de la mejor negociación indiscreta terminen, y antes de dejarme la piel que pueda por sostener los logros de estos años de lucha, quisiera mandar a la mierda, con toda afabilidad, todo el argumentario.
Comencemos por lo
más difícil y lo que más ruido hace. Las listas por Madrid. Y comencemos por
decir que este país sería mucho más fácil si no fuera por Madrid. Y por la
cuestión de si Irene sí o no. Y por eso de los vetos o no. Antes de
desahogarme, quisiera decir que personalmente agradecería que Irene estuviera en
las listas. Porque es mi ministra. Porque le estoy agradecida (y no soy la
única). Porque ha sufrido un acoso brutal y no me gustan los matones. Y porque
creo que, aparte de sumar siglas, es conveniente sumar emociones y
sentimientos.
Hemos agotado el tiempo
jugando todos al desgaste del contrario y ahora ya tocaba olvidarse de
primarias y demás florituras
Pero dicho esto,
nos podríamos haber ahorrado lo que está sucediendo. Como si no supiéramos
todos que los fines de legislatura siempre son convulsos. Que los tiempos
podían acortarse y que nos podíamos encontrar en esta carrera a contrapié. Con
tiempo, con una negociación que no hubiera agotado los límites, podríamos haber
hecho un censo conjunto, unas primarias abiertas, un comité electoral conjunto y
una solución elegante e ilusionadora. Pero hemos agotado el tiempo jugando
todos al desgaste del contrario y al quita a este que no me gusta, que contigo
sí pero con este no. Y ahora ya tocaba olvidarse de primarias y demás
florituras, y tenemos negociación entre partidos a quince bandas. Jugar la
carta de dentro o fuera. Del juntos o muertos. ¡Una pesadilla! Y he aquí que la
hemos solucionado.
Pero en estas ya no
es una negociación de personas, sino de posiciones de partidos, de tu partido,
sea el que sea. Y no es una negociación de turnos, sino de órdenes según cómo
se perciben los pesos relativos. Y una vez resuelves el orden, que cada cual
ponga al suyo. Y claro, en la lista, pongamos de Madrid, no se trata de poner
19 nombres o los que sean, sino de los cinco o seis que crees que pueden salir.
Mucho arroz para tan poco pollo. Y si te toca el segundo o tercer puesto, o el
que sea, y ahí pones a tu líder, al siguiente de tu cuerda le toca fuera de
puestos de salida. ¿Es eso un veto? ¿O la descarnada y cruel lógica de la
negociación entre partidos que no se profesan un amor especial?
Esto además genera
preguntas incómodas, como por qué si consideras que una persona es esencial no
le reservas un puesto en otro sitio que no sea el maldito Madrid (el PSOE lo
hace constantemente) y le pides a tu barón regional un paso atrás. A tiempo
están todos.
El caso es que
ahora estamos en que si esto nos parece bien o mal. En que qué desilusión. En
que si esto es un escándalo. ¡No se aman! Que si yo me abstengo. Que si lo
logrado ilusiona o no. Que si lo vamos a perder todo. Que si la
responsabilidad…
Permitidme decirlo:
¡a la mierda!
A la mierda la
pureza que no te permite contribuir al bien común si no es bajo tus
condiciones. Esto va de conservar lo ganado y de seguir avanzando para que la
gente viva con dignidad. Para algunas, quizás, es sencillamente la oportunidad
de poder vivir.
A la mierda las
críticas al compañero/rival que necesitas. Porque le necesitas. Una cosa que se
aprende cuando perteneces al activismo ultraminoritario es que el rival con el
que compites no es el enemigo. Más aún, que cuando la cosa viene mal dada es el
único al que tienes a tu lado.
A la mierda si
estás ilusionado o no. Mejor si eres capaz de ilusionarte, pero si no, esto es
como la necesidad de levantarse el lunes para currar. Es algo que se debe
hacer. Si tienes una mínima conciencia política, si tienes necesidad de un
Estado social, si tus derechos dependen de que no gobierne Vox, si tus
servicios son públicos porque no eres rico como para prescindir de lo público,
si crees que es necesario hacer algo con nuestra ecología, si crees que el
sistema económico, energético, social y político están en crisis y hay que
atreverse a pensar un futuro mejor, entonces, a la mierda si tienes ilusión o
no, pero movilízate y vota.
Ojalá estas cosas
se resolvieran con una justicia prístina, pero es que esto es ¡política! Así
que, más allá de cualquier crítica, (¡a la mierda esta crítica!), pelearé estos
42 días como, cuando y donde pueda para que la izquierda transformadora obtenga
el mejor resultado posible. Para que Yolanda Díaz tenga una oportunidad de
gobernar y para que todos veamos una década de progreso y no de involución. Por
conciencia, por el trabajo sufrido y logrado y por esperanza. Conozco a
demasiados activistas de Hungría, Polonia, Estados Unidos, Italia y demás
paraísos de la derecha acomodada con la ultraderecha, como para que todos estos
cánticos de plañidera me hagan olvidar a quienes tengo enfrente y cómo me juego
mi vida y la de todos nosotros.
Mira tú, yo iré con
entusiasmo a esta batalla. Y con determinación
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Marina Echebarría
Sáenz forma parte del Consejo Editorial de CTXT y es coordinadora del grupo de
trabajo de Derechos y Libertades LGTBIQ dentro de la plataforma Sumar de
Yolanda Díaz.
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