MORAD, DE TRAPERO A CORISTA DE RABAT
DAVID BOLLERO
Morad ha
decepcionado con su apoyo al dictador
marroquí.
- Instagram @el_moraddd
Desde que se vio al rey de Marruecos Mohamed VI borracho por las calles de París, anda el lobby marroquí algo revuelto. Ver al sátrapa objeto de burlas, convertido en el hazmerreír de las redes sociales, ha sido peor que la resaca que debió de tener el dictador alauita. A ello se suman, además, las declaraciones del alto representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, que vuelve a rechazar el giro dado por el Gobierno español en la cuestión del Sáhara Occidental. Así las cosas querían dar un golpe de efecto y han utilizado al trapero Morad para ello, que ha defendido la invasión ilegal.
El Sáhara
Occidental ni es marroquí ni existe mayor respaldo histórico para afirmar tal
cosa que los sueños expansionistas de Hassan II, padre de Mohamed VI. Así pues,
defender un Sáhara Occidental marroquí y alabar al monarca alauita es
posicionarse del lado de la ilegalidad internacional, como han hecho Pedro
Sánchez y el PSOE. Morad ha traicionado los propios valores de los que presume
para enriquecerse con su música. El mensaje antiodio del que se jacta es
incompatible con lo que defendió en el vídeo difundido en redes sociales o lo
declarado en entrevistas pasadas.
Las opciones no son
muchas: o bien Morad hace gala de su profundo desconocimiento sobre el Sáhara
Occidental y cómo el rey al que elogia mercantiliza con vidas humanas,
incluidos menores, utilizando la migración como arma arrojadiza, o bien es tan
ruin y mezquino como el sátrapa que ansía borrar del mapa al pueblo saharaui.
Transversalmente a ambas, no se pueden obviar las presiones que desde Rabat a
buen seguro ha recibido, instrumentalizándolo del mismo modo que a las personas
migrantes que huyen de la miseria intentando cruzar la frontera sur.
El problema de
Morad es que es complicado distinguir al artista de la persona, porque el
mensaje contra la discriminación que transmite en sus canciones se da de bruces
con lo que defiende después. Argumentos como los empleados para defender el
arte de Plácido Domingo tras las denuncias de abusos sexuales o el de Vargas
Llosa tras su gusto por manipular la democracia no aplican con el trapero. Salvando
las distancias, sería como si Paco Ibáñez hubiera elogiado a Franco. Morad ha
pasado de ser trapero de referencia a mero corista de Rabat.
Morad no va a
rectificar, tiene al Majzén en el cogote y haría falta tener una integridad y
honestidad que no parece poseer. Si algún día las tuvo, la billetera llena se
ha encargado de ventilárselas. Él es capaz de vivir con ello y nosotros de
vivir sin él, nos sobran mercenarios.
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