CARNAVAL TROGLODITA
AGUSTÍN GAJATE BARAHONA
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero yo creo que, si no la he perdido del todo, la debo haber extraviado en algún barranco de difícil acceso, por donde pasa muy poca gente, mientras hacía senderismo por rutas alternativas en tiempos no muy lejanos. Hace unos años criticaba el poco rigor histórico de las vestimentas en la ampulosamente mal llamada ¿ceremonia? de los guanches que se celebra en Candelaria la víspera del día 15 de agosto.
Hemos sobrevivido una pandemia que paralizó durante los últimos dos años la mayoría de las celebraciones públicas y pensé que durante ese período, iluso de mí, los organizadores y responsables de este lamentable espectáculo, el Colectivo Guanches de Candelaria y el Ayuntamiento de la Villa Mariana, habían tenido tiempo de leer la historia prehispánica de Tenerife y los textos de los cronistas sobre cómo vestían los binchenian (nombre que se daban a sí mismos los guanches de Tenerife) no ya en la época en la que casual o milagrosamente 'apareció' (nadie la trajo como un icono para una posterior evangelización, que de eso no se habla) la imagen de la Virgen en el litoral oriental de la isla, sino cuando se inició la conquista por parte de la Corona de Castilla.
Además
pensé, en mi inconsciencia, que después de haber leído esos documentos se
habían reunido y habían acordado cambiar su vestuario por uno más acorde con la
realidad histórica y dentro del decoro que se pide en la actualidad para estas
cuestiones, aunque no para otras, ya que los guanches eran bastante naturistas
debido a la agradable climatología insular. En el mejor de los casos, llegué a
pensar también que no necesitaban ni siquiera leer nada, sino que bastaba con
que se fijaran en las nueve magníficas esculturas del artista José Abad que se
alzan en el límite que separa la playa de la Plaza de la Patrona de Canarias y
que trataran de imitar sus indumentarias. Incluso imaginé la posibilidad de que
alguna autoridad con conocimientos en la materia impusiera unos mínimos
criterios estéticos de respeto a la tradición como los que se exigen para
entrar en un baile de magos.
Pero se ve
que las personas que se han venido 'disfrazando' de guanches para la ocasión
debieron de estar muy ocupadas durante la pandemia y no les dio tiempo a
confeccionar un nuevo vestuario de mayor rigor histórico, aunque también hay
que decir, en honor a la verdad, que pude ver en la retransmisión televisiva
alguna indumentaria que, por lo menos, no aparentaba estar formada por pieles
lanudas blancas de ovejas o carneros, o imitaciones de éstas, un tipo de ganado
que no existía en las islas antes de la colonización europea, ya que las ovejas
de los guanches eras las de la raza que se conoce como pelibuey: de pelo corto
y de color mayoritariamente marrón. Sé que es complicado conseguir este tipo de
piel, pero hasta una de vaca podía dar el pego, y siempre se pueden conseguir
pieles de cabras autóctonas, que tienen una mayor gama de colores, lo que daría
más vistosidad a la escenificación.
Aunque los
guanches puede que no las vistieran con sus colores naturales, sino que las
tiñeran (la orchilla y la sangre de drago eran muy valoradas como tintes en la
industria textil europea del siglo XV) y gamuzaran, además de coserlas con
mucha perfección y cuidado con tripas de su ganado. Esas mismas pieles serían
las que les acompañarían a la otra vida y las que envolverían su cuerpo una vez
terminara el proceso de mirlado de aquellos cadáveres que por su rango social
merecieran ser momificados y trasladados a una cueva sepulcral con sus
ancestros. Me pregunto si alguno de los participantes en la 'ceremonia' ha
visitado alguna vez el Museo de la Naturaleza y Arqueología de Tenerife y se ha
interesado por ver lo bien que se conservan esas pieles y cómo son.
Como uno
trata de ser didáctico, voy a hacerles una recomendación para la próxima
edición de la que esperamos sea de verdad una ceremonia que represente a los
guanches. Desde el móvil o desde el ordenador, escriban en su navegador de
internet las siguientes dos palabras: “Indumentaria guanche” y activen la
búsqueda.
En menos de
un segundo, si tienen buena cobertura o acceso wifi, surgen al menos nueve
opciones para informarse y el primer enlace que aparece es con la Gran
Enciclopedia Virtual de las Islas Canarias (GEVIC), que dirige y coordina Pedro
Hernández Guanir, y en el que se puede leer lo siguiente respecto a la
vestimenta de los guanches: “El traje más importante es el tamarco, que
presenta dos tipos: uno corto, que cruza el brazo izquierdo y en diagonal cubre
la mitad de la espalda y el pecho, y otro largo, que se ata en el cuello y cae
casi hasta los tobillos. Este es el que usaban los pastores en la montaña para
la defensa del frío. Se cree que en la parte inferior se le ataban algunas
piedrecillas redondeadas que hacían de contrapeso para ofrecer mayor
resistencia al viento. Las capas manteras de los campesinos de La Esperanza, en
Tenerife, recuerdan en cierto modo tal tipo de tamarco.”
También se
indica que “generalmente eran de cuero gamuzado, pues no conocieron el lino ni
el algodón ni, posiblemente, la lana, pues aunque poseían ovejas, éstas
pertenecían a una raza africana sin lana. En algunas islas también se usaron
algunas especies vegetales como el junco tejido, sobre todo en Gran Canaria.
Los vestidos solían colorearlos con hierbas y flores.”
Respecto a
la confección de los vestidos, se afirma en esta publicación que “las pieles
son cosidas con correas o tripas de cabras por medio de agujas de espinas, pero
especialmente con punzones de hueso de cabra. A modo de lezna de zapatero, se
agujerea la piel y se introduce la cuerda. En las momias se puede apreciar la
habilidad de estos cosidos. En invierno, los pelos de la piel suelen ir hacia
adentro y el otro lado se presenta muchas veces decorado con incisiones
horizontales y verticales. El tamarco también se adorna con tiras de piel
angulares y redondeadas que se superponen y se cosen al mismo. Para la sujeción
de los vestidos y otros fines se utilizan cordones y cuerdas trenzadas de
fibras vegetales.”
Puede que el
uso de las pieles lanudas blancas en la ceremonia de los guanches que se
celebra en Candelaria fuera fruto de la necesidad en épocas remotas de gran
escasez, por no haber otras disponibles, o de la imposición en tiempos
dictatoriales, pero, con los conocimientos actuales, la recreación de aquel
momento en pleno siglo XXI parece un patético esperpento en el que la atrevida
ignorancia adquiere el aspecto de un carnaval troglodita y de una falta de
respeto hacia la cultura de nuestros ancestros guanches, representada por su
música, su gastronomía, su lengua, sus creencias, sus tradiciones, sus ritos
funerarios, sus momias y también por su indumentaria.
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