"LA CONQUISTA DE CANARIAS FUE
LARGA Y SANGRIENTA"
VÍCTOR
AMELA, IMA SANCHÍS, LLUÍS AMIGUET
"Miles
de aborigenes canarios fueron vendidos como esclavos en los mercados de Sevilla
y Valencia".
Pedro L. Yúfera es el autor de la novela "El último rey de Tenerife", en la que urde una trama de intrigas y peripecias con dos personajes ficticios para reconstruir los días de 1496 en que fue sometida la isla de Tenerife, la última de las islas Canarias conquistadas por los españoles, bajo los Reyes Católicos (...)
Yúfera es un abogado y novelista barcelonés, de 59 años, que ante sus entrevistadores del periódico La Vanguardia se reconoce como ideologicamente socialdemócrata, pero que dice creer "más en personas que en ideologías". Confiesa, igualmente, a sus entrevistadores ser agnóstico y apasionarle la historia. El motivo de reprodúzcamos aquí la entrevista se debe a que raramente se producen en la prensa del Estado este tipo de interpretaciones en relación con la conquista y la esclavizacion de la poblacion aborigen canaria.
EL
ULTIMO MENCEY
Yúfera se levanta cada día a las
cuatro de la madrugada para escribir, antes de incorporarse a su despacho de
abogado, hacia las nueve de la mañana. Su pasión por la historia y su empeño
narrativo le ha llevado a publicar las novelas El milagro de las abejas y,
ahora, El último rey de Tenerife (Stella Maris), en la que urde una trama de
intrigas y peripecias con dos personajes ficticios (uno de ellos abogado: ¡el
oficio tira!) para reconstruir los días de 1496 en que fue sometida la isla de
Tenerife, la última de las islas Canarias conquistadas por los españoles, bajo
los Reyes Católicos. Sin tomar partido, emerge una crónica amena, un retrato
emotivo del drama de aquellos últimos guanches.
Qué
sabemos de los guanches?
Muy poquito. Eran los aborígenes
de las Canarias al conquistarlas los españoles durante el siglo XV. Y,
curiosamente, no sabían navegar. Eran agricultores y ganaderos. Vivían en
chozas y cuevas. Y cada clan tenía su rey.
¿Qué
hicimos con ellos?
Exterminarlos en sucesivas
batallas, y también con la enfermedad de la modorra. Misteriosa, sus síntomas
eran vómitos, pústulas y un raro sopor que los conducía a la muerte. Muchos
también se suicidaban, despeñándose por barrancos, porque sabían las torturas
que les tocaban si los apresaban...
¿Qué?
Varios miles de guanches fueron
vendidos como esclavos en la Península, sobre todo en mercados de Sevilla y
Valencia. En la iglesia de San Miguel de Almazán, en la provincia de Soria, una
placa recuerda que allí fueron bautizados los últimos menceyes.
¿Menceyes?
Así se llamaban los reyezuelos
guanches de Tenerife. Apresados, rindieron pleitesía a los reyes Fernando e
Isabel. El mencey de Icod fue regalado por los Reyes Católicos al embajador de
la república de Venecia...
¿De
dónde proviene la voz guanche?
Es una palabra aborigen: guan
significa hombre, y achinech era la isla de Tenerife, así que guanche es
"hombre de Tenerife".
¿De
dónde llegaron?
No se sabe. Probablemente de
poblaciones norteafricanas: parientes así de los bereberes, quizá empujados por
la desertización del Sáhara y por fenicios y romanos, desde el siglo VI a.C. Y
otra cosa son las leyendas. Dicen que las Canarias serían la porción de tierra
que quedó emergida tras el hundimiento de la mítica Atlántida.
¿Por
qué le interesan a usted tanto?
Precisamente por su
desconocimiento, y porque fueron víctimas de los colonizadores españoles poco
antes de la conquista de América, de la que sí hay muchas crónicas.
¿Y
no tenemos crónicas de la conquista de Canarias?
Pues no. Y si hubo alguna,
¡desapareció! Y con eso juego en mi novela.
¿Cómo
fue aquella conquista insular?
Sangrienta y larga, desde 1402
(Lanzarote) hasta 1496 (Tenerife): allí coexistían varios menceyatos. Y hasta
1594 no habrá un libro sobre las islas, Historia de Nuestra Señora de
Candelaria, de fray Alonso de Espinosa.
Nos cuenta costumbres de los
guanches y de su cristianización, con la aparición de la imagen de la Virgen en
1392, hallada por dos guanches.
Cuando fallecía un mencey se
reunía el tagoror, consejo formado por nobles y ancianos, para designar a un
hermano como sucesor. Le acercaban a los labios un hueso humano.
Del esqueleto de un ancestro
fundador del linaje, para formular este juramento: "Ágoñe yacoron
yñatzakaña chacoñamet", "Juro por el hueso de aquel día en que te
hiciste grande".
¿Qué
le une a usted a Canarias?
Mi suegra, que hace años me
regaló los dos tomos de Noticias de la historia general de las Islas de
Canaria, historias y leyendas guanches, escritas por José de Viera y Clavijo en
1763, ¡y me fascinó! Decidí novelar la historia de la lucha del último mencey,
Bencomo. Su cabeza cortada fue clavada en un pica para que todos la vieran
pudrirse.
Papel destacado en la conquista
de Tenerife tuvo la dama castellana Beatriz de Bobadilla, amante del rey
Fernando el Católico y de Colón. Desterrada a la isla de la Gomera, la dama
recibía la visita galante de Colón desde el primero de sus viajes a América.
Sería conocida como la dama sangrienta.
Colgaba a guanches boca abajo, y
también vendió a muchos. Y se casó con el conquistador de Gran Canaria, La
Palma y Tenerife, Alonso Fernández de Lugo, que hacía igual.
Obligados a bautizarse bajo la
amenaza de ser convertidos en esclavos, en una ocasión convocó a muchos en una
iglesia y allí los apresó antes de que pudiesen bautizarse, y así los vendió
como esclavos.
Durante años lo tuvimos en efigie
en un sello de correos de 30 céntimos.
¿Qué huellas quedan en Canarias
de aquella conquista?
Hay una villa en Tenerife, La
Matanza de Acentejo... Los guanches eran buenos con la honda, y en un barranco
descalabraron a las tropas castellanas. Pudiendo aniquilarlos, no se aplicaron
a fondo.
A Alonso de Lugo le hirieron en
la mandíbula. En una segunda batalla, allí mismo, fueron los castellanos de
Alonso de Lugo los que masacraron a los guanches. Y hasta hoy.
canarias-semanal.org
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