VIVIR SIN TRABAJAR Y OTRAS COSAS DE 'YOUTUBER'
DAVID TORRES
Hace unos días el youtuber Borja Escalona provocó un autolinchamiento virtual después de subir un video en el que se había grabado a sí mismo comiendo tapas en un restaurante gallego y advirtiendo que no iba a pagar la cuenta porque él tiene la sana costumbre de comer de gorra. Cuando la camarera, visiblemente nerviosa, le dijo que por favor abonara la consumición, Escalona replicó que bueno, que pagaba, pero que luego iba a pasar una factura de dos mil quinientos euros por hacer promoción del local. La verdad es que nadie le había pedido a Escalona que hiciera promoción de nada, salvo probablemente él mismo de sí mismo, ya que se trata de un tipo encantado de conocerse, uno de esos perdularios sin oficio ni beneficio a los que un montón de curiosos sigue desde las redes sociales a ver qué nueva gilipollez se le ocurre.
Hace no mucho
tiempo, cosa de cinco años, escribía yo que los youtubers ya existían mucho
antes de la invención de internet, sólo que entonces se los llamaba
"tontos de pueblo". Fui bastante injusto, porque en Youtube hay
multitud de canales interesantes donde diversos aficionados o profesionales
comparten videos gratuitos sobre cocina, literatura, música, costura,
fisioterapia, bricolaje o física cuántica. Yo mismo estoy enganchado a varios
youtubers de ajedrez que analizan partidas magistrales de Capablanca o Lasker
con una gracia y un sentido del humor únicos: pocas veces me he reído tanto
como viendo al gran maestro Pepe Cuenca comentando una partida del mundial
entre Carlsen y Kariakin como si fuese un encuentro de fútbol. Son los
Caranchoa de la vida, la gente que no tiene nada que ofrecer salvo a sí misma y
que se va cortando en lonchas de exhibicionismo, los que dan mala fama a los
youtubers.
Está bastante feo
participar en un linchamiento viral, pero hay que reconocer que Escalona se lo
estaba ganando a pulso, provocación a provocación, video a video y chorrada a
chorrada. Antes del incidente gastronómico, era conocido sobre todo por colarse
en estadios de fútbol, aunque al menos nunca tuvo la pretensión de que le
pagaran por retransmitir el partido. Después el tipo se ha transformado en una
especie de agujero negro de odio virtual sobre el que muchedumbres de gente que
no tiene nada mejor que hacer le prometen una ración de hostias el primer día
que se lo encuentren por la calle y han recordado el video en el que el pobre
Escalona retó a una pelea al boxeador Omar Montes, lo acusó de cobardica y se
llevó puñetazos de todos los colores. Hay otro video en donde aparece colándose
en el metro, vacilando al empleado. Es probable que Escalona piense que tiene una
vis cómica irresistible, el problema es que sólo la ve él.
Lo de vivir sin
trabajar es algo que sólo pueden permitirse gentes muy influyentes, como los
monarcas y su familia, los niños de papá, Toni Cantó, el vicepresidente de
Castilla-León o los hermanos Matamoros. Escalona pretendía ir por la vida al
estilo de Henry Miller en París, un gorrón profesional que cada día de la
semana comía y cenaba en casa de unos amigos distintos, con lo que necesitaba
catorce proveedores como mínimo. Lo que ocurre es que Henry Miller podía
ejercer de gorrón porque era un tipo brillante que al menos tenía conversación,
erudición y una cultura impresionante, mientras que a Escalona lo único que le
brilla es la calva y lo que tiene mayormente es una pedrada.
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