CUANDO UN DICTADOR FELICITA A ESPAÑA
DAVID BOLLERO
El actual aspecto enfermizo de Mohamed VI
dista mucho del que presentaba en actos como el de la imagen de 2018. - Fadel
Senna / AFP
Recibir la felicitación de un dictador no es algo de lo que enorgullecerse. La felicitación de Mohamed VI a España y EEUU por legitimar su invasión ilegal del Sáhara Occidental sitúa a estos dos países en la órbita de violadores de derechos humanos (DDHH). El Gobierno de Pedro Sánchez se vanagloria de sus buenas relaciones con Marruecos, aferrándose a la máxima falaz de que hay dictadores de primera y de segunda. Se trata de un error histórico que, en un futuro, será juzgado por la Historia como un hecho vergonzoso, ejemplo de cómo lo que en realidad ven Sánchez y sus secuaces son vidas humanas de primera y de segunda.
La muerte de un
dictador nunca es una mala noticia. Hay personas que se han ganado a pulso el
estatus de sobrar en este mundo porque, con su desaparición, se podrían sentar
las bases para que cientos de miles de seres humanos dejen de ser utilizados
como mera mercancía. La delicada salud de Mohamed VI barrunta un final próximo,
dejando a su paso un heredero a medio hacer. Consciente de ello, el dictador
marroquí se afana en culminar el genocidio que inició su padre Hassan II con el
pueblo saharaui y para ello, como hizo aquél, ha elegido a España como
cómplice. Y Sánchez ha aceptado.
La felicitación a
España y EEUU es un auténtico regalo envenenado porque busca visibilizar
internacionalmente la legitimización por parte de la Casa Blanca y de La
Moncloa, lo mismo que ha hecho Putin en Ucrania. De nuevo, esa visión de
dictadores de primera y de segunda que no hace más que debilitar nuestra
democracia, con una infección que avanza a pasos agigantados.
El hecho objetivo
es que la propuesta de autonomía para el Sáhara Occidental viola las
resoluciones de las Naciones Unidas y el derecho internacional y, a pesar de
ello, el Gobierno de España la apoya e impulsa. Resulta obvio que nuestro país,
como sucede con nuestros vecinos europeos, está más que acostumbrado a tratar
con violadores de DDHH para sacar beneficio. Es el caso de China, sin ir más
lejos. La diferencia es que el en caso de Pekín, los acuerdos comerciales a los
que se llega benefician indirectamente al régimen chino, enriqueciéndolo para
poder continuar con sus tropelías; mientras que con Marruecos, Sánchez se
remanga y no duda en mancharse las manos de sangre. Y Mohamed VI le felicita
por ello.
Los supuestos
beneficios derivados del cambio de postura de España en la cuestión del Sáhara
Occidental no terminan de percibirse y, de hecho, desde que Sánchez impuso
autoritariamente este giro, yendo en contra de todo el Congreso de los
Diputados y Diputadas e, incluso, sin el aval unánime de su Consejo de
Ministros, se han producido varias traiciones por parte de Rabat.
Abandonado una vez
más el pueblo saharaui, el Gobierno de España es consciente de las atrocidades
que cada día comete Marruecos en el Sáhara Occidental ocupado, ignorándolas. Al
tiempo que nuestro ministro de Exteriores, José Manuel Albares, tira balones
fuera afirmando que "seguiremos el plan que marque Steffan de
Mistura", esto es, el enviado especial de la ONU para el Sáhara
Occidental, calla y mira para otro lado cuando Mohamed VI impide que De Mistura
visite los Territorios Ocupados. Sucedió en julio y lo que debió ser un
auténtico escándalo para la comunidad internacional pasó desapercibido para la
opinión pública, procurando alivio en La Moncloa.
Si Sánchez afirmó
que el enojo de la banca en relación a los impuestos a sus beneficios
extraordinarios significaba que el Ejecutivo iba en la buena dirección, la
felicitación de Mohamed VI constata precisamente lo contrario. Con su decisión,
España se ha posicionado en dirección contraria a los DDHH y, tarde o temprano,
esa política kamikaze terminará en siniestro total.
No hay comentarios:
Publicar un comentario