"VENDER OPINIONES COMO HECHOS"
JUAN TORTOSA
"Vivimos en un bucle que denigra el derecho a la información. Un periodismo cada vez más reducido a vender opiniones como hechos y unos ciudadanos cada vez más polarizados que solo toleran a quien mima su pensamiento. Algo está fallando".
Leí esta reflexión en twitter hace unos días y me gustó porque me parece un diagnóstico con bastante miga. Me llamó la atención sobre todo por la persona que la hacía, a quien me referiré enseguida. El derecho constitucional que los ciudadanos tenemos a la información está siendo denigrado, y maltratado, desde hace ya demasiado tiempo en este país. Releo artículos escritos hace más de diez años, y ya éramos unos cuantos los que andábamos lanzando la voz de alarma. De poco parece haber servido porque, a medida que ha ido transcurriendo el tiempo las cosas han ido a peor, se han ido perdiendo más aún los modales... y la vergüenza.
"Un periodismo
cada vez más reducido a vender opiniones como hechos". Es exactamente eso:
las primeras páginas de la mayoría de los periódicos de papel hace tiempo que
ya no informan, sino que adoctrinan. Son órganos de los partidos de la derecha
y ultraderecha, donde se ensalza y airea cualquier cosa que digan sus amados
líderes, por lo general chorradas; se ocultan sus meteduras de pata y se trata
a los adversarios ideológicos como auténticos enemigos. Son panfletos, no son
periódicos por mucho que quienes trabajen en ellos se autodenominen periodistas
y hayan conseguido su puesto tras graduarse en Ciencias de la Información. O,
vaya usted a saber, quizás no son periódicos precisamente por eso.
Lo que esconden los
medios es justo lo que más necesita saber la ciudadanía para poder tener
opinión propia sobre bases ciertas. Divulgar, cuando más mejor, aquello que no
quieren que se sepa e insistir en ello, es el único camino para poder disfrutar
algún día de un país decente.
Pero los periódicos
de papel, que son lo que generan el efecto arrastre de la pésima información
que se consume hoy día en España, no están por la labor. Gran paradoja que sean
ellos aún quienes tiren del carro de la infamia, teniendo en cuenta el cada vez
más escaso número de ejemplares que venden. Trasladan sus invectivas a las
versiones digitales y muchos de los medios que solo cuentan con oferta on line
copian y pegan descaradamente sus disparates. También cuentan con un porcentaje
de producción propia según qué webs de la derecha, pero las más destacadas solo
parecen empeñadas en contribuir al ruido y a la furia, reforzando así la idea
del tuit inicial del que parte este análisis y cuyo autor desvelo enseguida.
Radios y
televisiones convierten definitivamente las opiniones en hechos porque
amplifican este fenómeno con sus tertulias de tres al cuarto, que confunden más
que difunden, y sus predicadores de pacotilla que parecen competir entre sí
para ver quién es el que suelta el disparate más gordo. Estos días de agosto la
mayoría anda de vacaciones, pero da igual. Quienes sustituyen a los crispadores
habituales se creen en la obligación de demostrar a diario que han sido bien
elegidos, y para ello entienden que han de demostrar su agradecimiento elevando
el listón de las barbaridades y despropósitos que los locutores titulares
volverán a soltar de nuevo apenas regresen a sus púlpitos en septiembre.
"...unos
ciudadanos cada vez más polarizados que solo toleran a quien mima su
pensamiento", continuaba diciendo José Pablo López, autor del tuit con el
que arrancamos al comienzo. Así es, nos estamos volviendo cada vez más
endogámicos, cada vez nos importa menos lo que digan aquellos que no piensan
como nosotros.
Leemos y escuchamos
las "no informaciones" para reafirmarnos en nuestras ideas, hay
alergia al debate, se considera una pérdida de tiempo porque total, se excusan
unos y otros, no me vas a convencer, no pienso cambiar de opinión. Al aceptar
las opiniones como hechos, aceptamos en consecuencia la desinformación, la
expansión de los bulos, el triunfo de los fakes, el reinado de la mentira. En
el mundo de las redes sociales el campo queda así abonado para la descortesía y
el insulto, otro escalón más en la espiral del mal rollo. La reacción es
bloquear al insolente, lo que viene a confirmar la idea de que "solo
toleramos a quienes miman nuestro pensamiento".
"Algo está
fallando", concluye López, director de Contenidos Generales de RTVE, en su
tuit del pasado 11 de agosto. Alivia constatar que el diagnóstico está hecho
por alguien que puede cambiar las cosas, y seguro que hay más responsables de
medios que piensan como él. Ahora solo les queda ponerse a la tarea, seguro que
más pronto que tarde acabarán tomando decisiones que enderecen tanto
despropósito como a día de hoy perpetran las empresas informativas en España,
ya sean estas públicas o privadas.
Seguro. Pero, por si acaso, esperaré sentado que uno va teniendo ya una edad.
J.T.
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