LA VOLADURA FRANQUISTA DE LA CASA
DEL PUEBLO DE LA ISLETA
FRANCISCO
JAVIER GONZÁLEZ
No es la primera vez que me refiero a esta efemérides, pero la autocopia parcial no es plagio. Es simple reafirmación.
José Franchy y Roca, abogado y periodista, fue el fundador de la rama canaria del Partido Republicano Federal. Fundador también, además de los periódicos “Las Efemérides” y “El Tribuno”, de la Federación Obrera Canaria en defensa siempre de dos ideas centrales: El Federalismo Republicano – como nuestro Nicolás Estévanez- y los derechos de la clase obrera, sobre todo de los trabajadores portuarios con la Sociedad Obrera del Carbón, que protagonizó en 1910 la primera huelga obrera del Puerto de La Luz.
En 1912 logra, con
la Sociedad Obrera del Carbón, conseguir las 10.000 pesetas con las que compra
en La Isleta un solar de 3.320 metros cuadrados en el que, al año siguiente,
con la aportación material –en trabajo y dinero- de los trabajadores y vecinos
se construye la Casa del Pueblo que acoge a los diferentes sindicatos y
agrupaciones de la Federación Obrera grancanaria.
En el golpe militar
del negro 18 de julio de 1936, acaudillado por aquel enano físico y moral que
fue el general Franco, el nacionalcatolicismo caciquil y fascistoide, tanto
criollo como foráneo, que para estas cuestiones tanto monta unos que otros,
controló con suma rapidez todos los centros neurálgicos de Canarias.
En la Casa del
Pueblo de la Isleta se constituyó un Comité de Lucha para convocar una Huelga
General y frenar el fascismo. Se convoca sin dudarlo la Huelga General, al
tiempo que la Federación Obrera solicita al Gobernador Civil, Antonio Boix
Roig, armas para luchar. Dada la temerosa posición ante la sublevación militar
que mantuvo el gobernador que, junto con el Teniente Coronel Jefe de la Guardia
Civil en Las Palmas, Emilio Baraibar Velasco, tuvieron importantes ocasiones de
impedir la salida de Franco desde Las Palmas que nunca aprovecharon y la
entrega popular de armas fue totalmente denegada. Tampoco, y hay que
recordarlo, hubo el empuje popular suficiente para asaltar la Comandancia
Militar frente a la que, en esos momentos, se concentraban algunos centenares
de paisanos canarios que fueron dispersados a tiros por el Ejército Español.
En consecuencia,
Franco salió de la rada de Gando en el “Dragon Rapide” y las timoratas
posiciones que habían mantenido las autoridades civiles mentadas fueron
premiadas con una condena a muerte en la causa 130/1936 que, afortunadamente
para los condenados no se cumplió.
El pueblo isletero
y la Federación Obrera se resiste. El día 20 se entabla un tiroteo con los
ocupantes de la azoteas vecinas de la Casa del Pueblo que causa la muerte de un
soldado y la herida grave de otro. Los falangistas grancanarios y la tropa
militar española, muy numerosa y en coches, se presentan ese día 20 en la Casa
del Pueblo isletera. Los fascistas obligan a desalojar a todos los vecinos de
las casas circundantes y, como en el ritual de la hispana fiesta de los toros,
a las cinco en punto de la tarde, proceden a dinamitar y volar por los aires lo
que era patrimonio de pueblo trabajador canario.
Como consecuencia
del tiroteo y los disturbios se instruye contra los vecinos detenidos la causa
01/1936 por delito de “Rebelión Militar”. Irónicamente lo instruyen los que en
realidad eran los golpistas rebeldes contra el gobierno republicano legal, con
el siguiente resultado:
Nicolás Cordero
Bautista, jornalero; Manuel Ramos González, jornalero; José Ramírez Alcántara,
jornalero; Luis Cabrera Hernández, jornalero y Antonio Betancor Luzardo,
carbonero (el único que no era isletero sino de Arenales) condenados a PENA DE
MUERTE
Enrique Ruiz
Ortega, panadero; Juan Medina Naranjo, latonero; José Ventura Armas, jornalero
y Pedro Perdomo Pérez, guagüero condenados a 30 años.
El mahorero del
norte (lo de “conejeros” es un robo hispano de su origen étnico. España es,
etimológicamente, “País de Conejos”) –vecino isletero- Pedro Nolasco Perdomo
Pérez fue juzgado en rebeldía. Hasta el año 1969 permaneció escondido en
distintas casas de la Isleta, uno de los “huidos” con más años oculto en
Canarias, como el gomero Antonio Ramos Cabrera “El huido de Vallehermoso”.
Los fusilamientos
se producen al amanecer del 7 de septiembre en el campo de tiro del Cuartel de
Artillería de la Isleta, que ya había servido para el fusilamiento de Eduardo
Suárez Morales y de Fernando Egea Ramírez.
Los asesinatos y
penurias de los trabajadores isleteros no acaban ese día 20. El 24 de julio, en
una reunión clandestina en el Risco de San Nicolás, son detenidos numerosos
cuadros de la Federación Obrera y, el 10 de agosto, el resto de la dirección de
la Federación Obrera cae detenida en una casa de Pico del Viento en Tafira.
El llamado “Médico
de los Pobres” Manuel Monasterio Mendoza, miembro de Izquierda Republicana y
fundador de la Mutualidad Obrera Médico Farmacéutica que funcionaba en el
Sindicato de Actividades Marítimas, ya había sido detenido desde el día
siguiente al alzamiento fascista cuando, al ser buscado, consciente de su inocencia,
se presentó voluntariamente a las “autoridades” sublevadas. Fue torturado en el
Campo de Concentración de la Isleta como prólogo de su nefasto embarque a
España para sufrir el destino final.
El día 5 de
septiembre son embarcados, junto al “médico del pueblo”, como prisioneros en
las bodegas del vapor “Dómine”, los siguientes dirigentes políticos y
sindicales de la izquierda grancanaria: Primitivo Pérez Pedraza –cofundador con
Manuel Monasterio de la Mutualidad Obrera y presidente de la Federación Provincial
de Sindicatos-; Amadeo Hernández Hernández; José Sanz Iraola; Félix González
Monzón; Andrés Zamora; Joaquín Masmano; José Suárez Cabral; José Ochoa Alcaraz
y Arturo Camino Velázquez. El objetivo de la expedición era trasladar a España
a la Primera Bandera de Falange de Gran Canaria para unirse a las tropas
franquistas que atacaban Madrid
Esa macabra
expedición falangista del “Dómine” llega a Vigo al mediodía del 9 de
septiembre. Enviados hacia Madrid, para que la Bandera de Falange se uniera a
las tropas del fascista general Yagüe, fueron metidos en un tren esa misma
noche, casi madrugada del día 10. No parecían tener prisa, pues tras breves
paradas para repostar en Astorga y Salamanca llegaron a Cáceres el día 11. El
“Comandante” de la Primera Bandera de Falange grancanaria, el teniente godo
Alfonso Ruiz Larrea llegó a entrevistarse con Franco en el Palacio de Los
Golfines.
En la parada que
hacen en Talavera de la Reina, en la madrugada del 13 de septiembre de 1936,
mientras el grueso de los falangistas de la expedición dormía, los prisioneros
fueron llevados hasta el “Puente de Hierro” sobre el Río Tajo. Cada uno de los
diez canarios, esposados, recibió primero un porrazo tremendo en la cabeza del
falangista Domingo del Castillo Cabeza y, luego, medio atontados, el tiro de
gracia en la nuca del jefe falangista Ruiz Larrea y arrojados al Tajo que
arrastró sus cadáveres.
A los capitostes
falangistas de Las Palmas la noticia les llegó de inmediato por un telegrama
que lo anunciaba con una contraseña que parece ser ocurrencia del entonces
joven cacique fascistoide Eufemiano Fuentes Díaz. Solo decía “Patos al agua”.
Mi amigo, ya en la memoria, Paco Tarajano lo retrata en su poema “Patos al
Tajo” del poemario “Años Malditos” de 1980
Es terriblemente
reveladora de la vesania de los asesinos la frase que uno de ellos, el Jefe de
la Falange en San Mateo, José Ignacio Ojeda Martínez Escobar, escribía a Las
Palmas a su correligionario Sebastián Jiménez Sánchez, entonces redactor de
“Hoy” y luego, por sus “méritos” nombrado por el catedrático Julio Martínez de
Santa-Olalla, un falangista amigo personal del dictador, como Comisario
Provincial de Excavaciones Arqueológicas : “A los granujas del Frente Popular
que nos acompañaron los largamos al Tajo con una onza de plomo, pues había que
librarse de las malas compañías”
Ahora que todo el
mundo habla de “Memoria Histórica”, y sin remontarnos a la brutal etapa de la
invasión y conquista española de las islas, me pregunto ¿Ha pedido perdón
alguien, canario o español, a este machacado pueblo por estos o por los más de
cinco mil asesinatos cometidos, en nombre de “Dios y España”, en esta tierra
africana donde no hubo frente de guerra? La descendencia física o espiritual de
los asesinos sigue protegiendo y enalteciendo su memoria, mientras miles de
familiares siguen mascullando su amargura al ver trucados sus tristes deseos de
dar sepultura digna a sus muertos.
Cada 20 de julio se
conmemora con una concentración en La Isleta, a la que ya califiqué de muy
“castiza y española hora torera” de las cinco de la tarde, un nuevo aniversario
de esta alevosa acción que hizo desaparecer un símbolo de la histórica lucha de
los trabajadores canarios. La CASA DEL PUEBLO isletera. Espero que este año
vuelva a celebrarse.
Yo, al menos de
corazón, estaré en La Isleta a esa hora de ese día.
Francisco Javier
González
Julio 2022
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