ANN...6(CONTINUARÁ)
DUNIA SANCHEZ
6
Qué sociedad tan
diferente vivimos ahora ¡Vecina¡ ¡Vecina¡ se acoplan a mí este jaleo, este
grito de uno de los inquilinos que habitaba bajo aquel techo. Salía al pasillo
aquella mujer cuyo nombre no recuerdo, cuyos ojos no llego, cuyo fisionomía no
me viene y llamaba a mi madre ¡Vecina¡
¡Vecina¡ ¿Cómo está ese mercado hoy? Una mujer que luego se escondía tras su
puerta. Mi madre le dejaba algo de comida en la puerta mientras nos mandaba a
nuestra habitación. Nunca logramos reflejarla en nuestra mirada. Su misterio me
viene, me viene como mujer envuelta en brumas malévolas. Mujer trajeada de una
mala boda con algo que la llevaba al encierro. Nunca la vimos solo, cuando su
cuerpo salió de aquel cuadrado tapado por una sábana manchada de sangre. Eso es
lo único que me queda, una sábana manchada de sangre. Una sensación estremece
mis huesos aquí en esta azotea, en el ahora ¡Siempre¡ ¡Siempre¡ ha habido manos
groseras sombreando al débil. Aquella mujer misteriosa ¡Sí¡ ¡Sí¡ escuchábamos o
yo escuchaba sus gemidos en las paredes huecas de aquella casa, unos gemidos
que en el hoy me estrangulan de impotencia. No, no se hacía nada.
Teníamos que
aguantarnos, mientras duraban mi madre tarareaba una canción, ponía un disco y
fuerte cantaba. Siempre protegiéndonos de lo desgraciada que era su vida, de
aquella vida que un terminó sacándola los guardias civiles bajo una sábana
manchada de sangre ¡Vecina¡ ¡Vecina¡ su tono de voz era sereno, monótono…es lo
único que me queda, su voz. Una voz única, una voz desatendida por las
tempestades de la existencia. Una sábana…manchada de sangre y debajo su cuerpo
inerte, descansando donde los demonios
están ausentes. Detrás , esposado, su esposo ¡Vecina¡ ¡Vecina¡ miro mi
ropa de cama tendida, sábanas blancas, puras. Hago círculos en ellas, círculos
en el aire de ese ambiente que asfixia a tanta y tantas personas. La violencia
no se rinde, no se acaba en el siglo de los siglos. Todo sigue igual, el que
calla, el sometido, el arrastrado hasta que sus ganas son presas de la nada de
sus estímulos ¡Vecina¡ ¡Vecina¡ la
muerte ronda su puerta, la muerte agarra su garganta y la tritura y la extingue
de este mundo , de ese infierno que la abrazada cada hora, cada minuto, cada
día. Me planto en el océano de esta isla, un mar donde gira y gira las suplicas
al olvido. Sí, quiero olvidar pero no, ¡Vecina¡ ¡Vecina¡...CONTINUARÁ
No hay comentarios:
Publicar un comentario