A CONTRACORRIENTE
POR MAITÉ CAMPILLO
2020
sobre un marco aciago de ofensivas y pandemias de todo tipo, quiero nadar
contracorriente, sentirme entre las victimas de hace más de veinte y treinta
años en cuarentena ciega represiva.
DE
LA IZQUIERDA, considerada, como lo contrario de la derecha
‘Castañuela 70’.
Nos encontramos a principios del verano de 1970. Tábano estrena la obra junto a
los músicos Las madres del cordero: “Seis meses preparando una obra para hacer
dos únicas representaciones y ser premiados por la censura con 25.000 pesetas
de multa”. El grupo, vanguardia opositora artística en esos momentos, nada a
contracorriente, y continúa su andadura superando obstáculos tras la
prohibición de la obra. Desafía la represión, atraviesa frontera y se lanza a
representar una y otra vez la obra prohibida por algunos países de Europa.
Sigue a contracorriente y llegan con ella a América-latina. Años después crecí
y me hice “gigante” quise conocerles. Tábano tenía programada una actuación en
uno de los teatros de Madrid, llega la hora de la actuación, son las 20h, y
solo se encontraban cinco personas en el patio de butacas (una de ellas era
yo). Había habido enfrentamientos, la policía aún peinaba la zona, y la obra,
puedo asegurar, que era un montaje para la transición “izquierdoso”, de
contenido social y político de clase. Lejos de suspender la función con toda la
dignidad que caracterizó a los compañeros, la representaron, con la misma
dignidad el puñito de espectadores (el público) respondió aplaudiendo por cien.
Cerca, muy cerca de ésta sala, a la misma hora, en otro teatro más grande y más
pomposo, creo recordar que actuaba Lina Morgan, con una de esas comedias de
masas, humor televisivo de señoritos y criadas de charanga y pandereta, lleno a
rebosar de “clasistas”, con las localidades agotadas desde hacía días.
Indudablemente, yo, ese día, iba a contracorriente. El grupo Tábano, también.
Es cosa de raíz, de clase y militancia, nos sentíamos identificados, unidos,
abrazados a un mismo ideal, mismo teatro y objetivos artísticos, misma línea
inconfundible en lo social y político. Entre sus componentes se encontraban
Margallo, Gloria Muñoz, Alicia Sánchez, Petra Martínez, “El Brujo”, Santiago
Ramos, Fermín Cabal, Ángel de Andrés, Luis Matilla, Luis Mendo (de Suburbano).
Euskadi en el campo
de mira, se trata del 14 de julio, de 1997. Hatuey representaba un monólogo en
la sala BilboRock de Bilbo. El día anterior ETA se había cargado al concejal
del PP de Ermua, Miguel Ángel Blanco. La obra era ‘El Bataraz’, una obra
difícil y compleja contra la tortura, del dramaturgo uruguayo Mauricio Rosencof
“El Ruso”. Era uno de los actos programados de la “Marcha por la libertad” que
había organizado la Izquierda Abertzale por toda Euskal Herria. Dijeron que
suspendiera la actuación. Iba a armarse una muy gorda, y así pasó, hubo
manifestaciones fascistas de todos los colores. Toman calles y
Herriko-tabernas, hubo desafíos, amenazas, violencia desatada acordonando la
zona sin control policial, arrasando y enmudeciendo el kasko zaharra, las
calles quedaron peinadas, en ningún momento la pandemia a reflejado el terror y
pánico sembrado en el corazón de la capital bizkaina. El teatro donde actuaba
se encontraba hostigado por la policía. Coches patrullas y helicópteros a baja altura
dando vueltas y vueltas siembran un clima tétrico, las calles enmudecen, se
impone un silencio sepulcral. A las 20h en punto empezaba la actuación, y el
contacto con los organizadores de la marcha, precavidos, no acudió, tampoco
ningún periodista de los que cubrían la Marcha. La sala se encontraba vacía a
las ocho menos diez. En diez minutos, unos sesenta jóvenes traspasan el umbral
del miedo que se respira en Alde Zaharra, comienzan a entrar por la puerta. El
Bataraz se representa, el miedo lo dejamos en la calle, en cuanto a la obra,
puedo asegurar, que fue mi mejor actuación. Indudablemente, yo, ese día, iba a
contracorriente; si el rio baja, yo subo, buscando camino hacia el manantial.
Visión futurista
sobre una tarde de abril de 1917. Día 9, un tren espera su salida de la
estación de Zúrich en dirección a la frontera alemana. Abordo se encuentra
Vladimir Ilich Uliánov “Lenin” y otros treinta revolucionarios más. Su destino
final es Rusia. Después de más de una década en el exilio solo ocho días separaban
a Lenin, de su entrada triunfal en la escena de la revolución rusa, en
importante y complejo papel a jugar, el del líder revolucionario para el que
llevaba luchando desde muy joven. Su llegada a Petrogrado como se conocía en
aquella época, a San Petersburgo, y posteriormente Leningrado, supondría un
punto de inflexión en la historia del siglo XX. Pero antes de apearse en la
Estación Finlandia -de la ciudad rusa- el dirigente bolchevique tenía por
delante un largo viaje a través de una Europa en plena I Guerra Mundial. Un
trayecto que según los historiadores cambió la estrategia de la revolución, el
socialismo, pasó de ser un objetivo a medio plazo a una acción inminente. El
nuevo plan quedó plasmado en las famosas Tesis de abril que hizo públicas apenas
unos días después de su llegada a Rusia. Si Lenin no hubiera subido ese día al
tren recorriendo media Europa, en plena guerra para llegar a Rusia,
posiblemente el estallido de la revolución de los soviet no se hubiera dado. A
pesar de que le aconsejaron no hacerlo, por el peligro a su integridad física,
lo rechazó consciente de lo que hacía como precursor sin paso atrás hacia la
revolución. Indudablemente, iba a contracorriente, enmarcando la historia de
los proletarios del mundo ¡uníos!
25 de noviembre de
1956, la travesía del Granma, en ella llegó Fidel. Si el asalto a los cuarteles
Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, trasciende como el hecho más importante
del período pre-revolucionario -al pulsar la conciencia nacional sobre la
desvencijada realidad socio-económica y política de Cuba- el desembarco del
yate Granma concertó los esfuerzos en la búsqueda de la liberación definitiva
del país. La embarcación parte desde la ensenada de Tuxpan, en el puerto de
Veracruz, México. Los rebeldes pretendían llegar al oriente del archipiélago en
los días finales de ese mismo mes pero las condiciones climáticas no fueron
favorables: “Nosotros habíamos realizado todas las pruebas de navegación con un
barco vacío, y cuando cargamos al Granma, con 82 hombres, más las armas, las
municiones, los alimentos y el combustible adicional, pierde velocidad y llega
en siete días en vez de cinco, con apenas unas pulgadas de combustible en los
tanques. Nos retrasamos dos días”, narra Fidel Castro. Otra visión nos ofrece
el médico de la expedición Ernesto Huevara ‘Che’: “El barco presentaba un
aspecto ridículamente trágico: hombres con la angustia reflejada en el rostro,
agarrándose el estómago. Unos con la cabeza metida dentro de un cubo y otros
tumbados en las más extrañas posiciones, inmóviles y con las ropas sucias por
el vómito”. Durante el viaje Roberto Roque Núñez, natural de
Cienfuegos, que es
quien alterna las funciones de piloto y timonel, cae al mar tras ser arrastrado
por una ola gigantesca. El episodio consterna al resto de la tripulación que
sin vacilar se volcó al rescate, ya en cubierta, y recuperado del susto Roberto
grita levantando los ánimos ¡Viva Cuba Libre! Finalmente y pese a todo, el
desembarco del Granma, aconteció el 2 de diciembre, a las 6:50 a.m. Encalló en
una punta de mangle nombrada Los Cayuelos, a dos kilómetros de la playa, Las
Coloradas. Las circunstancias resultaron francamente difíciles ante el
hundimiento del bote donde pretendían el traslado a tierra, de las municiones,
teniendo que asumir cargas pesadas en medio de tupidos manglares y grandes
pantanos. Nada torció el empeño de los jóvenes revolucionarios, ni siquiera la
falta de respaldo cuando, el 5 de diciembre de 1956, fuerzas del ejército de
Fulgencio Batista sorprendió al grupo camino a la montaña, en Alegría de Pío,
donde pierden veintiún combatientes. Otros fueron asesinados y encarcelados
mientras, Sierra Maestra, aguardaba a los revolucionarios. “Comenzamos a
reorganizarnos con dos fusiles: Raúl, por otra parte, dos semanas más tarde llegó
a un punto con cinco fusiles. Sumados los dos, en total reunimos ese día siete
fusiles. Ahí yo dije por primera vez: ‘Ahora sí ganamos la guerra’”, narra
Fidel. Sucedió tal cual. El desembarco del Granma marcó un antes y un después
el curso de la historia, el día que Fidel, decidió subirse a un pequeño yate
con ochenta y dos militantes del Movimiento 26 de julio, para llegar a Cuba
desde México, hacer la revolución a un ejército de miles de soldados y
policías. Ese día, Fidel, iba a contracorriente.
2020 sobre un marco
aciago de ofensivas y pandemias de todo tipo, quiero nadar contracorriente,
sentirme entre las victimas de hace más de veinte y treinta años en cuarentena
ciega represiva. Hacerles llegar mi solidaridad, mi protesta contra el acoso y
represión a la que se ven, a la que se ve sometido el preso político vasco
Patxi Ruiz. Porque cuando un preso político decide hacer una huelga de hambre y
de sed a la vez, no es por gusto, sino por supervivencia, porque ya no te
quedan más recursos para responder a la impotencia. A la que te están sumiendo
y no te dejan otra, con la única oportunidad a tu alcance, tu mismo, impulsando
a través de tu propio cuerpo, tu salud, tu vida, tu dignidad, izar bandera y
conciencia enmarcada en ventana abierta a la luz de los que luchan, tu
denuncia, porque algo muy grave están haciendo contigo. Cuando te ves
acorralado y no encuentras salida porque para los fascistas de la cárcel de
Murcia, no es suficiente tenerte encerrado, tienen que hacerte la vida
imposible y demostrarte que estás en sus manos, acorralado día y noche, para
sumirte en la miseria humana en que desean verte. Me pregunto, dónde La Nave de
los locos, en qué lugar, en qué parte, en qué rincón se quedó sumida en la
contemplación como un mástil seco, estéril, alienado, muerto. Esto esta
pasando, esta sucediendo sin que nadie, ningún parlamentario o juez
“democrático” le ponga remedio. Esto lo estamos viviendo. Lo empezamos a vivir
desde el último cuarto de siglo veinte encaminado bajo los bajos fondos entre
nubes tenebrosas camino de la democracia con los consejos de guerra, juicios
títere y penas de muerte y más muertes, donde los militares controlan toda
situación y momento, se prolonga en siglo veintiuno. Siglo viejo, con solo
veintidós años se encuentra infecto de deformidades, pandemias y ofensivas en
reestructuración drástica socio-económica, cambios socio-culturales de
costumbres e identidad, y lo más grave, es que sobre él no asoma la lucha de
clase obrera sino el triunfo del capitalismo, la aceptación de todo lo que
venga caiga quien caiga, porque la sensibilidad militante brilla en su
ausencia, y no hay reacción sino sumisión social a todo lo que nos cae y tiran
encima matando la verdad con la mentira. Ninguna ilusión diría el gran
compañero y mejor camarada antiimperialista, Juan Ignacio Ferreras en, estamos
asistiendo a la derechización del mundo. Mucho más allá, de lo que Hitler, hizo
con el nazismo en máscara fascio-imperialista, donde los miles de muertos se
apelotonaban por las calles invadiendo países, trabajo forzoso, represión,
cerraduras, miseria, guetos y alambradas.
Atrás quedó herido
de muerte el 1 de Mayo del 2020. Finaliza el mes con las flores marchitas, sin
nuestra visita a los bosques, campos y montañas. El mar lleva meses solo. No
nos permiten entrar, abrazar sus aguas purificadoras incluso en lugares donde
la pandemia no asomó por la puerta. El sol sin nosotros, lo intenta, baña sus
aguas de energía. Los seres estábamos trincados por las alas de un bicho
imperialista. Quieren cazarnos con calzador zapatos ajenos a nuestra medida,
hacernos entender entre prohibiciones que el felino maravilloso astro y agua
del mar, no son buenas para curar ofensivas y pandemias, que es mejor bajo la
sombra y humedad de las casas y bajo el agua infecta de cloro de la ducha, para
curar heridas y sentimientos, fundir parejas que deberían tener tratamiento
psicológico y otras medidas, con el agravante de tener hijos bajo la jungla de
cemento. Escribo esta nota pues a contracorriente. Acerca de algunos comportamientos
habidos como, políticamente correctos, que asientan y define inquebrantable una
democracia y parlamentarismo individual, o individualista, haciendo de la
política y político tabú. Muchos de estos “comportamientos vanguardistas”, se
lucran, se forran, hacen perfil de dioses y se convierten en líder mediático a
través de uno u otro partido que les impulsa a las elecciones. Y una vez
elegido toma nombre propio, por ende la militancia, se convierte en masa y se
difumina, no existe. Una vez se ha operado el milagro y has subido a la cima
convertido en “sueño americano”, eres el Dios padre, Dios hijo, y Dios espíritu
santo, asentando y produciendo cambios en la sociedad a favor del patrón
financiero.
Iba a ser éste un
artículo sobre Julio, “El califa”, pero visto el aluvión de tono escrito y
dicho tras su muerte, sigo a contracorriente, en busca de un momento menos
“emotivo” como sucedió con Camacho, Carrillo, y hasta con el propio Fraga. Ya
que algo raro, muy raro debe estar pasando en la mente de muchas personas
cuando desde la extrema derecha hasta los que persisten en ser
marxistas-leninistas y hasta stalinistas, recuerdan y alaban a Julio, por su
trayectoria política. Parece que mi destino es ir a contracorriente, no tengo
remedio, deformación artística? El Frente Cívico Somos Mayoría que montó, ya el
nombre se las trae. Según el camarada periodista y músico del PCE(ml)-FRAP, y
Unión Popular de Artistas (UPA) de Las Madres del cordero, que trabajó en
‘Castañuela 70’, Antonio Piera, pensó creo que con toda razón, que dejaba
mucho, mucho que desear “el califato Anguita”, el que públicamente sin ceñirse
a ningún principio comunista se atreve a declarar:
“Yo quiero una
república transversal, ni de derechas ni de izquierdas, como la que quería
Ortega y Gasset”. “Estoy a favor de concederle a la duquesa de Alba la medalla
de oro como hija predilecta de Andalucía”. “A Herri Batasuna hay que
eliminarla, reducirla a escombros, pero con inteligencia, sin crear mártires
(dice a Felipe González` promotor de los GAL)”. Y es que Julio no pudo elegir
nacer en el seno de una familia malagueña de militares, en una época en el
Estado español, que ser un militar de un ejército de casta era preocupante para
la auténtica izquierda, máxime a partir del golpe militar, hoy sigue siéndolo,
no es digerible como tampoco lo es la casta del tricornio y otros cuerpos
represivos cada vez más ellos menos nosotros. No le acuso, solo señalo, no
haber tenido una adolescencia como la mayoría de chicxs de la época febril
dentro de las muchas alternativas que hubo de izquierdas, de lucha infatigable,
de sueños e ilusiones, de aventura insumisa juvenil contra normas de familia y
rechazo a lo impuesto, métodos castrenses fascistas que rodeaban las casas y
sociedad en conjunto, el asumir lo que en aquellos momentos todo estudiante
asumía sumándose a La Nave de los locos de su edad, a transformar la sociedad
represiva, militarizada “como el pan de cada día por caridad”. Llena sus
mazmorras represivas y una enseñanza acusatoria oscurantista entre decenas de
etcéteras. A los 31 años “asumió a la izquierda”, muy viejo en época de
estudiante preñada de contradicciones antagónicas. En 1972, se afilia a un PCE
con años de traición interna y en lucha obrera, años de pactos y negociaciones
secretas, pero cantadas, acorralamiento de militantes revolucionarios,
expulsiones, cambios políticos, presto a formar parte de lo que en breve se
avecina “la reconciliación nacional”. Cinco años después entra a formar parte
del Comité Central, en 1977, en cohete directo programado para los pactos de la
Moncloa, y demás pesadillas, ajenas al fusilamiento en masa de los abogados de
Atocha y el autentico dirigente Julián Grimau asesinado, entre otros. Una vez
aquí inicia una “carrera política”, sin apagones, que le encumbra sobre la
cúspide como el “califa rojo” o “faro de la izquierda” (?).
El 2 de enero de
1981, Julio Anguita entrega las llaves, y la propiedad del convento de Santa
Clara (propiedad municipal) a Ali Kettani, hijo del consejero del rey Haled de
Arabia Saudí. Ese mismo año, el 2 de abril de 1981, el Rey recibe en el Palacio
de la Zarzuela de Madrid, de manos del alcalde de Córdoba, Julio Anguita, la
medalla de oro conmemorativa de los tratados de Córdoba de Veracruz (México) de
1824. Según el diario de Córdoba, también en el 1981, el rey recibe de las
manos de Anguita la medalla de oro de la ciudad que él regia. “El califa
Anguita” nunca buscó el aplauso del puño sino el aplauso hueco. Frente a un
pueblo y una crisis económica corrosiva, llega el 15M, mediático, y asoman a la
calle las imágenes de espejos sin luz desde el planeta del sol, Anguita Califa
dijo “como tutor de la izquierda”: Somos los hijos de Fernando VII, un pueblo
que gritaba ¡Vivan las cadenas! Y que hoy está entontecido por la “Roja” (y ahí
quedó suspendido el triangulo de las Bermudas sin aclarar si se refería al
fútbol, comunismo, o a la de Hugo Chávez). Su primer hijo, Julio, se hace
corresponsal del imperio de los EEUU, donde se preparó para cubrir la invasión
a Iraq, falleciendo en 2003, en Bagdad, como corresponsal de Nueva York. En
palabras de su hermana Ana: “En Córdoba tiene sus raíces, su casa, sus padres.
Pero a veces es mucho más importante el lugar que eliges. Tu ciudad es la que
eliges. Por eso, Nueva York es su ciudad. Según Anguita padre: “Mi hijo mayor,
de 32 años, acaba de morir cumpliendo sus obligaciones de corresponsal de
guerra. Ha cumplido con su deber, y yo por tanto voy a dirigir la palabra para
cumplir con el mío: HA SIDO UN MISIL IRAQUÍ. Pero es igual, lo único que puedo decir
es que vendré en otra ocasión y seguiré combatiendo por la tercera república.
Malditas sean las guerras y los canallas que las hacen”. No acuso, solo señalo,
que la medida que aconsejó como “tutor de la izquierda” para deshacerse
socialmente del fenómeno Herri Batasuna (HB), no es muy ajena a la tomada por
su hijo, como corresponsal del imperio de las guerras, que al parecer él
maldice, esas malditas, como la del ejercito español del General militar contra
la República, que no era precisamente la asumida según el propio Anguita, por
Ortega y Gasset. Declara públicamente Anguita padre refiriéndose a su primer
hijo muerto por un misil iraquí: Gracias a él no le temo a la muerte. No quiero
decir con ello que tenga un sentido trascendente de la vida ni que me vaya a
encontrarme con él “pero si él ya ha dado ese paso, no me importará seguirle”.
PD
No es Julio
Anguita, es José Diaz, secretario general del PCE -durante los años de ofensiva
golpista- dice en 1937, sobre la República: “Dado el carácter de la lucha que
se está ventilando en el Estado español y su repercusión internacional, es
necesario definir, declarar, para que lo comprendan todos, por qué luchamos.
Luchamos por la República democrática, por una República democrática y
parlamentaria de nuevo tipo y de un profundo contenido social. La lucha que se
desarrolla no tiene por objetivo el establecimiento de una República democrática
como puede serlo la de Francia o la de cualquier otro país capitalista. No; la
República democrática por la que nosotros luchamos es otra. Nosotros luchamos
por destruir las bases materiales sobre las que se sientan la reacción y el
fascismo, pues sin la destrucción de estas bases no puede existir una verdadera
democracia política. En nuestra lucha, perseguimos el aniquilamiento de las
bases materiales de la España semifeudal, arrancando de cuajo las raíces del
fascismo; es decir, aspiramos a conquistar y a consolidar lo que no logramos ni
el 14 de abril ni después del triunfo electoral del 16 de febrero. He ahí donde
reside el sentido de nuestra lucha; he ahí lo que puede explicar por qué
nosotros defendemos la República democrática y parlamentaria. Y esto es
necesario que lo sepan todos; es necesario que todos sepamos a dónde vamos y
qué queremos y quiénes han sido siempre los enemigos del pueblo, los que
constituían las castas que dominaron secularmente España.
Necesitamos
aniquilar a los grandes terratenientes que han participado en su totalidad en
la rebelión militar fascistas; necesitamos llevar a cabo la nacionalización de
sus tierras, entregándoselas a los obreros agrícolas y a los campesinos, para
que las trabajen, individual o colectivamente. Necesitamos también destruir el
poderío económico y político de la Iglesia, que era un centro de conspiración
contra los intereses de las masas populares y uno de los puntales más firmes de
la España semifeudal, y para esto debemos ir a la confiscación y
nacionalización de sus bienes.
Necesitamos ir
también a la liquidación del militarismo, del espíritu de casta, alma de un
Ejército puesto al servicio de la España semifeudal como instrumento de
represión de las aspiraciones progresistas del pueblo y como parte integrante
de las fuerzas de la reacción, enfeudada a los fascismos alemán e italiano,
promotores de guerras y esclavizadores de pueblos. En lugar de este viejo
Ejército militarista, hay que cimentar y desarrollar un gran Ejército Popular
con cuadros fieles a la causa de la República, del progreso y de la paz, única
garantía para la consolidación de las conquistas ya logradas y la defensa de
una España libre, próspera y feliz. Tenemos que desarticular asimismo las
grandes oligarquías financieras, bancarias e industriales íntimamente
vinculadas a los grandes terratenientes y a la Iglesia, que obstruían el
desarrollo normal de la economía del país. Es necesario proceder a la
nacionalización del Banco de España y de las industrias básicas del país, como único
medio de coordinar y financiar la producción, para hacer frente a las
necesidades del frente y de la retaguardia. Además de estos puntos
fundamentales, cuya solución significa la desaparición de las castas
semifeudales que dominaban y la transformación de la base material y social de
nuestra nueva República democrática y parlamentaria, hay que ir, como
complemento de lo que debe ser ésta, al establecimiento del verdadero sufragio
universal, a la participación directa de todo el pueblo en las elecciones y en
los puestos de dirección política y económica del país. Así iremos derechamente
a la instauración de una verdadera democracia, que permitir abrir amplios
cauces al progreso económico, político y cultural de nuestro pueblo. Esa es la
República democrática y parlamentaria de nuevo tipo por la que lucha nuestro
Partido”.
José Diaz, contra
el fascismo en 1937, también iba a contracorriente.
Maité Campillo
(actriz y directora d` Teatro Indoamericano Hatuey)
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