jueves, 28 de mayo de 2020

ESPAÑA INCENDIADA


ESPAÑA INCENDIADA
DAVID BOLLERO
Todo lo sucedido alrededor del cese del coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos huele mal y debería llamar a la prudencia antes de precipitarse realizando declaraciones incendiarias. Sin embargo, el clima de crispación, el partidismo y el poder de los sondeos electorales por encima de los informes sanitarios propicia todo lo contrario, echando más gasolina a una pira que está quemando viva a esta España nuestra.

Con los datos que tenemos hoy en día, el primer error lo cometió el Gobierno. Una vez más, y durante la crisis sanitaria este tipo de torpezas se acumulan, la comunicación hizo aguas por todos lados. La falta de transparencia en este asunto tan sensible ha generado una hostilidad que no hacía falta ser muy inteligente de anticipar. No es de recibo que se anuncie la destitución de Pérez de los Cobos sin más explicación que una "pérdida de confianza", por mucho que se trata de un cargo que requiere de ésta. Es preciso detallar qué ha motivado esa pérdida de confianza, y no se hizo.


Las especulaciones al respecto se dispararon, toda vez que uno de los últimos cometidos de Pérez Cobos fue la investigación de la relación entre la gestión del COVID-19 por parte del Gobierno y el permiso para la celebración de la manifestación del 8-M. Sin conocer más datos, careciendo de información, en lugar de reclamar más transparencia, las derechas se lanzaron a exigir la dimisión del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska.

El mercurio reventó el termómetro político que, a fin de cuentas, es el que está marcando el clima social. El cese de Pérez Cobos y la posterior dimisión del número dos de la Guardia Civil precipitaron el alud de descalificaciones, improperios y salidas del tiesto por parte de la oposición. Ni una sola solicitud de mayor transparencia: parecían tener toda la información (ella y sus altavoces mediáticos).

La situación, lejos de mejorar, empeoraría. Ayer, se revelaban los errores de bulto y la parcialidad en el informe sobre el 8-M que las derechas habían utilizado para agredir al Gobierno. Según la oposición, que este informe cargara de culpa al Gobierno y a Fernando Simón era la causa del cese. Conocido el informe, observamos que contiene errores tan garrafales como indicar que la OMS declaró la pandemia el 30 de enero, cuando en realidad lo hizo el 11 de marzo, tres días después del 8-M.

No parece un informe muy objetivo por parte de la Guardia Civil que, con una relación de errores en su confección, concluye que "a partir del 5 de marzo de 2020 no se debería haber realizado ninguna manifestación", cuando el mismo 7 de marzo, un día antes de la manifestación feminista, la directora de Salud Pública de OMS, María Neira, daba su visto bueno para la celebración.

La revelación de todos estos errores en ese informe no ha cambiado ninguna de las posturas. Desde el Gobierno continúan instalados en una versión de cambios en la Guardia Civil para impulsar su organización, y las derechas hacen caso omiso al informe torticero. Si éstas lo tomaran en consideración, su discurso para seguir desgastando al Gobierno se vendría abajo. Ni siquiera hoy, un día después de conocer los hechos, cambiarán su discurso durante la Sesión de Control al Gobierno.

Si a ello sumamos la torpeza del Ejecutivo de aprobar el tercer tramo de la equiparación salarial de Policía Nacional y Guardia Civil, con una subida retroactiva de hasta un 20%, justo ahora, lo que parece una cortina de humo -en el mejor de los casos, en el peor, una compra de silencio-, tenemos un totum revolutum de despropósitos.

Todo nos conduce al mismo punto: a una España incendiada en la que quienes deberían estar remando en la misma dirección, toman los remos y se atizan con ellos. Mientras, el incendio avanza y, enzarzados en peleas de patio de colegio por culpa de unos y otros, llegará un punto en el que las cenizas nos cieguen del todo y obstruyan por completo nuestras vías respiratorias... pero de esta crisis iba a salir un mundo mejor, decían algunas personas.

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