ESPAÑA INCENDIADA
DAVID BOLLERO
Todo lo sucedido
alrededor del cese del coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos
huele mal y debería llamar a la prudencia antes de precipitarse realizando
declaraciones incendiarias. Sin embargo, el clima de crispación, el partidismo
y el poder de los sondeos electorales por encima de los informes sanitarios
propicia todo lo contrario, echando más gasolina a una pira que está quemando
viva a esta España nuestra.
Con los datos que
tenemos hoy en día, el primer error lo cometió el Gobierno. Una vez más, y
durante la crisis sanitaria este tipo de torpezas se acumulan, la comunicación
hizo aguas por todos lados. La falta de transparencia en este asunto tan
sensible ha generado una hostilidad que no hacía falta ser muy inteligente de
anticipar. No es de recibo que se anuncie la destitución de Pérez de los Cobos
sin más explicación que una "pérdida de confianza", por mucho que se
trata de un cargo que requiere de ésta. Es preciso detallar qué ha motivado esa
pérdida de confianza, y no se hizo.
Las especulaciones
al respecto se dispararon, toda vez que uno de los últimos cometidos de Pérez
Cobos fue la investigación de la relación entre la gestión del COVID-19 por
parte del Gobierno y el permiso para la celebración de la manifestación del
8-M. Sin conocer más datos, careciendo de información, en lugar de reclamar más
transparencia, las derechas se lanzaron a exigir la dimisión del ministro del
Interior, Fernando Grande-Marlaska.
El mercurio reventó
el termómetro político que, a fin de cuentas, es el que está marcando el clima
social. El cese de Pérez Cobos y la posterior dimisión del número dos de la
Guardia Civil precipitaron el alud de descalificaciones, improperios y salidas
del tiesto por parte de la oposición. Ni una sola solicitud de mayor
transparencia: parecían tener toda la información (ella y sus altavoces
mediáticos).
La situación, lejos
de mejorar, empeoraría. Ayer, se revelaban los errores de bulto y la
parcialidad en el informe sobre el 8-M que las derechas habían utilizado para
agredir al Gobierno. Según la oposición, que este informe cargara de culpa al
Gobierno y a Fernando Simón era la causa del cese. Conocido el informe,
observamos que contiene errores tan garrafales como indicar que la OMS declaró
la pandemia el 30 de enero, cuando en realidad lo hizo el 11 de marzo, tres
días después del 8-M.
No parece un
informe muy objetivo por parte de la Guardia Civil que, con una relación de
errores en su confección, concluye que "a partir del 5 de marzo de 2020 no
se debería haber realizado ninguna manifestación", cuando el mismo 7 de
marzo, un día antes de la manifestación feminista, la directora de Salud
Pública de OMS, María Neira, daba su visto bueno para la celebración.
La revelación de
todos estos errores en ese informe no ha cambiado ninguna de las posturas.
Desde el Gobierno continúan instalados en una versión de cambios en la Guardia
Civil para impulsar su organización, y las derechas hacen caso omiso al informe
torticero. Si éstas lo tomaran en consideración, su discurso para seguir
desgastando al Gobierno se vendría abajo. Ni siquiera hoy, un día después de
conocer los hechos, cambiarán su discurso durante la Sesión de Control al
Gobierno.
Si a ello sumamos
la torpeza del Ejecutivo de aprobar el tercer tramo de la equiparación salarial
de Policía Nacional y Guardia Civil, con una subida retroactiva de hasta un
20%, justo ahora, lo que parece una cortina de humo -en el mejor de los casos,
en el peor, una compra de silencio-, tenemos un totum revolutum de
despropósitos.
Todo nos conduce al
mismo punto: a una España incendiada en la que quienes deberían estar remando
en la misma dirección, toman los remos y se atizan con ellos. Mientras, el
incendio avanza y, enzarzados en peleas de patio de colegio por culpa de unos y
otros, llegará un punto en el que las cenizas nos cieguen del todo y obstruyan
por completo nuestras vías respiratorias... pero de esta crisis iba a salir un
mundo mejor, decían algunas personas.
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