JM AIZPURUA
Les prometo que
todo lo que escribo: es lo que pienso. Y tengo toda una vida ya vivida, en la
que aprendí, y lo bueno que saqué por ella es lo que intento transmitir a los
que vienen detrás. Yo, solo quiero pasear con mi perro por los senderos.
En “nuestro” Estado
estamos, desde los intentos de 1812, pendientes de romper con el pasado y
abordar la modernidad europea. No lo logramos; y nos quedan colonias, nos
quedan naciones reprimidas, nos quedan castas irredentas, y nos queda un rey.
Por ello debemos
dejar que representantes cualificados apartidistas se pongan a crear el Estado
del siglo XXI. Pero ya.
Yo espero que
Felipe, cuando se mire al espejo se conciencie que es simple mortal, y no un
rey, por lo que una abdicación es su único camino digno y no dudo que lo
emprenderá. En el siglo pasado se resolvió este asunto y solo la terquedad de
Franco nos volvió a meter en este lío, permitido por la cobardía de la
izquierda.
Hipocresía y
envidia, fueron siempre las notas del cazurro ciudadano español, bajito y con
bigote, mas o menos Aznar, pero hoy que el yogur hizo milagros y vemos por las
calles a jóvenes ya de talla europea, ¿por qué no abandonar los viejos vicios,
los tópicos sin base?
Por la falta de
resolución, por estar siempre justificando un pasado inexistente y a su sombra,
la pandemia nos encontró mal pertrechados y la saturación del sistema
sanitarios con la inutilidad del mando único, nos condenó a los ancianos al
desamparo, a entrar en hileras de camas sin el consuelo familiar, a morir
asfixiados y ser enterrado en la forma menos digna que hubiéramos imaginado.
Esto nunca podrá ser perdonado, y menos que se aplaudiera desde los balcones.
Hay que darle otra
vuelta a este Estado y su Constitución.
Pero no para
empezar a cornadas entre todos, no; sólo para encontrar caminos diferentes pues
el otro lleva tres siglos fracasando para todos menos para el reducto de casta
que como el corcho; siempre reflota. ¡Basta ya!
Hay que abrir el
mando a la meritocracia. Empezando por las togas que están manchadas de
amiguismo partidista. ¿Qué hacía un filósofo dirigiendo sanidad? Todo es un
despropósito con un orfeón de ministros-as en los que solo ha brillado Yolanda,
que estaba en lo suyo. Seguir así es absurdo y un replanteamiento ministerial más
austero se impone.
Hay que analizar
nuestra sociedad, ver sus debilidades y colocar a personas con ideas nuevas
para acabar con ellas, sin tratar de buscar fórmulas para apaciguarlas y
conservar la lacra.
¿Qué no es fácil?
¿Y a usted le es fácil la vida?
Hagamos lo que
nunca se hizo, lo primero dejar de trepar y mangar, y luego resolver el paro
crónico que es la nota que marca al Estado Fallido en que nos hemos convertido.
Este Estado para ricos, ignora que hay pobres, que hay tontos, que hay
enfermos, y que sus necesidades son prioritarias. La Vida Digna es la clave
para una sociedad, y en ello; no estamos.
Volvamos a la
Democracia: Gobierno del Pueblo, por el Pueblo y PARA el Pueblo (no para la
casta).
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