SOBRE “AGÜITA PASADA”, DE
VÍCTOR RAMÍREZ,
LIBRO PUBLICADO EN 2005
POR
ISIDRO
SANTANA LEÓN
Sí: Agüita
pasada, otro tomo de la colección "Reflexiones
periodísticas" de Víctor Ramírez que ve la luz, también, para
iluminarnos a todos aquellos que la leamos.
Se suele
decir, que agua -o agüita- pasada no mueve molino, pero como toda génesis, ésta
deja su consecuencia: tuvo que existir esa primigenia correntía, para darle
inercia a la maquinaria creativa de nuestro autor. Concretamente, a esa
creatividad literaria canaria -y por ende universal, esencialmente necesaria en
estos tiempos de total alienación y atoletamiento, que coloca a nuestro pueblo
en la pusilaminidad y esquizofrenia más absoluta, causada por el colonialismo
español -claro.
Sabores hay para satisfacer todos los
gustos, tanto como elementos que consumen sin degustar, sino por imperativo del
marketing. Pero es la obra -en general- de Víctor Ramírez, una demanda
histórica, o la que sempiternamente estuvo ausente en la literatura de nuestra
colonizada nación, (en nuestra literatura nacional, por mucho que a algunos no
les guste) precisamente por esa situación de sojuzgamiento a nuestra Patria
Canarias.
No quiero con
esto idolatrar al compatriota Víctor (pues sólo ensalzo e idolatro la
independencia de mi nación), y mucho menos subestimar las libertarias obras de
otros compatriotas, con cuales han aportado luz a este penumbroso y lugubresco
gran episodio de inclemencia colonial. Permítaseme referirme a: Secundino
Delgado, Juan Álvarez Delgado, Manuel Alemán Álamo, Hermógenes Afonso (nuestro
Hupalupa) etec.; todos ellos ya ausentes, como a los presentes: nuestro
entrañable Francisco Tarajano, Alfonso Osahanan, Pablo de Lucas, José Almeida,
entre tantos
otros, que si no los he mencionado siéntanse también aludidos. Pero en este
momento es de rigor, hacerle el merecido reconocimiento a Víctor Ramírez.
Decir de éste escritor nuestro que es
un gran narrador, es decir perogrullada -para los que afortunadamente lo
leemos. De todos es sabido su exquisitez con la pluma, su particular estilo,
sus técnicas y tablas literatas. (¡Qué más quisiera el sistema colonialista
español y sus esbirros en la colonia que Víctor se quedara sólo en eso!).
Pero detrás de
esa elegante forma de componer los textos, existe inexorable e inmutablemente,
arraigada la filosofía. Su pensamiento que
plasmado en
grafía u oralidad, denuncia y desnuda incansable, implacable y gallardamente,
el abusivo poderío del imperialismo borbónico español, que empurra la voluntad
del pueblo al que él pertenece, y que lo sitúa en la animalización más abyecta.
(Estoy convencido como él dice, que lo arrastra la compasión con los
injusticiados). La denuncia de la inaceptable situación que nos aborda, la
exigencia -legítima- de la libertad -de la independencia de nuestra patria-, es
aún más desgarradora directa e inteligible, en sus reflexiones y artículos.
(Por lo menos desde mi modesta opinión).
En algunas ocasiones que ha salido a
colación la pluma de Víctor Ramírez, las sinuosas valoraciones de algunos son:
"Víctor Ramírez es un gran escritor PERO... su forma de decir las cosas
son muy duras, son muy atrevidas, son muy peligrosas..." y yo me pregunto:
¿Pero no es duro el estatus colonial que se
nos impone?, ¿no es peor que el atrevimiento de nuestro autor, callarse y dejar
a nuestro pueblo bajo la bota de la tiránica ocupación española, que perpetúa
encadenando nuestro destino con la intimidación de la fuerza de las armas?, ¿y
no es un peligro vivir esclavizadamente, merced de migajas europeas de donde
medran los esbirros de ultramar, en detrimento de nuestra vertebración
nacional, del desarrollo de nuestra economía, del alcance de nuestra
emancipación como
colectivo
igual a otros colectivos libres del mundo? Yo lo llamaría honestidad, decoro,
coherencia..., es mas, se debiera ser agradecido con él, porque es uno de los
pocos guanches que continúan alzados y dando la cara, en nuestra putrefacta
sociedad colonial ¿Por qué hay que negar la cruda realidad?,
¿Por qué hay
que cerrar los ojos e inhibirse en la cobardía?, ¿acaso es esa actitud más ejemplar,
mas decorosa, más humana? ¿Ver a tu familia, a tu pueblo, a tu patria,
sorroballados por los intereses foráneos, a complacencia de la arbitrariedad
del colonialismo español sobre nuestra patria y, sobre todo, para sus intereses
metropolitanos?
¿Cómo se puede ser tan hipócrita de
pedir la libertad de ajenas madres patrias, cuando tu madre es violada
sistemáticamente ante tu presencia, indolencia y aquiescencia? ¡Claro, que así,
no te enfrentas a tu enemigo, sino que es tu enemigo -el imperialismo español-,
quien te da permiso para que te enfrentes al enemigo de otros, y así te evadas
de la cercana realidad que te toca cambiar!
Por desgracia,
así es la mayoría de nuestro pueblo canario -donde la responsabilidad toca más
de cerca a los "ilustrados e ilustradores"- y Víctor Ramírez,
lógicamente, describe su situación y su perfil. (Y yo también me sumo a decir
verdades ¡como que no!).
En muchas
ocasiones he escuchado de la boca de nuestro compatriota Víctor, que ha elegido
la soledad solidaria, y en efecto, he comprobado que esta la ejerce, y la ha
ejercido -conmigo en particular-, no de forma material, sino moral, espiritual.
Gracias a él, que acicateó sobre de mi
complejo -o indecisión- de
colonizado, pude
yo publicar, y me consta que así lo ha hecho y hace con otros
incipientes
escritores.
Pero aún así -como el dice: no deja de
existir la endofobia en nuestra malhadada patria. El cainismo, es parte de la
personalidad adiestrada del colonizado, que prefiere ver superior a su amo que
a su hermano.
Sé perfectamente que lo han tachado de
narcisista; sé que se han hecho especulaciones sobre su norte político; sé que
lo han calumniado; que lo miran con lupa a ver qué fallo puede cometer, y hasta
se ha llegado a elucubrar sobre sus aspiraciones de obtener el Premio Canarias.¡
Bendito narcisismo compatriotas, si todos los narcisismos fueran tan biófilos
como el de él.
Y si te dan el Premio Canarias,
compadre: ¡cógelo!, ¡aunque sea colonial!: Aquí colonial son hasta los calzoncillos que nos ponemos. -Quien
los use, por su puesto.
Por suerte,
por azar, o por merecimiento, o por cualquier otro motivo, lo
nombraron
miembro de la Academia Colonial Canaria De La Lengua. Pero para desgracia de
los conjeturadores, su discurso protocolario de entrada en dicha entidad,fue
tan contundente como de costumbre. (Entendiendo esa contundencia como
erradicación de la autocensura, siempre presente -y salvando a algunos- en
nuestros intelectuales, docentes etc.)
Yo estuve presente y me deleité hasta
el paroxismo, mirando a Eligio Hernández (pretérito fiscal general del
Borbonato), como doblaba la cerviz ante el implacable, revolucionario e
independentista discurso de nuestro Víctor. (De todas formas, aquel ya estaba
acostumbrado a doblar la nuca ante su amo el Borbón, de la misma forma que
demandaba que se la doblara el pueblo amedrentado, cuando era Gobernador Civil.
Posiblemente, como buen sátrapa: también se apuntaría en los devenires de la
patria libre para poder mirar desde las alturas. -Hay vicios que nunca se
superan compadre).
Es Víctor
Ramírez, un personaje sui-géneris: reciente de haberle dado con un tenique en
el hocico al colonialismo español, se emprende tan tranquilo por corrido de
José Alfredo Jiménez -su ídolo-, pero como siempre, las cuerdas de su guitarra
cumpliendo más años que el abuelo "Ignacio Perpetuo". (La rebeldía
solidaria le fluye por instinto natural).
Llegué a preguntarle en su momento a nuestro
anfitrión: que ¿"cómo era eso de que eligieran o admitieran a un
independentista confeso en la academia colonial? Él me respondió, "que no
sabía ni se lo esperaba, pero visto -y comparto su criterio- que en este
colonizado país, los independentistas tenemos coartada la libertad de
expresión, desde las
prensas
privadas hasta las televisiones públicas, cualquier herramienta o
cualquier
terrero, era bueno para bregar... Pues no ha defraudado a nadie.
Hasta ahora
-que yo sepa-, Víctor Ramírez no ha rehuido la brega, sino que emburra metiendo
el hombro en el pecho del coloniaje, intentando partirlo pá tras. Continúa
hiriéndolo, abriéndole fisuras en soledad, porque carecemos de organización
política y social, para tumbarlo colectivamente.
Creo que es demasiado lo que hace,
visto lo descomunal que es la estructura colonial.
Bien sabe él
que su aguja en el compás no puede variar, porque si lo hiciera, no sería quien
es: uno de los grandes del pueblo. Y aunque a la mimosería intelectual
burguesa, arrastrada y esbirril -acuartelada en el parnaso elitista del sistema-,
sedienta de premios, reconocimientos, estatus, dinero, etc., quieran
estigmatizar a nuestro Víctor (como lo han intentado con otros intelectuales
independentistas), se han jodido los culificistas.
Porque Víctor
Ramírez es más grande que ellos, a pesar del cuartel, rédito y publicidad con
que el sistema -sobornadoramente- les calienta la barriguita, a sus mayordomos
de la pluma colaboracionista españolera.
Y creo que Víctor seguirá su misión -tal como
dice nuestro insigne Frantz Fanon-, no sólo porque sea un intelectual nacido en
el popular barrio de San Roque -cual seguramente también ha conformado su
psicología- sino porque porta en los genes -probablemente inherente de esa
estrecha relación y descendencia con y del pueblerío-, con la sensibilidad y la
decencia de sentir: la barriga vacía, la cabeza tarada, el desamparo social, el
desahucio territorial, o en definitiva, la criminal sojuzgación al pueblo que
él pertenece.
Señalan los
intelectuales servilistas canarios, que no existe una literatura
canaria. (Uno
puede que esté colonizado -no me queda la menor duda-, pero que el españolismo
a estos lacayos le ha robado la decencia -si alguna vez la han tenido-,
¡seguro!).
Lo que en realidad no existe, es una
literatura española. (Mirando a España "Sociedad Anónima" como una
entelequia, amarradita con débiles
hilos que se
corroen, ya que no se fraguó esta por voluntad popular como un estado -y menos
como nación-, sino como una estructura monárquica impuesta sobre la voluntad de
los diferentes colectivos humanos que la "componen", renqueante por
las grandes contradicciones y derechos de las naciones anexionadas
ilegítimamente).
Sí existe por
el contrario una literatura catalana, vasca, andaluza, castellana, canaria... Y
lo lógico es que para estos canarios perrarios, intelectuales españolísimos, al
carecer ellos de nación, de patria -es decir, de decencia-, no les quede otra
opción que agarrarse a la entelequia que los incentiva y premia, por
desorientar y castrar psicológicamente al pueblo a que pertenecen.
Es lógico, porque reconocer una
literatura canaria es reconocer a Canarias como una nación. Porque escribir
literatura canaria, es escribir sobre la realidad colonial que -como maldición-
subyuga a nuestra patria hace más de cinco siglos.
Porque transmitir una literatura
canaria, es trasmitir e instruir al pueblo -engañado y estafado perversamente-,
sobre su intrínseco derecho a la libertad: a la independencia. Pero es mucho
pedir, para quienes como escatófilos se nutren de los excrementos colonialistas,
como único medio de trepar: para poder escribir, y publicitarse con su aparato
de propaganda, siempre con fines personales y mezquinos. (Pues no serían ellos
relevantes, sin el colonialismo, al fin y al cabo coexisten simbióticamente).
Sí existe una
literatura canaria, que no es precisamente esa: mística, surrealista,
ignorantadora, tergiversadora y manipuladora, utilizada por la
intelectualidad
perraria y lamelona; sino que la ejercen e instruyen (en aquellas rendijitas
que se pueda colar luz, arriesgando el medio de supervivencia, y siendo objeto
de sutiles represalias y persecuciones) hombres honrados, insobornables y
solidarios, sí: independentistas canarios.
Emanada esta de su pensamiento, de su
sentir, del conocimiento empírico de la situación opresora, o de la denuncia de
la flagrante violación de los derechos humanos y otros derechos fundamentales,
que -por infortunio-, le ha tocado vivir a nuestro pueblo. Pues es de él y su
condición, de donde fluye -irrefutablemente- la literatura canaria, que los
abusadores y su escuela de sofistas interesadamente niegan. (Es mucho pedir
para gente tan egoísta, tan canalla y tan cobarde, que escriban verdades).
¿Qué es
entonces la literatura?, ¿acaso no es una herramienta de comunicación que sirve
para estampar los aconteceres cotidianos, la vida, el pensamiento, la realidad
vital...? ¿Acaso no hay en Canarias una realidad vital -además perversa,
corrupta- sobre la que escribir? ¿O es que interesa seguir describiendo a
Canarias como el paraíso donde nadie se queja y nunca pasa nada?
Como herramienta, que es la literatura,
se puede emplear para reparar o para destruir. Y es precisamente para este
último menester, para lo que la emplea el imperialismo español y sus secuaces
aquí en su colonia: para aniquilar el entendimiento, el alma del pueblo
canario.
Pero se seguirá diciendo que no
existe
literatura canaria -y menos anticolonial- sino literatura española
-colonial y
oficializada- y cualquier otra de allende los mares, menos la
canaria. (De
pena: en plena era de las comunicaciones se continúa diciendo seis siglos
después, que los canarios no tenemos alma; y lo peor es que son canarios los
que lo dicen).
En el artículo
"Canarias no es España" (pagina 45 de este libro) nos comenta el
autor: "La leo cada momento: camino del sur, por San Cristóbal. La pintada
es grande, no habrá quien no la vea (algunos desviarán la vista, tragando
rencor).
Ayer volví a verla: implacable en su
sencilla y grandiosa contundencia. La entiendo como "Canarias no es parte
de España, sino posesión; Canarias no está unida, sino sometida por el poder
Español; la salida para ser un pueblodigno es la independencia".
Inequívocamente es ese entendimiento: la
autodeterminación personal de Víctor Ramírez, es decir, el convencimiento de
que pertenece a un colectivo cultural y antropológicamente -diferente al
español- con el que está profundamente identificado y enraizado. (Ojalá
compadre, esa pintada llegue tan profundamente a nuestro pueblo como a
nosotros. Aunque no ignoramos, que tenemos tan asumido nuestro diferencial, que
ya no nos inmuta sabernos canarios y no españoles, es algo natural, absorbido
con la evolución de la conciencia. ¿Tú que opinas?).
Evidentemente,
Canarias no es España -además, España no se sabe lo que es y Canarias sí. Pero
no es menos cierto, que ese artificial paisoide, ha ingerido por la fuerza en
la psique del pueblo nativo canario: tratando de
desculturizarlo
-a plenitud- de su ancestral modo de vida, encivilizándolo de costumbres
exógenas que -por desgracia-, ha creado una gran confusión y trastorno sobre el
entendimiento de nuestro pueblo, en referencia a su identidad.
De esa distorsión e indefensión en
nuestra gente, se ha nutrido precisamente el imperialismo español y sus
testaferros ultramarinos: para hacer efectivo su colonialismo, y por ende, la
esclavitud del pueblo colonizado y la sustracción de sus riquezas.
Pero no se
detiene el colonialismo en su afán y desconfianza, al no creerse
resuelto con
los métodos antes mencionados -y la mayoría de las tropelías que no se han
dicho-, pero que están anotadas en nuestra historia: "En nuestra
literatura canaria".
Queda la geografía, y para nuestra
gracia, no se ha inventado tecnología que pueda remolcar al Archipiélago
Canario hasta el mar Mediterráneo. (Igual se inventa, y después los británicos
le arrebatan las
islas).
Pero más allá de la ironía, hoy se hace
algo similar: destruyen el singular paisaje del archipiélago, para mimetizarlo
de múltiples y heterogéneos aspectos foráneos.
(Si antes desvistieron al guanche -al
mauro- de sus atavíos, hoy desvisten la faz de nuestra patria. Si antes
intentaron arrancarnos el alma, hoy intentan arrancarnos también la piel). Esto
parecerá trivial, pero todo lo que hace España en Canarias -directamente o a través
de sus mayordomos coloniales, tiene su consecuencia nefasta.
Hablábamos
sobre este particular el compatriota Víctor y yo no hace mucho tiempo. ¡No
puede España vencer a Canarias! Nuestra geografía y enclave geográfico se
impone...
¡Mira que es bondadosa nuestra madre
patria!: han sucumbido muchos de sus hijos, han claudicado muchos de sus hijos,
la ha traicionado y vendido muchos de sus hijos, pero ella, malhadada,
lacerada, nos sigue trasmitiendo entusiasmo y valor, para seguir adelante.
Sí, conversábamos
a cerca de la influencia que tiene nuestro paisaje sobre
nuestra
esencia. Todo pueblo mantiene una confidencial e indescriptible armonía con su
entorno, y el canario, por su puesto.
Nuestro mar, nuestros riscales,
nuestros barrancos, nuestro clima, nuestros olores, nuestros sonidos, nuestra
vegetación... han conformado nuestra psicología y personalidad.
En el medio, han quedado incólume
nuestros pastores (pertenecientes estos a las mismas familias de pastores
precoloniales), nuestros labradores, nuestros artesanos, nuestros hierberos,
nuestra transmisión oral, nuestra toponimia, nuestro patrimonio arqueológico...
Todo un conglomerado etnográfico
precolonial -particular de nuestra nación- vigente en la sociedad actual, y
desapercibido para la mayoría de los guanches de hoy. Pues en todos estos
siglos, la dominación extranjera y católica, no ha podido extinguirnos en su
totalidad como han anhelado.
Gracias a nuestra patria, que es como
si nos hablara. (Y en realidad nos habla, pero no la escuchamos).
Es este un
motivo mayor para el colonialismo, por lo que han de erosionar todo el paisaje.
Borrando con ello cualquier vestigio de identidad canaria, y así travestir
-cual fulana- a nuestra tierra, dispuesta para los deseos lascivos de todo
advenedizo. Y lo peor, es que con esas actuaciones nos desarman totalmente como
colectivo humano singular, arrebatándonos el diferencial cultural que aún
conservamos, para así crearnos un alma sumisa y no reclamante.
(Por eso la dominación colonial en
Canarias es apabullante, abusadora; la esclavitud nunca se ha erradicado en el
pueblo canario, sencillamente ha mutado).
Si de consuelo
valiera, me gustaría señalar que el colonialismo no avanza, que es el
colonizado indolente el que retrocede. Retroceder, inhibirse, acomodarse,
claudicar... no sólo es un acto de cobardía, sino de criminalidad: es un acto
de potencial filicidio.
Somos los canarios y canarias actuales
los culpables de que el futuro de nuestros hijos sea cierto o incierto. Depende
de los canarios actuales, que nuestros hijos no caigan en manos del depredador
o del esclavista. Depende de los canarios actuales que nuestras hijas e hijos
no se hagan presa de los proxenetas, de las mafias, de la droga, de la
alienación, del consumismo, de la incultura, del desamparo, de la marginalidad,
de la segregación racial (que aunque parezca exagerado, se practica cada vez
más descaradamente con nuestro pueblo).
Depende de los
canarios actuales, la formación de la generación venidera, y el derecho a vivir
en la tierra que nuestros abuelos nos han dejado -esta que el colonialismo
español a través de sus esbirros nos arrebata o nos
expulsa de
ella.
En conclusión, de dejarles una Nación
Canaria más digna que la que tenemos, para que ellos así se la dejen a sus hijos
-de quien la tenemos prestada. Futuro que hay que construir, y materializar con
la independencia.
Lo contrario, reitero, además de
despreciable egoísmo, es un auténtico filicidio.
*
En la página
(188) de "Agüita pasada", menciona Víctor Ramírez una reflexión de
Albert Memmi (el tunecino judío) de la obra de este "Retrato del
colonizado" que dice lo siguiente: "El papel del escritor colonizado es demasiado difícil de asumir:
encarna todas las ambigüedades y todas las imposibilidades del colonizado llevadas
a la máxima potencia”.
A esta asevera Víctor Ramírez: ¡Claro
está que la primera condición es saberse y sentirse colonizado! Esta
reflexión del tunecino y la reafirmación de de nuestro escritor, me impactó
sobre manera cuando lo leí.
Pues mas allá
de su teórica exposición, en algunas vicisitudes de mi vida -que no vienen al
caso-, he tenido que usar esta empíricamente. Es totalmente cierto y yo lo
llamo aceptación. (Aceptación "que no significa asimilación ni
conformismo").
Hay inexorablemente que aceptar la
realidad, para convencernos de
que esta
existe. Hay imprescindiblemente que comprender y aceptar que se está
colonizado, si se quiere cambiar el rumbo de la situación. Echo manos de
analogía: es lo mismo que el enfermo que tiene que aceptar que padece una
patología, para conscientemente ponerle remedio a esta.
Es de suponer que quien no acepta que
padece una enfermedad que le han diagnosticado, nunca llegará a sanar, porque
la enfermedad, no admite la negación del enfermo y acaba por matarlo. O aquel
individuo que desconoce que padece una enfermedad, y esta, obviando su
desconocimiento, también acaba fulminándolo.
Y por último,
a modo de silogismo -si se quiere-, está la persona que es conciente de que
padece una patología y decide tratarse. Esta, probablemente sobrevivirá. (Sabia
reflexión "aceptar que se está colonizado para poder liberarse"; pero
lógicamente, hay que seguir un tratamiento, este se llama: lucha anticolonial).
Aunque desgraciadamente, también existe
elementos -muchísimos, y salvando la decencia de las pocas excepciones- que se
alimentan de esta patología: Los parásitos cancerígenos. Quienes deberían ser
la legión de anticuerpos, que incentive a nuestro pueblo -y más directamente a
nuestros jóvenes- contra de la patología colonialista, se han convertido
-paradójicamente- por el contrario, en los auxiliadores del dañino virus.
Como rémoras, se han colgado de su lomo
depredador y comen de la carroña de sus dientes: de los restos putrefactos de
nuestro pueblo. Yo no le exijo a nadie la misión que debe cumplir.
Se accede a la docencia, bien por
vocación -eco este muy retumbador en los profesionales-, por supervivencia, o
exclusivamente por asegurarse el futuro. Pero sí demanda y exige la situación
social y política en que se vive, actuar y enseñar en consecuencia. Por
consiguiente, creo que sabemos -sobradamente- de qué adolece Canarias y que
solución hemos de darle. (No nos escondamos).
El motor
dinamizador para cambiar una situación -cualquier situación- es
indiscutiblemente
la juventud y más concretamente la perteneciente al estudiantado. Pues es ahí
precisamente donde se pone la mordaza en el cerebro: donde se ejerce la
in-concienciación y se aliena e inocula el entendimiento; a sabiendas que si no
hay juventud no hay futuro, que si no hay juventud reclamante no hay futuro
logrado para la dignificación y el bienestar común de los canarios, sino para
el bienestar de las minorías coloniales y caciquiles de siempre.
Concretamente, aquí en esta sala (a la
que es de agradecer o reconocer que se haya portado imparcial dejando
pronunciarse a todos, "a los independentistas también". Y perdonen si
suena a encomio, lo digo convencido) no hace mucho tiempo, se celebró un acto
protagonizado por Taburiente -nuestro ejemplar grupo musical- y se escucharon
subterfugios y excusas, imperdonables para gente que se dice tan letrada.
Se estaba
entonces analizando la situación cultural en nuestras islas, y la
necesidad
-imperiosa- de una enseñanza nacional canaria, cuando un conocido actor, docente
él y muy agradecido al sistema colonial -porque este lo consuela con dulces
caramelos-, alegó convencido y sin ruborizarse -aunque intentando ladinamente
desbaratar la labor que viene haciendo nuestro grupo musical: "que
Canarias es lo que es, que el avance de la civilización es imparable, que somos
cosmopolitas y ciudadanos del mundo, o que las cosas son así, porque padre Dios
así las quiso.
Además "que ellos, -los docentes-,
no podían hacer nada al respecto sobre los programas de enseñanza, porque estos
los elabora la consejería o el ministerio y había que acatarlos por precepto.
(Los perros
tienen más
dignidad)
Esto me
pareció ignominioso, que viniera de gente que se hace llamar ilustrada y que se
dedican a la enseñanza -yo diría, y son palabras de Víctor, al adiestramiento-;
por lo que tuve que hacerle una observación: "Canarias no puede tener una
enseñanza nacional, como la tiene: Cataluña, Euskadi etc., porque en Euskadi y
Cataluña, se paró el avance de la civilización con su enseñanza. Los canarios
tenemos que asumir todas las culturas nacionales que nos ocupan la casa sin
nuestro consentimiento, y no podemos tener una propia porque somos muy
cosmopolitas; y además, si defendemos nuestra identidad somos unos chovinistas
y hasta xenófobos.
Continué observándole: "que los
docentes no pueden oponerse a los dictados programáticos de los gobiernos de
turno, pero si paralizar la enseñanza, encarándose al sistema y durante el
tiempo que haga falta, cuando se trata de pedir mejoras salariales u otras
prebendas personales.
Yo comprendo
que la gente tiene que comer, que la gente tiene que seguir
viviendo,
¡pero con decencia!, ¡coño!: ¿O es que esa minoría de enseñantes honestos e
insobornables, no tienen estómago..., no tienen vida?
¿Cómo se puede llamar enseñante, al que
no enseña sino oculta, al que no aclara sino neblina, al que no motiva sino
anquilosa? ¿Acaso es mentira que padecemos una situación colonial, inhumana,
contra derecho -incluso- que hay que cambiar en nuestra nación?
¿Sabrán los docentes
canarios, que esta depravada e inclemente situación
que pesa sobre
nuestro pueblo, sólo e irremisiblemente se puede cambiar y adecentar, con la
independencia de nuestra sojuzgada nación? ¡alomejor!
Sí saben ellos sobradamente, cómo ganar
dinero acomodaticiamente y sin arriesgarse -aunque a sus hijos les espere un
futuro incertuoso. Lo peor que le puede pasar a un ente "racional",
es estar podrido por la cabeza, e imperdonable, que encima pudra a los demás.
Yo aprovecho
también este acto -con el permiso del anfitrión-, para hacer
llamamiento a
los profesores honestos, solidarios -y seguramente solitarios-, a confluir en
criterios para formar un cuerpo docente revolucionario, en aras a dar respuesta
a esta infecunda e insostenible situación. Yo les hago un llamamiento, para que
incentiven a nuestro alumnado a consumir literatura canaria, independentista,
de tantos escritores nuestros que siguen siendo tabú o ninguneados en la esfera
intelectual asimilada, y ausentes -claro- en los programas de enseñanza
colonial.
No tenemos por qué buscar fuera los referentes
literarios, -no digo que no se lea lo de otro sitio-, sino que se le de
prioridad a nuestros autores que con tantos sacrificios, (contra de las
barreras que pone el sistema impuesto, donde muchos y buenos han llegado a la
frustración y al hastío, porque las ayudas económicas para publicar siempre van
a los autocensurados o a los que dicen muy poco), aún así -haciendo de tripas
corazón-, han
podido publicar filantrópicamente sus obras.
Obras originales,
repletas de contenidos iluminadores, de asuntos que nos
afectan, que
nos compete en nuestra existencia como pueblo, perteneciente a una nación
diferente a la que nos pintan desde la niñez. Obras exentas de mixtificaciones
ignorantadoras, de conceptos indescriptibles, de prosaísmos insustanciales, de
convenidas evasivas... Obras que -por el contrario-, delatan la alevosía con
que se ha transmitido la historia hecha por los vencedores; que desnuda la
verdadera situación de nuestro pueblo (enmascarada ésta, con apariencia de
primer mundo o mundo civilizado). Obras que ayudan a cultivar la conciencia
personal y de pertenencia a una cultura y un colectivo singular, (y no como
hasta ahora de pertenencia a nada y con la única meta vital de consumir materiales,
como el animal, siempre dispuesto a trabajar únicamente por la comida).
Obras todas ellas cargadas de razones,
para despertar el interés del
alumnado y
seguramente -por identificación- las que acabarían con el fracaso escolar tan
cacareado y preocupante para el sistema demagógico. (Por no reconocer este, que
lo que no sirve son sus banales programas de enseñanza. Quizá, no es que no
valgan sino que, además, no es el número de zapato que le pertenece a los
estudiantes canarios).
Algunos de
esos referentes se encuentran aquí, entre nosotros, y ¡como no!, de
quien se trata
la presentación: nuestro literato canario, independentista,
Víctor
Ramírez. Me amparo en el célebre dicho: si Víctor Ramírez no existiera habría
que inventarlo.
Pero para nuestra suerte y para nuestro
orgullo, y aunque a muchos no les complazca, no hace falta inventarlo, es un
axioma, y aquí lo tenemos presente.
Sólo me queda decir, que lo cuidemos,
porque además de ser de los grandes, es canario, es de los nuestros; y la forma
de conservarlo creando y encendiendo fósforos, no es sólo leyéndolo, sino
además, comprando sus libros.
Por ahí los tiene: hagan un acto
revolucionario, solidario y cómprenlo. No se trata de gastar, sino de invertir
en conocimiento, de invertir en nuestra cultura, de invertir, para nuestra
independencia y en consecuencia, por la justicia social en nuestra gente.
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