JM AIZPURUA
Subir impuestos a
“los ricos”, solamente mencionarlo; es pisarles el callo.
Los ricos, el
oscuro objeto de deseo de las clases medias, el fin de vida de muchos que ambicionan
la riqueza, se ha convertido en algo que PODEMOS tiene entre ceja y ceja, y
creo que es un error. Ser rico no es malo y además es un sueño para todos. Unos
sueñan con usarlo para envidia de los demás, pero otros para crear ONGs o
salvar poblados africanos; hay de todo.
Convencer de que es
ilícito enriquecerse mientras halla nichos de pobreza es la labor de las
izquierdas, pero déjenles a los ricos su nicho, pues si les pisan el callo;
sueltan coces y volvemos al pasado. Les pisas y dan una patada al culo del
obrero y encima le bajan el sueldo.
Los nichos de
pobreza son el fracaso social. En este
siglo XXI europeo, la pobreza debió de ser erradicada pero la ambición
desmedida de la casta y la ocultación de beneficios en paraísos fiscales han
impedido que el Estado de Bienestar, horizonte más bien nórdico que mesetario,
se haya impuesto en el Estado que lleva 500 años tratando de ser España.
¿Dos meses de
cierre “hunden” la hostelería? ¿Y los 40 años de beneficios no dejaron
remanente? Si es así, será seguramente porque se sacaron al exterior ocultos en
valijas que dieron lugar a cadenas hoteleras de otros lares.
Romper esas cadenas
de corrupción es el primer deber de la izquierda; no el heredarlas. Porque hay
dos izquierdas: una transformadora y otra que piensa en quítate tu para ponerme
yo, con siglas diversas, pero con mentalidades militantes de objetivos
contradictorios a la sigla.
Geldi, geldi,
(despasito), tratemos de orientar la labor zurda, la auténtica, la que tras una
legislatura acaba con el nicho de pobreza, no con el de la riqueza.
Esa será la
transformación, el avance social al siglo XXI que tiene pendiente la sociedad
encuadrada, manu militari, en el Estado español. Ello daría la credibilidad
necesaria para emprender reformas de más calado.
Pero hoy seguimos
teniendo dos Españas y ninguna es verdadera; vaya kilombo. Y mientras no exista
un proyecto de Estado, republicano y plurinacional, seguiremos en la Historia
haciendo lo que en los últimos doscientos años: descomponernos en pedazos creando
naciones, ante las arrogantes derrotas de los tradicionales apellidos de la
casta.
El Estado y su
Constitución 1978, fueron la concesión máxima, y única, que los Poderes
Fácticos franquistas permitieron a la oposición, que no consiguió la Ruptura y
hubo de conformarse con la Reforma. Esto es Historia, pero también que aquel
camino no era la llegada; era la salida.
40 años después, se
pretende la involución, y para ello intentan dulcificar la dictadura de Franco
y llamar “terroristas” a los que se opusieron a él y ella. Eran demócratas a
los que el Régimen, perseguía, torturaba y mataba, y no dejaba alternativa
política. Algunos pocos utilizaron la lucha armada como método para derribar la
dictadura, y eso es en mi manera de pensar legítimo hasta el 78, aunque es un
tema controvertido que tiene reservas de conciencia en algunas personas, lo
mismo que las tienen en el uso de armas en la guerra, o de la violencia
represiva del Estado.
Gracias Fco. Javier Iglesias. Yo también
tiraba octavillas como tú, pero a mí no me cogieron.
Lo mejor es no
volver a mirar atrás, y emprender sin esta derecha trasnochada un camino de
resolución de eternos problemas abandonados, territoriales, sociales,
coloniales, pues al final, arrieros somos y por el camino nos encontraremos.
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