JM AIZPURUA
El monarca y
madrileño D. Carlos, alias tres palitos, allá por el 1785 decidió poner a su
finca que llamaba España una bandera para que sus súbditos que practicaban el
esclavismo y sus barcos que traficaban con los esclavos y robaban oro por las
colonias, tuvieran un distintivo propio y diferenciado de los vecinos.
Hartos de monarcas
y su bandera, el Congreso instauró la Republica y una nueva bandera tricolor
pasó a señalizar España y sus ultramares, en 1931.
El Caudillo fascista
Franco, por las armas, destituyó la bandera legal tricolor en 1936-39 y en
adelante colocó la vieja monárquica con un escudo popularmente llamado “el
pollo”.
La Constitución de
1978 instaura la rojigualda como bandera constitucional, sin el pollo, pero en
1981, aparece la inclusión en ella del “escudo de España”, inexistente hasta
entonces, y otra de las maravillas democráticas de nuestro Estado. Se colaron
los iconos de los Borbón y la monarquía, en la bandera, sin que conozcamos el
autor del entroncamiento de Campechano en la enseña de la democracia española.
¡Vaya ojo, vecino!
Ni 500 años, ni una
bandera, ni un territorio. La Historia canta.
Y canta contra
vosotros, estimados fachas, pues evidencia vuestro desatino, vuestro odio y
desesperación, y vuestros camuflajes rojigualdos; la trampa siempre canta.
Salid de las
banderas y a pecho descubierto plantear vuestros programas y resignaros a la indiferencia
popular aunque hoy la casta, los poderes fácticos, la Brunete mediática, os dan
protagonismo como ayer a Rivera, pero os dejarán caer en cuanto el PSOE se
relaje, pues es este el favorito de la casta porque le evita la calle para sus
ajustes oligárquicos.
El Nuevo Estado es
inevitable. La monarquía ha vuelto a demostrar su ineficacia para todo y es muy
cara como jarrón chino. Hoy es el mascarón de proa, de una barcaza sin
potencia.
Nuestra Canarias,
Patria, nación o región, incluso residencia, no resiste más la farsa goda y
necesita que su autoestima crezca con su propia Historia, sus propias aguas,
sus propias islas, y su posición diferenciada para negociar su turismo desde
sus puertos y aeropuertos, y eso ronda con las concepciones de un Estado Libre
Asociado, desde su posición de RUP.
En Canarias,
urgentemente, se debe olvidar la hoja de ruta que llevó a Castilla a perder un
Imperio y comenzar a plantear nuevas fórmulas basadas en los DDHH del siglo
XXI. No hay derecho alguno que permita su paro endémico, su despojo de los
beneficios del turismo, y su horizonte juvenil de camarero precario. La
realidad social de Canarias con las familias caciquiles cercenando las
posibilidades empresariales que los desbordarían, es un atentado contra la
población desposeída, emigrante, mísera y frustrada generación tras generación,
sin más esperanza que sus orillas de promisión.
No es justo que ser
canario, impida el nivel de vida de un europeo, pues dicen que lo somos. Cambie
lo que deba cambiar, pero Canarias Primero, que es donde nacemos, vivimos y
morimos, aunque yo sea un canario nacido en Bilbao, que va camino de un nicho
chicharrero.
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