AGUR JULIO! ¡HASTA SIEMPRE CAMARADA!
ISABEL BURBANO
Hablar de Julio
Anguita es hablar de compromiso, de ideología, de honestidad. Es hablar de una
de las figuras más importantes de la izquierda española de las últimas décadas.
Su pérdida supone un duro golpe para los comunistas, pero también para todos
aquellos hombres y mujeres que sueñan con un mundo mejor, más justo, más
igualitario. Porque Anguita era y sigue siendo un referente admirado en todo el
espectro político y social. Esa ganada admiración responde a una forma de vivir
su ideología que a menudo chocaba con los grandes espectáculos mediáticos que
ya por la década de los 90 ensombrecían la vida política española. No había
‘memes’, ni internet, ni redes sociales, pero sí campañas orquestadas desde el
Gobierno de entonces como la de la famosa ‘pinza’ o la de dibujar al entonces
coordinador general de Izquierda Unida como un loco Don Quijote de la política
española. Claro que al final el tiempo ha puesto a cada uno en su sitio, y
desde luego comparar la figura de Julio Anguita con la de los líderes de
aquellos PSOE o PP provoca sonroja.
Los trabajadores y
trabajadoras le teníamos como ‘uno de los nuestros’, y no solo por su
integridad, por decir las cosas claras donde había que decirlas, sino también
porque nos exigía como votantes, como militantes, como personas. Seguramente
seamos muchos los que vimos por primera vez en persona a Julio Anguita en un
mitin de campaña electoral o en uno de los discursos de la Fiesta del PCE de la
Casa de Campo de Madrid. Cómo no olvidar aquellos esfuerzos que hacía -a veces
daba la sensación de que hasta se enfadada- para que dejáramos de aplaudir y
tratáramos de entender sus palabras, su modesta lección de eterno maestro de
instituto: hay que formarse, ser críticos, hacerse preguntas, analizar,
descubrir entre tantos colorines ese hilo rojo que urde nuestra historia.
Su legado político
es claro y, en líneas generales, tremendamente certero. Fue uno de los primeros
en poner en entredicho el camino que estaba cogiendo la Unión Europea con su
crítica al Tratado de Maastricht, en hablar de la unión de la izquierda desde
abajo o de mantener viva la llama republicana en los tiempos en que nadie se
atrevía a poner un mal gesto al Borbón.
Desde aquella
Córdoba que le vio primero como maestro y luego como alcalde, saltó al
Parlamento andaluz y al Parlamento español, para, acabada su batalla en la
primera línea política, volver a su tierra natal y a su instituto. Pura
honestidad y puro compromiso, eso sí, con un corazón ya para entonces
maltrecho. Los que hemos contado con el inmenso placer de tenerle como
secretario general y como coordinador general del PCE y de IU, nos despedimos
de él como seguro le gustaría: releyendo, analizando sus libros y artículos, y
debatiéndolos tranquilamente, cara a cara, con amigos, compañeros de trabajo y
vecinos cuando la pandemia remita. No tengas dudas, camarada Julio Anguita,
seguiremos adelante.
Isabel Burbano es
Secretaria Política del PCE-EPK Navarra
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