CURAS PEDERASTAS IMPARTIENDO
CLASES DE SEXUALIDAD
POR ANIBAL MALVAR
Varias personas con banderas LGTBI durante la manifestación estatal del
Orgullo LGTBIQ+ 2024, a 6 de julio de 2024.Alejandro Martínez Vélez / Europa Press
Al menos siete diócesis españolas imparten “una terapia” (sic) que promueve el “cambio de sexualidad” a través de “la castidad” y el rezo. O sea, para decirlo sin la hipocresía católica, que los curas quieren instruir a gays, lesbianas, queers y plus para que acaben casados con personas del otro sexo, tengan cuatro o cinco borjamaris e isabeles natividades, voten religiosamente a Vox y al PP, acudan a las misas aquelárricas ante la sede de Ferraz, aplaudan el asesinato de niños e inocentes palestinos, quemen libros de Fonsi Loaiza y de Miquel Ramos, apedreen las clínicas que practican el aborto, arrojen ratas muertas al jardín de los hijos de Irene Montero y Pablo Iglesias, y compren todo en El Corte Inglés, que siempre es lo más importante, sobre todo en estas señaladas fiestas de billetera más suelta que la piedad.
Yo
creo que el movimiento pluriletras de la libertad afectiva y sexual, llamado
más feamente LGTBIQ+, debería organizarse, matricularse formalmente, y acudir
masivamente a esos cursos allá donde se impartan. A veces la calle es eso.
Por
supuesto, a las clases de estos curas revertidores de vicios, los sicalípticos
alumnos habrían de acudir ataviados con sus mejores galas, estilo Día del
Orgullo. Sería orgásmico ver, a las puertas de nuestras iglesias y catedrales,
largas colas de hombres con tangas y faralaes, mujeres vestidas de Rambo
besándose embarradas, pelos y calvas de colores, maricones de toda la vida
ataviados cual obispos, las bravas hembras de Femen con sus tetas al aire en
plan La Libertad guiando al pueblo, y un Coño Insumiso, eso sí, con cinturón de
castidad, para evitar la denuncia de Abogados Cristianos. Todos gritando
“queremos ser normales, católicos y apostólicos” o algo así.
Se
puede dar la dolorosa circunstancia de que nuestro ministro homosexual de Interior,
Fernando Grande-Marlaska, envíe a las sanguinarias Unidades de Intervención
Policial a disolver la turbamulta con sus fálicas y heteropatriarcales
porras. Pero los defensores de la libertad estamos más acostumbrados a recibir
hostias que diálogos, así que sería un día más en la oficina.
Uno
se pregunta, con no poca malicia, qué titulación académica gozarán estos
curillas para impartir cursos no solo de reorientación sexual, sino de
cualquier otra cosa o ciencia o como quieras llamarle. Por eso me encantaría
que mi querida horda de pervertidos fuera admitida en las clases. Y nos contara
qué se enseña allí.
Lo
primero que pediría es un seminario donde nos explicaran por qué abusar de
niños, o apoyar el nazismo y el franquismo, es moralmente admisible, y echarte
un polvazo adulto con quien quieras, no. Hay que recordar que no fue la
Iglesia la que denunció jamás la pederastia en su seno. Eso solo ocurrió, y
pocamente, cuando la prensa y la sociedad civil –que en una cultura inteligente
deberían ser lo mismo-- empezaron a airear casos. Primero unas decenas.
Después, cientos de miles. Nunca sabremos si millones. Pero no creo que en
los cursos sacerdotales de reorientación sexual se aborden estos temas.
Dios es omnisciente solo cuando le conviene.
Que
se permita que una organización con ánimo de lucro, conformada por perversores
de niños (por acción u omisión de auxilio), inquisidores machistas y
negacionistas del saber posea potestad educativa en sexo, convivencia y ciencia
es algo que no acabo de comprender, y me gustaría que me lo explicara nuestra
ministra bolivariano-comunista de Educación, Pilar Alegría.
Por
eso quiero convocar a mis gais, lesbianas, maricones, bolleras, queers y
todófollos para que se apunten a estos cursos, que vayan a curarse a las iglesias,
que hagan largas colas a sus puertas con las galas del Orgullo, que ridiculicen
y escarnien a los beatos fascistas y represores como se merecen. A ver qué
pasa.
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