RUBIALES, EL PATRIOTA
DAVID TORRES
Luis Rubiales, presidente de
la Real Federación Española
de Fútbol. EFE/Rodrigo
Jiménez
Se rumorea que el escándalo de las comisiones por la organización de la Eurocopa en Arabia Saudí no es más que una cortina de humo para tapar el escándalo de las comisiones por las mascarillas en el Ayuntamiento de Madrid. No sería la primera vez que el PP intenta apagar un fuego con gasolina, una táctica que suele dar excelentes resultados en un país apasionado de las Fallas, los volcanes en erupción y los incendios que arden solos.
Como muchas otras
veces, es posible que al artificiero supuestamente responsable de esta
deflagración controlada se le haya ido un poco la mano, tanto que para desviar
la atención sobre Almeida ha tenido que salir el rey Juan Carlos proclamando su
inocencia en un programa de televisión. Lo que, entre otras cosas, presenta la
interesante cuestión de todas las demás ocasiones en las que el rey ha dado la
callada por respuesta. El siguiente paso podría ser la reposición de El mejor
alcalde, el rey, de Lope de Vega, en cualquier teatro madrileño.
Una vez disipados
el humo y el desmentido borbónico, ha aparecido un señor calvo llamado Rubiales
quejándose de que lo quieren crucificar a traición pasada la Semana Santa. En
su comparecencia ante la prensa, explicó que esta manía de crucificarlo le
viene desde que era un niño, cuando una hermana suya se sentó encima de él y le
partió las piernas, haciendo peligrar una prometedora carrera de futbolista.
Normalmente, lo de
partir las piernas es una amenaza que se cumple fuera del entorno familiar y
cuando uno ya está más crecido, pero se ve que a Rubiales le tienen ganas.
Tantas que conjeturó que esta campaña en su contra lo mismo culmina con un saco
de cocaína en el maletero de su coche o con su propio cadáver con un balazo en
la nuca y abandonado en una cuneta. Desmintió todos los amaños, explicando que
él siempre trabaja por el bien del fútbol español: incluso al profetizar su
asesinato, mencionó el tiro de gracia y el cuerpo tirado en la cuneta, un
escenario español donde los haya.
El patriotismo de
este hombre llega al extremo de exportar el fútbol español al extranjero, a
Arabia Saudí, concretamente, un país cuyo deporte nacional consiste en
decapitar gente por docenas y hasta crucificarla en público, sin necesidad de
amenazar o partir piernas primero. El descuartizamiento de periodistas y el
maltrato generalizado de mujeres también podrían optar a disciplinas olímpicas
en Arabia Saudí, aunque Rubiales entiende que hacer negocios allí no constituye
ningún problema, como lo demuestran tantos empresarios españoles que se forran
con el tren a La Meca o la venta de armas. No menos patriota que Rubiales,
Piqué aparcó por un día su amor incondicional por Catalunya para solicitar la
ayuda del rey Juan Carlos en las negociaciones con los jeques árabes. Podía
haber pedido la intercesión de Puigdemont y a lo mejor habríamos visto a
Susanna Griso traduciendo un desmentido en catalán en directo.
Gracias a estos
indiscretos cotilleos periodísticos, nos hemos enterado de que el señor
Rubiales cobra un sueldo anual de 634.518, 19 euros anuales, unas siete veces
la cantidad que percibe el presidente del gobierno, aunque nos parece muy poco
teniendo en cuenta el esfuerzo agotador que supone estar todo el día trabajando
por el bien del fútbol español y sus alrededores. De hecho, ni le alcanzaba
para el alquiler de una vivienda de lujo en la Plaza de España, 3.100 euros
mensuales que le pagaba la Real Federación Española de Fútbol. Menos mal que se
ahorra una pasta en champú, porque si no, íbamos a tener que hacer una colecta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario