DIEDRO
(27 de abril,
miércoles, en la Casa
de la Cultura de Firgas)
De lo bello y la belleza
La
belleza y la cualidad de la belleza es el conjunto de formas, sonidos, gustos,
mir
adas, construcciones, procesos, estado de las cosas, creaciones artísticas y
proporciones que nos producen un deleite espiritual o un sentimiento estético
de admiración capaz de modificar nuestro estado de ánimo habitual, es decir,
una inducción al goce superior y desinteresado.
Si
es cierto que la belleza no está sujeta a ninguna ley -sino a la norma del buen
gusto o a unos cánones consensuados por todos- ¿de qué medios disponemos aún
para pensar en la belleza como una instancia sublime y trascendental? ¿De qué manera podemos los humanos captar algo
tan etéreo y divinizado como es la noción de belleza? ¿Cómo restaurar toda su
vitalidad, pluralidad y complejidad en un mundo seducido y abducido por la
brutalidad de la fealdad?
A mi
juicio, el lector atento y el ejercicio de la lectura de poesía, de buena
poesía, debiera incorporar una iniciación a la reflexión original en torno a la
noción de belleza a menudo percibida como algo obvio, cuando no como un
concepto obsoleto, intimidante, elitista e incluso alienante, con la mirada
puesta en el desarrollo de una nueva gramática para pensar precisamente en esa
idea tan preciada e indefinible como es la belleza.
Hablar
de poesía, incluso con la excusa de presentar un libro de poemas como estamos
haciendo ahora, es una buena ocasión para proponer dedicarle unos minutos a la
reflexión sobre la belleza. ¿Qué podemos encontrtar en los poemas y qué puede
enseñarnos la poesía sobre los poderes de orientación y transformación que
encierra el propio significado de
belleza?
A
los escritores, sobre todo, a los que escriben poesía, les mueve el afán por
comprender lo esencial de la vida: el ser en el tiempo y en el espacio, el ser
a través del amor, el ser invocando deseos, el fracaso, las frustraciones, el
miedo o el espanto. A todas esas sensaciones, mediante una escritura febril
exenta de rimas y demás convencionalismos, se le ponen palabras adecuadas para
convertirlas en sonidos seductores, sugerentes y capaces de despertar emociones.
La poesía es la expresión más elevada e intensa de la literatura. Desde esta
perspectiva, un libro de poemas es un polvorín cargado de esperanza y de futuro,
un desplegable de los sentidos y del ámbito moral; un saber literario para
vivir una vida asediada por temores y atrapada en la incertidumbre; una confesión de desconcierto, un desatino,
una pérdida de las cartas de navegación, un no saber a dónde ir, una escisión y
un saco de miedo sólo superable a través de la esperanza en la humanidad, en el
amor o en el deseo.
Los
poemas problematizan la noción clásica de los anhelos y del estado en que queda
el cuerpo cuando sufre el abandono del espíritu.
Un
buen poema es aquel del que se extraen energías enfervorizantes que son capaces
de aumentar cuando hablamos de ella, cuando disfrutamos de sus versos y de su
estructura emocional; y sobretodo cuando conectamos sus fertilizantes efluvios
a la vida real para que ésta sea más verdadera, gozosa y llevadera.
Cada
momento histórico produce poetas y poemas con capacidad para representar las
inquietudes y expectativas de una época, aunque toda buena poesía termina
siempre trascendiendo a su momento. La poesía, la buena poesía, es aquella que
acaba convirtiéndose en un himno y una bandera de un movimiento de rebelión
social porque en general los pueblos saben lo que no quieren, pero pocas veces
saben lo que quieren. Y en esa encrucijada de caminos están siempre los poetas señalando el camino,
rearmando con palabras los ánimos e identificando la diana a perseguir. Nadie
puede salir indemne después de haber leído un poema.
Diedro, un
libro de amistad y poesía
Diedro es un libro poco común en donde la amistad
y la poesía han hecho el milagro de
complementar voces, relatos, estilos y sensibilidades disímiles para
estructurar un poemario de calidad que invoca el sentimiento de la realidad
exterior e interior e incorporarla al acerbo poético insular como una muestra
más de pertenencia a ese mismo medio geográfico vital. Fruto del esfuerzo colectivo de Francisco
Lezcano Lezcano y Juan Francisco Santana Domínguez son estos textos audaces que
aborrecen la ignorancia e interpelan a una sociedad arrodillada compuesta en su
mayoría de individuos distraídos y desmemoriados llamándoles a sentir y pensar
de otra manera para cambiar el mundo.
Los
treinta poemas que contiene Diedro se
dividen a partes iguales entre Francisco Lezcano y Juan Francisco Santana.
Entre poema y poema se insertan treinta y un dibujos originales de Lezcano
(fitomorfos según Angel Sánchez) que le dan al libro un toque especial de
belleza visual que consigue aumentar su poder de atracción. Ediciones Aguere e
Idea (Santa Cruz de Tenerife) ha enriquecido su sello con esta nueva publicación
en formato papel y con un diseño gráfico bastante digno en tiempos sumamente
complicados para el sector gráfico y editorial.
Otro
acierto, que agradecerán, sin duda, los lectores de Diedro, es el preclaro prólogo escrito por Ángel Sánchez en tono
ecléctico, amalgamando tradición cultural y el habla de la calle, en el que nos
invita a saborear esta exquisitez literaria.
Francisco Lezcano Lezcano
Empieza
la serie de quince poemas con el titulado
Árbol Grande donde trata la
naturaleza con nostalgia, desconcierto por los cambios no siempre afortunados y
cierta magüa por el paisaje deteriorado
que acompañó a Francisco Lezcano en su infancia, haciendo una discreta llamada
a la rebelión ecologista.
En
el poema titulado El regreso muestra
su gozo con la vuelta al terruño y recuerda con añoranza el espacio vivido en
su niñez. En Un suspiro Lezcano
exhalta su amor ilimitado por la naturaleza que se prolonga en Fhebus, su fiel mascota. En Paseo
Campestre, el paisaje de Gran Canaria vuelve a ser el centro de su mirada lírica y su fusión
espiritual con el territorio.
Duna y Embellecer con verde son dos preciosos poemas que contienen una
evocación del cercano paisaje sahariano con el que el poeta se transmuta. Pero
es también una enérgica denuncia ante el desalojo con violencia de sus antiguos
moradores y la brutal ocupación neocolonial marroquí con el aplauso de las potencias europeas. Una usurpación
territorial que está cambiando el antiguo paisaje de arenas y palmeras por
establecimientos turísticos. Los espacios de calidad se sacrifican al turismo y
los poderes públicos se alían sin criterio con los propagadores de la fealdad.
Y todo eso está pasando ante nuestros ojos sin que haya una reacción
directamente proporcional.
Reflexión es un poema raro en el panorama lírico
canario por cuanto aborda los peligros que se ciernen sobre los fondos
marítimos, la fauna y la flora subacuática y el expolio de las ricas aguas
oceánicas que bañan nuestras costas. Es también un reproche por olvido o
ignorancia como sustancias huidizas del que cambia el aroma de las plantas por
la mortecina luz de neón.
Rogativa a un astronauta es una composición poética profundamente
pacifista que habla de la belleza de nuestro planeta contemplado a una
distancia sideral ; un recordatorio de lo privilegiados que somos como
terrícolas y de cómo todo esto puede perderse en segundos con la amenaza
nuclear.
Despertar y ¡Dejadnos en paz! Son igualmente cantos pacifistas y antimilitaristas de un convencido combatiente
contra la dictadura de Franco y de un soñador esperanzado en que algún día
veremos la paz definitiva:
¡Dejadnos en paz!
Jinetes
del poder y de la Muerte
Arrojad
lejos
Vuestros
chalecos blindados
A
prueba de balas y de palabras.
Sustituid
por medallas de amor
Las
medallas de guerra.
Dejadnos
en paz
Disfrutar
de nuestro sol
Y de
nuestras vidas.
Aunque esto entra ya dentro de la capacidad
profética, Lezcano nos interpela en Despertar a que espibelemos y nos
convenzamos de que, cuando los ejércitos del mundo sean devorados por las dunas
del desierto, regresarán los hombres purificados, la tierra volverá a florecer
y con la paz la gente reirá en la misma mesa sean cuales sean sus convinciones.
Recobrar la memoria es otro bello poema y a la vez un ejercicio
emocional de recuperación de antiguas vivencias, navegando entre el mar y la
tierra, entre la arena de las playas, las aves del interior, la variada
orografía insular y su no menos singular cubierta vegetal.
El océano de siempre y de todos queda
recogido en un poema bien resuelto que trata también sobre la fugacidad de la
vida (tempus fugit). Se trata de Mañana,
otro hombre…será el que disfrutará
de nuestro mar y lo amará con tanta intensidad como todos nosotros lo hemos
amado.
En Esperanza, Lezcano barrunta que
nuestras soberbias ciudades serán engullidas por la arena del desierto, pero la
naturaleza volvera de nuevo a rebrotar con toda su fuerza recuperando su
perfume.
Volar es el sueño del poeta que haciendo uso de su libertad anhela vivir como los
grandes alados entre las nubes del firmamento y desde allí anhela contemplar la tierra desde el amanecer
hasta que desaparezcan los rayos del Sol.
Y, por último, Recuerdo es una añoranza
de otra Canarias cuando la fuerza de la naturaleza se manifestaba
espontáneamente con todo su poderío y la constatación de cierta tristeza por
los cambios indeseados que se han introducido que nos dejan llamas en invierno
y sitúa al poeta al borde del abismo viendo expectante como vuelan las aves.
Juan Francisco
Santana Domínguez
Diferente en estilo, estructura lirica,
temáticas que aborda y vis emocional es el poemario que se incluye en Diedro correspondiente a Juan Francisco
Santana Domínguez. Salvo los dos poemas dedicados a las vocales o y e, se trata
de poemas contenidos, de vivencias íntimitas, originales, a ratos sombríos e
inquietantes, pero bien resueltos con una brillante expresión estilística.
Dentro de la diversidad lírica se encierran miriadas de matices entre ellas que
el lector debe desentrañar con empatía y lucidez pues en esos versos se expone
el paso del tiempo, el recuerdo de vivencias
y las huellas indelebles que van dejando en el poeta, y por extensión en
todos nosotros, determinando cambios anímicos, a veces profundos, de esperanza,
de dolor o de agridulce desesperación. El común denominador de estos poemas es
un imposible recorrido por el silencio, por la soledad, por la nada, por el
pesar existencial, por las vivencias pasadas y por el gusto de revivir
recuerdos ocasionales que en su día impactaron decidamente como flechas en el
muro herido del tiempo. El resultado, dice Ángel Sánchez, es una poética
oscilante entre la memoria recobrada, el deseo y la esperanza con un contenido
erótico indefinible y a ratos indescifrable.
Se repiten los versos enredados en obscuras
imágenes y metáforas cargadas de sensualidad, pesadumbre y derrota. La
cosmovisión de Juan Francisco Santana se centra esta vez en delatar el peso de la
ausencia, el vacío que dejó la soledad como compañera a tiempo completo; el recuerdo emocionado de vivencias placenteras
de otros tiempos, el goce de buscar
nuevos conocimientos protéicos que aminoren la pesadumbre de la vida; del sabor
agridulce del recuerdo no exento del dolor por el pasado cuyos efluvios vuelven
al espacio emocional evocando a los poetas Lorca y Brines; a los sueños
temerosos que viajaron en pateras, …
El poeta se complace en transfigurarse en
la naturaleza insular cuyas evocaciones enriquecen los versos, aunque le duela
el recuerdo de la nada, de un pasado cubierto por mantas y de luces apagadas ;
añora reiteradamente deseos y sueños de tiempos ucrónicos para preguntarse
finalmente como si fuera el capataz del silencio ¿qué será de la soledad cuando
el poeta no esté ?
En resumen, Diedro, es una aventura literaria con escasos precedentes en el panorama lírico insular en donde dos voces distintas y dos miradas dispares reproducen experiencias de dos generaciones, de dos sensibilidades, estilos y preocupaciones disímiles, pero que lejos de desentonar, se complementan y se enriquecen por su altísima calidad humanística y moral. Un fenómeno así merece celebrarlo como si fuera una gran fiesta conmemorativa.
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