viernes, 29 de abril de 2022

DIEDRO

 

DIEDRO

(27 de abril, miércoles, en la Casa

 de la Cultura de Firgas)

Por Ramón Díaz Hernández 

De lo bello y la belleza

La belleza y la cualidad de la belleza es el conjunto de formas, sonidos, gustos, mir
adas, construcciones, procesos, estado de las cosas, creaciones artísticas y proporciones que nos producen un deleite espiritual o un sentimiento estético de admiración capaz de modificar nuestro estado de ánimo habitual, es decir, una inducción al goce superior y desinteresado.

Si es cierto que la belleza no está sujeta a ninguna ley -sino a la norma del buen gusto o a unos cánones consensuados por todos- ¿de qué medios disponemos aún para pensar en la belleza como una instancia sublime y trascendental?  ¿De qué manera podemos los humanos captar algo tan etéreo y divinizado como es la noción de belleza? ¿Cómo restaurar toda su vitalidad, pluralidad y complejidad en un mundo seducido y abducido por la brutalidad de la fealdad?

A mi juicio, el lector atento y el ejercicio de la lectura de poesía, de buena poesía, debiera incorporar una iniciación a la reflexión original en torno a la noción de belleza a menudo percibida como algo obvio, cuando no como un concepto obsoleto, intimidante, elitista e incluso alienante, con la mirada puesta en el desarrollo de una nueva gramática para pensar precisamente en esa idea tan preciada e indefinible como es la belleza.

Hablar de poesía, incluso con la excusa de presentar un libro de poemas como estamos haciendo ahora, es una buena ocasión para proponer dedicarle unos minutos a la reflexión sobre la belleza. ¿Qué podemos encontrtar en los poemas y qué puede enseñarnos la poesía sobre los poderes de orientación y transformación que encierra el  propio significado de belleza?

A los escritores, sobre todo, a los que escriben poesía, les mueve el afán por comprender lo esencial de la vida: el ser en el tiempo y en el espacio, el ser a través del amor, el ser invocando deseos, el fracaso, las frustraciones, el miedo o el espanto. A todas esas sensaciones, mediante una escritura febril exenta de rimas y demás convencionalismos, se le ponen palabras adecuadas para convertirlas en sonidos seductores, sugerentes y capaces de despertar emociones. La poesía es la expresión más elevada e intensa de la literatura. Desde esta perspectiva, un libro de poemas es un polvorín cargado de esperanza y de futuro, un desplegable de los sentidos y del ámbito moral; un saber literario para vivir una vida asediada por temores y atrapada en la incertidumbre;  una confesión de desconcierto, un desatino, una pérdida de las cartas de navegación, un no saber a dónde ir, una escisión y un saco de miedo sólo superable a través de la esperanza en la humanidad, en el amor o en el deseo.

Los poemas problematizan la noción clásica de los anhelos y del estado en que queda el cuerpo cuando sufre el abandono del espíritu.

Un buen poema es aquel del que se extraen energías enfervorizantes que son capaces de aumentar cuando hablamos de ella, cuando disfrutamos de sus versos y de su estructura emocional; y sobretodo cuando conectamos sus fertilizantes efluvios a la vida real para que ésta sea más verdadera, gozosa y llevadera.

Cada momento histórico produce poetas y poemas con capacidad para representar las inquietudes y expectativas de una época, aunque toda buena poesía termina siempre trascendiendo a su momento. La poesía, la buena poesía, es aquella que acaba convirtiéndose en un himno y una bandera de un movimiento de rebelión social porque en general los pueblos saben lo que no quieren, pero pocas veces saben lo que quieren. Y en esa encrucijada de caminos  están siempre los poetas señalando el camino, rearmando con palabras los ánimos e identificando la diana a perseguir. Nadie puede salir indemne después de haber leído un poema.

Diedro, un libro de amistad y  poesía

Diedro es un libro poco común en donde la amistad y la poesía han hecho  el milagro de complementar voces, relatos, estilos y sensibilidades disímiles para estructurar un poemario de calidad que invoca el sentimiento de la realidad exterior e interior e incorporarla al acerbo poético insular como una muestra más de pertenencia a ese mismo medio geográfico vital.  Fruto del esfuerzo colectivo de Francisco Lezcano Lezcano y Juan Francisco Santana Domínguez son estos textos audaces que aborrecen la ignorancia e interpelan a una sociedad arrodillada compuesta en su mayoría de individuos distraídos y desmemoriados llamándoles a sentir y pensar de otra manera para cambiar el mundo.

Los treinta poemas que contiene Diedro se dividen a partes iguales entre Francisco Lezcano y Juan Francisco Santana. Entre poema y poema se insertan treinta y un dibujos originales de Lezcano (fitomorfos según Angel Sánchez) que le dan al libro un toque especial de belleza visual que consigue aumentar su poder de atracción. Ediciones Aguere e Idea (Santa Cruz de Tenerife) ha enriquecido su sello con esta nueva publicación en formato papel y con un diseño gráfico bastante digno en tiempos sumamente complicados para el sector gráfico y editorial.

Otro acierto, que agradecerán, sin duda, los lectores de Diedro, es el preclaro prólogo escrito por Ángel Sánchez en tono ecléctico, amalgamando tradición cultural y el habla de la calle, en el que nos invita a saborear esta exquisitez literaria.

Francisco Lezcano Lezcano

Empieza la serie de quince poemas con el titulado Árbol Grande donde trata la naturaleza con nostalgia, desconcierto por los cambios no siempre afortunados y cierta magüa por el paisaje deteriorado que acompañó a Francisco Lezcano en su infancia, haciendo una discreta llamada a la rebelión ecologista.

En el poema titulado El regreso muestra su gozo con la vuelta al terruño y recuerda con añoranza el espacio vivido en su niñez. En Un suspiro Lezcano exhalta su amor ilimitado por la naturaleza que se prolonga en Fhebus,  su fiel mascota. En  Paseo Campestre, el paisaje de Gran Canaria vuelve a ser  el centro de su mirada lírica y su fusión espiritual con el territorio.

Duna y Embellecer con verde son dos preciosos poemas que contienen una evocación del cercano paisaje sahariano con el que el poeta se transmuta. Pero es también una enérgica denuncia ante el desalojo con violencia de sus antiguos moradores y la brutal ocupación neocolonial marroquí con el aplauso  de las potencias europeas. Una usurpación territorial que está cambiando el antiguo paisaje de arenas y palmeras por establecimientos turísticos. Los espacios de calidad se sacrifican al turismo y los poderes públicos se alían sin criterio con los propagadores de la fealdad. Y todo eso está pasando ante nuestros ojos sin que haya una reacción directamente proporcional.

Reflexión es un poema raro en el panorama lírico canario por cuanto aborda los peligros que se ciernen sobre los fondos marítimos, la fauna y la flora subacuática y el expolio de las ricas aguas oceánicas que bañan nuestras costas. Es también un reproche por olvido o ignorancia como sustancias huidizas del que cambia el aroma de las plantas por la mortecina luz de neón.

Rogativa a un astronauta es una composición poética profundamente pacifista que habla de la belleza de nuestro planeta contemplado a una distancia sideral ; un recordatorio de lo privilegiados que somos como terrícolas y de cómo todo esto puede perderse en segundos con la amenaza nuclear.

 Despertar y ¡Dejadnos en paz! Son igualmente cantos pacifistas y antimilitaristas de un convencido combatiente contra la dictadura de Franco y de un soñador esperanzado en que algún día veremos la paz definitiva:

        ¡Dejadnos en paz!

Jinetes del poder y de la Muerte

Arrojad lejos

Vuestros chalecos blindados

A prueba de balas y de palabras.

 

Sustituid por medallas de amor

Las medallas de guerra.

Dejadnos en paz

Disfrutar de nuestro sol

Y de nuestras vidas.

 

Aunque esto entra ya dentro de la capacidad profética, Lezcano nos interpela en Despertar a que espibelemos y nos convenzamos de que, cuando los ejércitos del mundo sean devorados por las dunas del desierto, regresarán los hombres purificados, la tierra volverá a florecer y con la paz la gente reirá en la misma mesa sean cuales sean sus convinciones.

Recobrar la memoria es otro bello poema y a la vez un ejercicio emocional de recuperación de antiguas vivencias, navegando entre el mar y la tierra, entre la arena de las playas, las aves del interior, la variada orografía insular y su no menos singular cubierta vegetal.

El océano de siempre y de todos queda recogido en un poema bien resuelto que trata también sobre la fugacidad de la vida (tempus fugit). Se trata de Mañana, otro hombreserá el que disfrutará de nuestro mar y lo amará con tanta intensidad como todos nosotros lo hemos amado.

En Esperanza, Lezcano barrunta que nuestras soberbias ciudades serán engullidas por la arena del desierto, pero la naturaleza volvera de nuevo a rebrotar con toda su fuerza recuperando su perfume.

Volar es el sueño del poeta que haciendo uso de su libertad anhela vivir como los grandes alados entre las nubes del firmamento y desde allí  anhela contemplar la tierra desde el amanecer hasta que desaparezcan los rayos del Sol.

Y, por último, Recuerdo es una añoranza de otra Canarias cuando la fuerza de la naturaleza se manifestaba espontáneamente con todo su poderío y la constatación de cierta tristeza por los cambios indeseados que se han introducido que nos dejan llamas en invierno y sitúa al poeta al borde del abismo viendo expectante como vuelan las aves.

Juan Francisco Santana Domínguez

Diferente en estilo, estructura lirica, temáticas que aborda y vis emocional es el poemario que se incluye en Diedro correspondiente a Juan Francisco Santana Domínguez. Salvo los dos poemas dedicados a las vocales o y e, se trata de poemas contenidos, de vivencias íntimitas, originales, a ratos sombríos e inquietantes, pero bien resueltos con una brillante expresión estilística. Dentro de la diversidad lírica se encierran miriadas de matices entre ellas que el lector debe desentrañar con empatía y lucidez pues en esos versos se expone el paso del tiempo, el recuerdo de vivencias  y las huellas indelebles que van dejando en el poeta, y por extensión en todos nosotros, determinando cambios anímicos, a veces profundos, de esperanza, de dolor o de agridulce desesperación. El común denominador de estos poemas es un imposible recorrido por el silencio, por la soledad, por la nada, por el pesar existencial, por las vivencias pasadas y por el gusto de revivir recuerdos ocasionales que en su día impactaron decidamente como flechas en el muro herido del tiempo. El resultado, dice Ángel Sánchez, es una poética oscilante entre la memoria recobrada, el deseo y la esperanza con un contenido erótico indefinible y a ratos indescifrable.

Se repiten los versos enredados en obscuras imágenes y metáforas cargadas de sensualidad, pesadumbre y derrota. La cosmovisión de Juan Francisco Santana se centra esta vez en delatar el peso de la ausencia, el vacío que dejó la soledad como compañera a tiempo completo;  el recuerdo emocionado de vivencias placenteras de otros tiempos,  el goce de buscar nuevos conocimientos protéicos que aminoren la pesadumbre de la vida; del sabor agridulce del recuerdo no exento del dolor por el pasado cuyos efluvios vuelven al espacio emocional evocando a los poetas Lorca y Brines; a los sueños temerosos que viajaron en pateras, …

El poeta se complace en transfigurarse en la naturaleza insular cuyas evocaciones enriquecen los versos, aunque le duela el recuerdo de la nada, de un pasado cubierto por mantas y de luces apagadas ; añora reiteradamente deseos y sueños de tiempos ucrónicos para preguntarse finalmente como si fuera el capataz del silencio ¿qué será de la soledad cuando el poeta no esté ?

En resumen, Diedro,  es una aventura literaria con escasos precedentes en el panorama lírico insular en donde dos voces distintas y dos miradas dispares reproducen experiencias de dos generaciones, de dos sensibilidades, estilos y preocupaciones disímiles, pero que lejos de desentonar, se complementan y se enriquecen por su altísima calidad humanística y moral. Un fenómeno así merece celebrarlo como si fuera una gran fiesta conmemorativa. 

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