PP Y VOX SIGUEN EL GUION: RETROCESOS
DESDE EL MINUTO UNO
DAVID BOLLERO
Juan
García-Gallardo y Alfonso Fernández Mañueco se abrazan durante el acto de
constitución de las Cortes el pasado mes de marzo. - Claudia Alba / Europa
Press
No se puede decir que la derecha más rancia no sea predecible. Ayer, durante su toma de posesión, PP y Vox cumplieron al pie de la letra el guion que se esperaba de ellos: retroceso en la igualdad, trabas a la libertad de prensa, discriminación de partidos políticos... y el Gobierno en Castilla y León ni siquiera había echado a andar. Agárrense, que vienen muchas curvas.
Castilla y León se
ha convertido en la Comunidad Autónoma con el gobierno menos paritario de toda
España. Acaba de retroceder a tiempos de gobiernos del popular Juan José Lucas
en los años 90, con nueve hombres frente a tres únicas mujeres. Al tiempo
que el presidente de la Junta Alfonso
Fernández Mañueco destacaba a las mujeres, "que avanzan decididas a ocupar
el protagonismo que merecen", incumplía la proporción de paridad de un
mínimo del 40% de representación por sexos. Con un "es lo que hay. Son los
mejores hombres y mujeres para este Gobierno", Mañueco zanjaba la
cuestión, evidenciando que a sus ojos no hay mujeres de la valía suficiente en
Castilla y León como para que representen a más del 25% de su gobierno. Ese
parece ser, a sus ojos, "el protagonismo que merecen". Y las que sí
ha considerado aptas para el cargo parecen quedar ninguneadas desde el minuto
uno, pues ¿con esta proporción en qué lugar queda la consejería de Isabel
Blanco de Familia e Igualdad de Oportunidades?
Han cambiado muchas
cosas respecto a la toma de posesión de 2019: menos invitados al acto, menor
apoyo a Mañueco de la cúpula del PP con la destacada ausencia del nuevo
presidente Feijóo y la entrada en el gobierno de la extrema-derecha, cuya
influencia ya se ha dejado notar con el avance de una ley de violencia
intrafamiliar o el cuestionamiento de la Ley de Memoria Democrática. Ni una
lagrimita de emoción de Mañueco y, mucho menos, una declaración de lealtad con el Gobierno de España, como
hiciera en 2019, "en la construcción del futuro de la nación".
Otro punto negro en
esta investidura: a diferencia de 2019, no se invitó a todos los partidos
políticos, pues Vox no envió invitación a Soria ¡Ya!. Tanto hablar su líder
autonómico, Juan García-Gallardo, de llevar las "legítimas
reivindicaciones" de la España Vaciada a la formación del gobierno y lo
primero que hace es olvidarse de ella, atribuyéndolo a un "error burocrático".
Personalmente, siempre he atribuido la reticencia de Vox a entrar en gobiernos
en el hecho de que asumir responsabilidades implica más trabajo que ejercer la
oposición a la que nos tiene acostumbrados el nuevo fascio. Y, como precisaba
anteriormente, la nueva Junta no ha echado a andar y ya se detectan los
primeros patinazos.
Una toma de
posesión de esta derecha de casposo marichulismo no podría ser lo mismo si la
prensa no se viera también amenazada. Y sucedió, precisamente, de la mano del
PP madrileño, el mismo de Isabel Díaz Ayuso que se erige como defensora de la
libertad pero, a la mínima de cambio, cercena la libertad de prensa y el
derecho a la información. Lo hizo el jefe de gabinete de la presidenta
madrileña, Miguel Ángel Rodríguez, empujando e impidiendo la labor de la
periodista Andrea Ropero que, lejos de arrugarse ante tal atropello, plantó
cara al botarate de Ayuso.
Arremetiendo contra
la prensa como hizo con los coches cuando cuadruplicaba la tasa de alcoholemia
en 2013, Rodríguez adoptó esa actitud de matón de medio pelo que pretende estar
por encima de la ley, con esos aires de superioridad que terminan por sumirlo
en el más absoluto de los ridículos. Políticos, sindicatos, periodistas
-incluido Reporteros Sin Fronteras- y la ciudadanía en general afearon esta
actitud a Rodríguez, que sin embargo no contó con la desaprobación de su jefa.
Perdió Ayuso una
oportunidad de excepción de pedir disculpas y, haciéndolo, quitar hierro al
asunto tirando balones fuera por los nervios del momento. Y la perdió porque,
en realidad, no desaprueba la actitud de su secuaz; a fin de cuentas y en pleno
directo de Telemadrid, fue ella la que
dio pautas a la periodista Silvia Intxaurrondo sobre qué podía y qué no
preguntarle sobre las instalaciones del Zendal. Quizás, la próxima vez que Juan
Caño, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, entregue sus premios,
verá lo inadecuado de invitar a Ayuso al acto.
En lugar de
lamentar la agresión a Ropero, Ayuso tiró de manual panfletario para hablar de
Castilla y León como "una comunidad socialismo free", apenas unos
minutos después de que el nuevo presidente Mañueco asegurara que aspira a
"ser el presidente de todos, sin distinción de opiniones o
ideologías". Si ni siquiera en el PP son capaces de mantener una misma
línea de gobierno, esperen a ver la nueva coalición PP-Vox, en la que
García-Gallardo, por aquello de no estresarse, no tiene más cometido que su
vicepresidencia y ya se ha reivindicado como el líder del gobierno de Vox
(Industria, Comercio y Empleo; Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural; y
Cultura, Turismo y Deporte), marcando distancias respecto al PP.
Arranca el nuevo
gobierno de Castilla y León sin presupuesto para este año y sin intención de
elaborarlo; se prorrogará el de 2021. El principal motivo esgrimido por Mañueco
para el adelanto de la convocatoria de elecciones se ha volatilizado,
sencillamente, porque confeccionar unas nuevas cuentas sería comenzar con
tensiones y desavenencias con su nuevo compañero de viaje al que esperaba dejar
atrás. Afronta la Junta con un presupuesto que no se ajusta ni a los efectos de
la crisis pandémica ni a la inflación, lo que puede asestar duros varapalos a
las cuentas y los servicios públicos. No parece, pues, que Castilla y León vaya
a ser tan "socialismo free", como en un flaco favor a su Oficina del
Español dice Ayuso, pues, como todo el mundo sabe, a la derecha le falta tiempo
para privatizar los beneficios y socializar las pérdidas.
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