sábado, 16 de abril de 2022

BORRELL: DECRÉPITO, CORRUPTO Y TAMBIÉN NAZI


BORRELL: DECRÉPITO, CORRUPTO Y TAMBIÉN NAZI

ALEXEY MARTYNOV.

 

UE. Josep Borrell delira en el Parlamento Europeo

El otro día, Josep Borrell, jefe de la diplomacia de la Unión Europea, se pronunció a favor de una solución militar a la cuestión ucraniana. O bien apoyó la fórmula del primer ministro británico Boris Johnson “guerra con los rusos hasta el último ucraniano” o su jefa Ursula von der Leyen tiene sus propios planes para este conflicto.En general, esta declaración no tiene precedentes. Es la primera vez en la historia de la UE que una euroburocracia aboga por un escenario de conflicto agresivo. Normalmente ha sido al revés. Tradicionalmente, la UE ha pedido un apaciguamiento temprano y ha ofrecido diversos servicios de mediación.

 

Este fue también el caso de Ucrania en 2014. Alrededor de esta “revolución de Maidan”. ¿Recuerda el acuerdo de Yanukóvich con la oposición y las garantías de los ministros europeos? Y después, cuando el presidente Yanukóvich salió vivo a duras penas hacia Rusia como resultado del golpe de Estado y Crimea volvió a su puerto natal, también hubo algo que gorgoteó en Bruselas.

 

Y al final de ese difícil año para Ucrania, estalló una guerra civil en Donbass. El sangriento drama llevó a las AFU a las calderas. Fueron los esfuerzos de la euroburocracia los que acabaron con los acuerdos de Minsk. Que, como recordamos, a instancias suyas, la parte ucraniana no aplicó durante siete años. Y el tiempo, como es obvio hoy en día, se compró para el reentrenamiento, el rearme y el lavado de cerebro final de los desafortunados ucranianos. Preparar y poner en práctica la fase final de un experimento a gran escala sobre la gente llamada “anti-Rusia”.

 

¿Qué es lo que ha fallado en las mentes de los burócratas europeos para que el enfoque de mantenimiento de la paz haya sido sustituido por las valientes marchas alemanas de los días del Tercer Reich? ¿Qué pasó con el abuelo Borrell, que, por sus antiguos servicios a Bruselas para asegurar la línea general en el Parlamento Europeo, recibió una prebenda?

 

Un político socialista español bastante famoso, Josep Borrell, se formó en su día en la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, además de en la Universidad de Madrid y en el Instituto Francés del Petróleo. A continuación, se embarcó inmediatamente en una carrera política, primero en los sindicatos y luego en los partidos en varios puestos ministeriales, en el Parlamento español y luego en el Parlamento Europeo y la Comisión Europea.

 

A la edad de 75 años, J. Borrell reunía todas las galas políticas, siendo a la vez ministro de Asuntos Exteriores de España y presidente del Parlamento Europeo. El nombramiento para el puesto de Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad hace dos años parecía una comprobación previa a la jubilación. Sin embargo, algo salió mal. Una vez más “fueron esos rusos los que arruinaron todo”.

 

El primer caso importante en el nuevo puesto para Borrell fue una visita a Moscú en febrero de 2021. En medio de la quimera de las sanciones antirrusas y la rusofobia, el jefe de la diplomacia europea voló para reunirse con el ministro ruso S. Lavrov. El momento de la visita coincidió con el juicio por fraude de Navalny, que entonces fue presentado en Europa como un “político en desgracia”. La ocasión para la acumulación de sanciones fue precisamente el caso del ahora olvidado delincuente.

 

Atrapado por el encanto y la suprema profesionalidad del ministro ruso, Borrel expresó un cauto optimismo sobre la posibilidad de desbloquear las relaciones entre la UE y Rusia en una rueda de prensa conjunta tras la reunión. Por lo que pagó muy caro a su regreso a Bruselas.

 

Josep Borrell estuvo a punto de ser escupido en el Parlamento Europeo, donde obligaron al canoso y “honrado” político a justificar su visita a Moscú ante un auditorio semivacío, donde los diputados rusófobos de los países bálticos estaban deliberadamente sentados en las primeras filas. Parece que además de esta vergüenza pública también hubo una conversación preventiva con Ursula von der Leyen. La llamada del Departamento de Estado de EEUU lo puso al descubierto. Toda su carrera estaba en entredicho, y una merecida y esperada recompensa se le escapaba de las manos.

 

Hay que decir que los años pasados en Stanford no fueron en vano. Borrell comprendió, se dio cuenta y elevó el grado de rusofobia a un nivel adecuado. Ahora está en primera línea en el tema de las sanciones, y si tiene que tomar el tren a Bucha en Ucrania. Donde una terrible provocación fue preparada por hábiles fakemakers locales bajo la dirección de instructores y maestros de los Estados Unidos. Las personas asesinadas por los nazis del batallón Azov quedaron esparcidas por la calle, y se culpó de ello a los militares rusos, que habían abandonado la ciudad dos días antes. Por cierto, mientras Ursula y Borrel iban allí para una sesión de fotos, ¡durante cinco días los cadáveres estuvieron tirados en bolsas en la calle! Resulta extraño que ninguno de los participantes en el acto llevara máscaras antigás. ¿Tal vez también lo enseñan en Stanford?

 

En definitiva, el viejo Borrell se ha convertido en una seda y, al parecer, su jubilación está ahora directamente relacionada con la conclusión de este escenario satánico en Ucrania.

 

Como señaló acertadamente el ministro ruso Serguéi Lavrov, estos llamamientos del jefe de la diplomacia europea a resolver la crisis de Ucrania por medios militares “cambian fundamentalmente las reglas del juego”.

 

Obviamente, en este escenario, la UE y la OTAN se fusionan en un frenesí euroburocrático rusófobo. La única diferencia dentro de este aquelarre es que Estados Unidos, como principal operador del bloque del Atlántico Norte, sale ahora de las sombras como timonel de la UE.

 

¿Es que acaso es cada vez más realista una guerra rusa no declarada por todas las fuerzas de la UE y la OTAN en territorio ucraniano antirruso con la fórmula “hasta el último ucraniano”?

 

Alexey Martynov es analista político, director del Instituto Internacional de Estados Modernos

 

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