LOS PÁJAROS ESTABAN AHÍ....
DUNIA SANCHEZ
Los pájaros estaban
ahí. Lo aseguro, con el movimiento de las campanas de la ermita. El balanceo
los hacía cantar al ritmo que los feligreses acudían al recinto. Se levantaron
los ancianos o aquellos, creo entender, sentados en el parque que la rodeaba, aquellas
cuya conversación remontaba lo añejo, la experiencia de antaño. Años donde la
lucha por la supervivencia fue toda una culminación briosa. Ahora, descansaban,
escuchaban las campanadas y con el ellas el cantar de los pájaros. Una agitada
tristeza los azoraba, un estremecimiento de un mañana desconocido, confuso,
caótico en el rumbo de este mundo. Pero cuando era de decir lo cierto todos
tornaban los ojos hacia el campanario que replicaba con al ritmo del canto de
los pájaros. Todos entraron en la pequeña
ermita, no había cura, no había figuras donde refugiar sus miradas solo velas
que ellos iban
encendiendo y cuya llamarada los purificaba de todo mal en la
oración intima, cercana a los sentimientos de cada cual. Las campanas callaron
y lo aseguro que los pájaros dejaron de cantar. Un silencio sepulcral se hizo
himno. Un silencio efímero se hizo belleza. Un silencio misterioso los hacia
indagar en un futuro a un incierto, un futuro donde los sórdidos llantos de
alguien los llevaría a la derrota como ser humano. La noche se hizo y los
pájaros estaban ahí. Las campanadas comenzaron de nuevo su danza y ellos de
nuevo cantaron. Nadie salía de la ermita, sentía ahí dentro seguros,
resguardados de un mal tiempo que venía, entregados aquellas muertes innecesarias,
injustas por la atmósfera rondaba este planeta. Así estuvieron días. Así
estuvieron noche. Así estuvieron hasta que en sus entendimientos llego la
noticia de la nada, del rumor de las heridas eternas, de las tumbas
desconocidas de esa tierra que ellos también pisaban. Comprendieron de los
chasquidos de nubarrones en los ojos, en ojos lejanos. Comprendieron de la pena
en los corazones, en corazones lejanos. Comprendieron que todos los pájaros no
cantaban y de que todo los hombres y mujeres liados en esta tierra no lograban
alcanzar la sonrisa. Los pájaros estaban ahí. Lo aseguro, con el movimiento de
las campanas de la ermita. Entonces salieron cuando la luna se hizo presente,
cuando las campanas sonaron, cuando los pájaros cantaban a su ritmo. Delante de
ellos una pareja de enamorados, una pareja de enamoradas mirando la luna, la
luna blanca.
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