domingo, 5 de enero de 2025

FELIPE VI Y FRANCO

FELIPE VI Y FRANCO

ANÍBAL MALVAR 

 

Felipe VI saludando a Francisco Franco, con Juan Carlos

 I al fondo (Pazo de Meirás, 1975)

Yo no sé cómo se las va a apañar mi graciosa majestad para pasar todo el cincuentenario sin hablar nada de Franco, porque todo lo que diga o no diga se va a volver en su contra. Él es el símbolo vivo del franquismo, su herencia más vistosa

 Parece ser que nuestro amantísimo rey, Felipe VI, no acudirá al primero de los tropecientos actos que tiene previsto el gobierno para conmemorar el cincuentenario de la muerte de Francisco Franco. El asunto tiene guasa y morbo, porque Felipe VI viste corona gracias a Franco, que restauró la monarquía borbónica y dejó España en manos de su papá. El periódico de Vox, La Gaceta, es el único que asegura (cuando esto escribo) que no habrá presencia real el 8 de enero. Yo no sé si se lo habrán inventado, como tantas cosas, o realmente son el único medio al que la Casa Real ha elegido como portavoz. No me extrañaría. Los datos que ofrecen para justificar el titular son bastante contundentes: esa mañana, Felipe VI ha de recibir en el Palacio Real a unos embajadores a los que tiene que entregar sus credenciales. Sería inhumano dejarlos sin ellas. Imaginad una España plagada de embajadores sin acreditar. Qué horror. Qué pandemónium.

A falta de confirmar la información de La Gaceta, yo no sé dónde va a encontrar Felipe VI tantos aspirantes a embajador para hacer pellas durante todo el año. Porque Pedro Sánchez, que es más perverso que una pizza con piña, ha programado más de cien celebraciones. Una cada tres días. Como si quisiera que nos retratáramos ante el espejo de nuestro pasado dos veces por semana. El PP ya ha dicho que no asistirá al primero de estos fastos. Son más de cantar el Cara al sol en la intimidad. En Vox están haciendo acopio de linimento: saben que esta temporada habrá lesiones de tanto mantener el brazo en alto.

Como yo soy muy fiestero, a mí esto de celebrar aniversarios me pone mucho. Y, en este caso, más. Conmemoramos la muerte de un dictador o el ascenso de un caradura (si digo ladrón, me meten en la cárcel, como a Pablo Hasél) que se ha tenido que exiliar a Abu Dabi. Es para estar orgullosos de nosotros mismos.

A mí, en estas fechas tan entrañables, quien me desvela es nuestro Felipe VI. Al fin y al cabo, Francisco Franco es su abuelete factual

Malicio que este año vamos a tener Franco hasta en la sopa. Eso podría ser maravilloso si este cincuentenario nos sirviera para profundizar en una Historia que estamos empeñados en olvidar. El PP tardó 27 años en condenar el golpe militar del 36. Lo hizo en 2002 en el Congreso. Todos los partidos votaron una resolución que pactaba el "reconocimiento moral" a quienes "padecieron la represión de la dictadura franquista". Gobernaba José María Aznar con mayoría absoluta. Pero fue un espejismo. Cuando llegó Mariano Rajoy a la Moncloa, no tuvo reparos en presumir de no haber gastado un duro en esa chorrada de la memoria histórica. Una cosa es el “reconocimiento moral” genérico y otra invertir en desenterrar a los asesinados de las cunetas. Solo después de Camboya, somos el segundo país del mundo con más desaparecidos por una dictadura criminal. No puede uno ni ir a follar de campo con la seguridad de no estar retozando sobre una fosa común.

A mí, en estas fechas tan entrañables, quien me desvela es nuestro Felipe VI. Al fin y al cabo, Francisco Franco es su abuelete factual. Pasó la infancia a su lado. Y de él heredó un trabajo bien remunerado para toda la vida. Cómo no te voy a querer, que dicen los del fútbol.

Yo no sé cómo se las va a apañar mi graciosa majestad para pasar todo el cincuentenario sin hablar nada de Franco, porque todo lo que diga o no diga se va a volver en su contra. Él es el símbolo vivo del franquismo, su herencia más vistosa. No juró, como su padre, los principios del Movimiento Nacional, pero compensó el descuido haciéndose beneficiario de una cuenta de 65 millones de euros del banco Mirabaud que escondía Juancar en Ginebra. La pasta, cuando saltó el escándalo, se la quedó Corinna, de lo que me congratulo: quien roba a un borbón tiene cien años de perdón. Pero no hay suficientes millones Larsen en el planeta para pagar el sofocón constante que va a sufrir Felipe VI este año con lo del cincuentenario de su abuelete. De su empleador. Del asesino fascista y filonazi que le otorgó la dignidad monárquica. Para que después andéis diciendo los rojos que leéis este panfleto que el chaval no se gana el sueldo. A ver si The Telegraph le encuentra otra cuenta off-shore en Suiza, que se la merece. Pobrecico mío.

 

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