EL INCENDIO DE BADALONA NO FUE UN ACCIDENTE:
“NOS HAN DEJADO MORIR”
POR JOSÉ LAVÍN
“Que no manipulen: aquí vivía gente trabajadora», afirma Juvencio Salvador. La mayoría de los que vivían en el asentamiento eran personas de origen subsahariano, de Senegal, de Mali, del Congo… que no tenían papeles o que tenían un contrato de trabajo precario que no les permitía pagar un alquiler. «Nadie quiere vivir así», explica Juvencio, pero “si vives sin documentos es como si no vivieras», sentencia.
«El problema es la Ley de Extranjería, que no da ninguna oportunidad a los chicos y los está matando” afirma Mansur, del Sindicato Mantero Bcn, “es una ley imposible». Mansur vivió durante diez años en la nave abandonada. Por ahora son tres muertos y una veintena de heridos las víctimas de este crimen social. En las tres plantas de la nave de la calle Tortosa dormían unas 150 personas, 200 en ocasiones, sin embargo, se desconoce el número de personas que lograron salir del edificio a tiempo, «los que estaban abajo pudieron salir, pero los de arriba, no», ha explicado Alaji al diario Público. Tal y como sostienen los bomberos, el número de muertos podría incrementarse cuantiosamente cuando entren a inspeccionar el inmueble.
En otras ocasiones
quienes vivían en la nave ya habían parado otros incendios, «esto tenía que
pasar» explica Carles Sagués, de la plataforma Sant Roc Som Badalona. «El
alcalde los quería sacar: pues ya lo tiene», critica. El propio alcalde de
Badalona, Albiol, ha salido en los medios dando a entender que el incendio era
algo que los inmigrantes se habían buscado, ya que, según él, eran personas
conflictivas y que trabajaban traficando con droga. «Si hubiera habido droga,
no hubieran vivido así. No tenemos dinero», manifiesta una mujer. Su marido vivía
en el asentamiento: «Nos han dejado morir». Si se presta atención a la
respuesta institucional ante el incendio, ésta fue exclusivamente policial.
Durante las tres horas posteriores al comienzo del incendio no hubo ningún tipo
de atención social. Los supervivientes que salían del edificio se encontraban
con la calle en torno al edificio rodeada por dotaciones de antidisturbios.
Frente al racismo
del alcalde y las instituciones, han sido los vecinos los únicos que han
mostrado su solidaridad, proporcionando mantas y alimentos a los afectados.
Hace tiempo incluso hubo una recogida de firmas por todo el vecindario para
impedir que se los echara de la nave. Y es que, durante décadas, ninguno de los
gobiernos municipales, autonómicos o estatales ha enfrentado el problema
dotándoles de alternativa habitacional y eliminando la Ley de Extranjería.
Frente a esta
solidaridad vecinal, los medios de comunicación hegemónicos han sacado a
relucir su obsceno amarillismo, poniéndose al servicio de las empresas que les
dan de comer. El problema, según ellos, es de la responsabilidad individual de
las migrantes que viven en la nave. Ni el alcalde Albiol ni las principales
cadenas de televisión, como Antena 3, han cesado en su empeño como voceros de
las principales compañías de seguros y de los principales tenedores de
vivienda. La campaña contra el supuesto problema de la okupación, así como el
recurrente tema de las drogas, los hipotéticos problemas de convivencia entre
vecinos y la conflictividad barrial, no han cesado. La criminalización en este
sentido ha ido en bloque contra todas las personas migrantes y, también, contra
los barrios obreros en los que viven. Es por ello que, en la manifestación,
convocada por plataformas sociales como TopManta, SindicatoManteroBcn y TrasLaManta,
los manifestantes apuntaban contra la criminalización y contra las lágrimas de
cocodrilo de los responsables políticos.
El incendio y las
muertes no es casual, era evitable. Existen responsables claros implicados en
este crimen social que no surgió por generación espontánea, ahora es un buen
momento para señalarlos. Como ya hemos apuntado: las leyes de extranjería y
toda la burocracia que las acompaña y que condena a la ilegalidad a personas
que tan solo tratan de buscarse la vida. La complicidad de grandes empresarios
con la falta de regularización es clara, es ésta una buena fuente de beneficios
mediante empleos en blanco y sin garantías sociales de ningún tipo. La
irregularidad conduce a los migrantes a una vida precaria, a buscarse la vida con
la venta ambulante y otras actividades, a no poder acceder por tanto ni si
quiera al infladísimo mercado de alquiler, a tener que vivir en lugares no
aptos, perseguidos por la policía, en condiciones extremas e inseguras, y bajo
la amenaza de ser privados de la libertad en un CIE.
Todo este
dispositivo de violencia institucional es un engranaje más del rol imperialista
del Estado español y la UE. La condena a ser ciudadanos de segunda y
trabajadores de tercera a millones aquí, es la contracara del papel expoliador
de nuestras empresas en sus países de origen y las injerencias políticas y
militares de nuestros Estados para garantizar gobiernos cipayos. Quizá el
ejemplo más gráfico es el caso de la migración mauritana, que se aceleró
exponencialmente en 2006 después de la entrada en vigor del acuerdo pequero
entre este Estado y la UE que permitía a los barcos-factoría españoles y de
otros países europeos esquilar los caladeros de los que hasta ese momento
vivían decenas de miles de familias.
Todos son responsables:
desde Vox allá donde ladre y el derechista Albiol en el Ayuntamiento de
Badalona, hasta los “progresistas” que se llenan la boca de multiculturalismo y
derechos humanos mientras el gobierno del PSOE y UP reabren CIEs, recupera las
devoluciones en caliente, convierten Canarias en una nueva Lesbos y mantienen
intactas todas las leyes de extranjería, o sus alcaldes del cambio, como Colau
en Barcelona o hasta hace no mucho Dolors Sabaté en Badalona, que mantenían a
sus policías locales “en pie de guerra” contra el top manta. Frente al racismo
de unos y las lágrimas de cocodrilo de otros, se encuentran las mismas
políticas y leyes racistas, que establecen las condiciones necesarias para que
estas catástrofes tengan lugar y sean toleradas como “naturales”.
Urge más que nunca
aunar fuerzas y pelear contra todas las leyes de extranjería, contra la salida
de todas las empresas multinacionales españolas que expolian recursos en los
países de origen de estos migrantes, la lucha, también, por la expropiación sin
indemnización de todas aquellas viviendas en manos de grandes propietarios y de
la banca. Es ésta la única salida realmente “progresista” a la crisis dentro de
la crisis que viven las personas migrantes y el resto de la clase trabajadora.
Basta ya de gestos vacíos y lágrimas de hipocresía.
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