LA DEFORESTACIÓN EN FORMA
DE ALITA DE POLLO
DAVID BOLLERO
¿Te has preguntado alguna vez en qué medida comerte unas alitas de pollo puede contribuir a la deforestación de uno de los mayores pulmones del mundo? Pues puede. Según revela la investigación realizada por The Bureau of Investigative Journalism (TBIJ), buena parte de los pollos comercializados en grandes cadenas de supermercados y franquicias de comida rápida son alimentados con soja, suministrada por la multinacional Cargill. Es el caso de parte de la carne de pollo que venden en Reino Unido supermercados como Tesco, Asda o Lidl o que cocinan para sus clientes los establecimientos de comida rápida Nando’s y McDonald’s.
Tal y como revelan
las informaciones de TBIJ, Cargill envía cada año a Reino Unido alrededor de
100.000 toneladas de semillas de soja, procedente de la sabana del Cerrado en
Brasil, considerada la segunda Amazonía del Planeta. Con una extensión de dos
millones de kilómetros cuadrados, alberga el 5% de las especies de flora y
fauna del mundo. Se estima que su masa forestal es capaz de almacenar el
equivalente a 13.700 millones de toneladas de dióxido de carbono, lo que supera
a las emisiones anuales de China, por ejemplo.
Aunque McDonald's,
Asda, Lidl y Nando's no revelan públicamente la procedencia de la soja que
utilizan en sus cadenas de suministro, sí se sabe que la de Nando's viene de
Brasil y Paraguay y Tesco, directamente, afirma que parte de la soja Cargill de
sus cadenas de suministro proviene del Cerrado, según se detalla en el
reportaje de TBIJ.
El artículo del
consorcio de periodistas apunta a cómo la consultora Aidenvironment señala que
alrededor de 800 kilómetros cuadrados de deforestación y más de 12.000
incendios registrados desde 2015 en estas tierras han sido utilizadas o son
propiedad de proveedores de soja de Cargill. Lamentablemente, es una práctica
muy extendida la de provocar incendios para despejar grandes masas forestales y
ampliar la actividad agrícola. Pese a ello, la multinacional niega que haya
infringido la ley o que sus productos provengan de tierras deforestadas
ilegalmente. El Cerrado se encuentra desde el año pasado en su peor crisis de
deforestación, tal y como advierten entidades como WWF.
La noticia cobra
especial importancia por el momento en el que se hace pública: el Gobierno
británico está trabajando en una nueva legislación que convierte en ilegal la
importación de productos alimenticios vinculados a cualquier tipo de
destrucción ambiental ilegal en los países de origen.
¿Cuál es el
problema, incluso, con este cambio legislativo? Que las leyes en los países de
origen no siempre garantizan el respeto medio ambiental. Del mismo modo que en
la industria tecnológica las grandes multinacionales se limitan a exigir a sus
proveedores que respeten la ley local –lo que ha favorecido la explotación
laboral, el extractivismo…- en este caso concreto la ley del Cerrado es muy
laxa en materia de deforestación.
Hace ya una década
que Cargill fijó 2020 como la fecha tope para sacar la deforestación de su
ecuación de producción, como sucede con la soja, pero recientemente retrasó la
fecha tope hasta 2030; McDonald’s siguió sus pasos, ante la estupefacción de
los expertos que consideran que esos plazos son excesivos y ponen en riesgo el
Planeta. Otros actores de este entramado, como Asda o Lidl aseguran que confían
poder comprar soja 100% certificada para el 2025, garantizando de este modo que
no proceda de áreas deforestadas.
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