¿Y LO DE VENEZUELA, QUÉ?
ANÍBAL MALVAR
Uno de los
argumentos más inteligentes, elaborados y documentados que he oído
repetidamente a los votantes de nuestra derecha cuando uno habla de las
tropelías de los gobiernos del PP y sus socios --por ejemplo cuando no pueden
rebatir que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso rechazó este noviembre dos
millones de euros ofrecidos por el Ministerio de Educación para ayudar a los
escolares más vulnerables durante la pandemia--, es:
--¿Y lo de
Venezuela, qué?
Ante tan riguroso,
aristotélico e inmarcesible razonamiento, uno ha de callar y bajar la cabeza.
De nada vale preguntarle al interlocutor australopisapiens si le suenan de algo
Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Rómulo Betancourt o Arturo Uslar Pietri.
No les suenan. ¿Para qué iban a sonarles? ¿Para qué tanto nomenclátor si todo
puede resumirse diciendo?:
--¿Y lo de Venezuela, qué?
Acaban de
celebrarse elecciones a la Asamblea Nacional venezolana y nuestra Unión
Europea, junto a muchos países americanos y organizaciones internacionales, se
niegan a reconocer la victoria de Nicolás Maduro por considerar que no hubo
garantías democráticas en tales comicios.
Yo no soy nada
experto en asuntos venezolanos, y no sé qué cojones está pasando en Venezuela.
Desconozco si Nicolás Maduro, como cuentan, boicoteó desde el poder a los
partidos de la oposición a través del Consejo Nacional Electoral u otros
organismos.
Insisto por si
queréis dejar de leerme en este punto: yo no sé lo que ha sucedido en Venezuela
este 6 de diciembre. Lo que si sé es lo que no ha pasado.
Las elecciones
fueron convocadas el 30 de junio y, como se repite desde la llegada de Hugo
Chávez al poder en 1998, a la supervisión de los comicios fueron invitados
observadores externos de toda laya y origen para que nadie pudiera decir que se
había metido mano a la urna.
Uno de esos
invitados fue nuestra joven, virginal y exenta de toda mácula Unión Europea. La
pureza de las libertades encarnada en continente. Hay que señalar que la UE no
se dio demasiada prisa en organizarse para afrontar asunto tan escabroso. Los
burócratas europeos no sufren propensión a precipitarse en esto de atender las
demandas de los indiecitos.
Josep Borrell, alto
representante de la UE para Asuntos Exteriores, no consiguió hacerse un hueco
en la agenda hasta el 30 de septiembre para visitar Venezuela. No se sabe si
por la pandemia o porque andaba demasiado ocupado retirando lacitos amarillos
mimetizados en las policromías de la Sagrada Familia.
El caso es que,
tras aquella visita, y a dos meses y una semana de los comicios, concluyó
Borrell que el indiecito no estaba preparado para afrontar el reto democrático.
Que no había condiciones ni garantías, sin explicar en demasía cuáles habrían
de ser esas garantías y condiciones. Y exigió a Nicolás Maduro posponer las
elecciones medio año más. O sea, que la UE no manda observadores, y como no hay
observadores de la UE, las elecciones son un fraude. Cae de cajón.
Yo no sé qué
hubieran pensado los patriotas españoles si la Organización de Estados
Americanos (ya sé que el paralelismo es perverso) nos hubiera exigido cuándo y
cómo celebrar nuestras elecciones. Aun así, tras tamaña humillación
internacional, Maduro mantuvo en pie su amable oferta de invitar a los
comendadores europeos. Borrell rechazó el agasajo, no fuera a ser que se
enfadara el loco del pelo rojo, el amigo americano Donald Trump.
Sí consintió
Borrell que los eurodiputados viajaran a título individual, aunque poniéndoles
carita. No es elegante que un eurodiputado vista guayabera democrática según
dónde, vino a decir. Sin enterarse de que no es eurodiputado, allá se fue José
Luis Rodríguez Zapatero, que sí observó, y vaga clamando en el desierto que no
vio nada raro. Sus colegas socialistas, incluidos los del gobierno, andan
diciendo por los periódicos del régimen que a ZP le ha sorbido el seso el
pajarito en que se rencarnó Chávez. Que ha enloquecido de tanto leer libros
caballerescos sobre libertades. Varios cientos observadores de todo el mundo
que sí vigilaron el proceso han sufrido el mismo mal pandémico. Entre ellos, el
ex presidente ecuatoriano Rafael Correa: "La democracia en Venezuela
continúa, lo que pasa es que para algunos la democracia es válida siempre y
cuando ellos ganen las elecciones. Estas elecciones son exactamente las mismas
que en 2015 cuando perdió el Gobierno y ganó la oposición, ahí sí eran
válidas", señaló en entrevista con La Haine.
Nada dijo Borrell
del bloqueo criminal al que somete EEUU a Venezuela, adonde impide incluso
enviar ayuda humanitaria bajo pena de sanciones a los países que lo intenten.
Bloqueo que la Comisión de Derechos Humanos de la ONU condenó en septiembre de
2019. Y que ha supuesto que los ingresos por venta de petróleo del país
bolivariano hayan descendido de 50.000 millones de dólares a 500M$ (Correa
dixit). Así no hay papel higiénico, claro. Si EEUU hubiera bloqueado el turismo
español por la sintaxis de Mariano Rajoy o la sentada de ZP ante sus tropas,
nos hubiéramos tenido que limpiar con los Episodios Nacionales.
Insisto en que yo
no sé qué ha pasado en Venezuela, pero sí sé lo que no ha pasado. Así que,
cuando me preguntéis malintencionadamente, sacaré a relucir todo un pozo de
sabiduría íntima resumible en una sola pregunta:
--¿Y lo de EEUU,
qué?
Irrebatible.
PS en
homenaje a John Lennon
And though the news was rather sad
Well, I just had to laugh
(Y aunque
las noticias eran bastante tristes
no me quedó
otra que reír)
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