BASTA YA! DE LA FARSA DE JUAN
GUAIDÓ EN VENEZUELA
POR JOSE AMEST
Recordemos que Juan Gerardo Antonio Guaidó Márquez, el 23 de enero del año 2019, se autoproclamó, en una plaza pública, Presidente encargado de la República Bolivariana de Venezuela, desconociendo al Presidente electo constitucionalmente Nicolás Maduro Moros.
Posteriormente, e inicialmente fue reconocido por alrededor de 50 países, entre los cuales se encuentran: Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Perú, Paraguay; el Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el Parlamento Europeo y el Grupo de Lima.
Mencionando además,
que gracias a Donald Trump, a su apoyo,
al “arriarlo”, pone de moda el término “autoproclamado”. La verdad ineludible, es que Guaidó fue y
está avalado, financiado, apoyado por Donald Trump y los Estados Unidos de
Norteamérica, como Imperio actual.
No obstante y sin
duda alguna, en el contexto de la Revolución Bolivariana, Juan Guaidó, es el
usurpador no reconocido por la mayoría del pueblo venezolano. No fue ni siquiera
candidato en mayo del 2018, cuando se celebraron las elecciones legítimas y
legales en Venezuela, para escoger al Presidente, nadie lo eligió; fue un tipo
que escogieron para interpretar el rol de líder “popular”.
Guaidó era
prácticamente un desconocido en la escena política de Venezuela, cuando en una
plaza pública y sin cumplir ninguno de los preceptos constitucionales, se auto
juramentó como presidente encargado.
En términos más
políticos, está al servicio de una operación intervencionista de recolonización
desde el extranjero. Viola la Constitución venezolana, negociando la entrega de
las riquezas a las transnacionales, a los privados; eliminando el control del
Estado sobre el petróleo y el gas, aparte de subordinar las negociaciones a los
Tribunales Internacionales, entre otras medidas.
En general, Guaidó
no fue, en ningún momento, ni es presidente de Venezuela, está actuando al
margen de las leyes constitucionales venezolanas, por lo tanto, puede ser
enjuiciado por tal actitud.
Igualmente, para
recordar que entre las atribuciones, más importantes, del Presidente de la
República Bolivariana de Venezuela están: Cumplir y hacer cumplir la
legislación de Venezuela. Nombrar y destituir al Vicepresidente Ejecutivo, así
como nombrar y destituir a los Ministros. Dirigir las relaciones exteriores de
la República, celebrar y ratificar los tratados, convenios o acuerdos
internacionales. Dirigir la Fuerza Armada Nacional en su carácter de Comandante
en Jefe, ejercer la suprema autoridad jerárquica de ella y fijar su
contingente. Declarar los estados de excepción y decretar la restricción de
garantías en los casos previstos en la Constitución. Administrar la Hacienda
Pública Nacional. Nombrar y destituir aquellos funcionarios cuya designación le
atribuye la legislación. Convocar y presidir el Consejo de Defensa de la
Nación. Autorizar y ejecutar las extradiciones, liberación de presos, entre
otras.
Nos preguntamos,
Juan Guaidó, en su supuesto mandato, ¿ha ejercido o ejecutado alguna de éstas
atribuciones? Por supuesto que no.
Groseramente, si
ha influenciado a varios de los países
que lo apoyan, para desconocer, por ejemplo, a las autoridades diplomáticas en
esos países, desconociendo y usurpando las tareas de las embajadas y
consulados, así como los embajadores y cónsules.
Conocemos de los
problemas, angustias, dificultades y tristezas, de muchos venezolanos/as, que
estando fuera de su país, no pueden renovar o adquirir pasaporte nuevo, u otro
documento, ante la inexistencia de autoridades legales, ya que el país por
ejemplo (Costa Rica), no reconoce a las autoridades venezolanas, sino a las del
usurpador Juan Guaidó.
En este sentido, es
significativo, lo que señala el funcionario y miembro del partido de gobierno
en Costa Rica, Partido Acción Ciudadana PAC, Federico Picado, “Creo que el
Presidente Alvarado y el Canciller
Solano, deben prepararse para repensar y
replantear las relaciones con las autoridades legítimas de Venezuela. Con la
derrota de Trump, desaparece Guaidó, y en consecuencia llega a su fin una
política que fracasó, que no condujo a nada, que nuestro gobierno apadrinó, y
que el único que pago las consecuencias fue el venezolano de todos niveles y
colores, pues las medidas coercitivas unilaterales impuestas por Trump y
Pompeo, y sus consecuencias internas humanas y materiales, no hicieron
distinción alguna entre chavistas, opositores e independientes. El Presidente y
el Canciller, no pueden seguir ignorando una realidad objetiva por razones
ideológicas, a la espera de la mano piadosa del norte. Han desconocido la
dinámica propia de un país, que ha soportado todas las agresiones posibles
exceptuando la agresión e intervención militar directa del imperio. Creo que
llego la hora de tender la mano sin imponer condiciones y que gane espacios la
política y la sensatez con relación al abordaje de la situación de Venezuela”.
Y es cierto, ante
las elecciones parlamentarias en Venezuela, el 6 de diciembre, Guaidó ya no es
ni diputado, ni mucho menos Presidente. Aun, pese al saboteo y la abstención,
la Asamblea Nacional venezolana, está ahora en manos de una mayoría chavista, y
los países que apoyaron la aventura de Guaidó, deben recapacitar,
considerar y reconocer ahora, a los
actuales diputados y diputadas, incluido a Nicolás Maduro Moros, como genuino y
legitimo presidente electo constitucionalmente.
Es más bien, un
inepto con acusaciones recientes de ser corrupto y ladrón de fondos, para su
aventura política de “autoproclamado”. Se ha revelado, por la prensa, incluida
la prensa opositora al gobierno bolivariano, el súbito enriquecimiento de los familiares de Juan Guaidó,
comprobado desde que el “presidente interino” y sus colaboradores tienen acceso a los activos del Estado
venezolano “confiscados” por Estados Unidos. La prensa opositora también ha
divulgado historias de supuesta complicidad, entre altos funcionarios del gobierno y algunos diputados
opositores.
Es abiertamente
conocido, como una ficha a utilizar por USA, aunque ya va ser desechado, según
algunos partidarios de la oposición venezolana. Bufón del Imperio e
incompetente.
Pasadas las elecciones
parlamentarias, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha dicho, que su
cargo ha quedado ratificado y «recontrarratificado», por el amor, el voto y la
pasión del pueblo bolivariano, luego del rotundo triunfo del chavismo en las
elecciones legislativas, en las que no participó la oposición que representa el
líder opositor Juan Guaidó.
Juan, por su parte,
reitera sus denuncias de fraude en las elecciones, alegando que no participó,
porque los comicios no cuentan con las garantías suficientes para que sea un
proceso transparente.
Como dice un dicho
popular, son “pataleos de ahogado”, se
aferra a un sillón presidencial ficticio, argumentando que el Gobierno de
Nicolás Maduro es ilegítimo, pese a ser reconocido por más de 135 naciones,
frente a 50 países que le brindaron a Guaidó su respaldo inicial.
Como ya intuimos, a
partir del 5 de enero 2021, los gobiernos que lo apoyaron en enero de 2019, y
no renovaron su confianza, al menos de manera pública, tendrán que dar un paso
al frente y manifestarse al respecto, dichos apoyos o rechazos son vinculantes
y de valor práctico.
Deseamos ya casi
finalizando, destacar un elemento que alude al pernicioso y recurrente ataque
sobre la acusación de la “dictadura de Maduro”. Como es posible, que luego
de unas elecciones parlamentarias
legales, constitucionales, con veedores internacionales, se permita que un
impostor (Juan Guaidó), primero, llame “tirano”, “impostor”, “usurpador”, al
Presidente que de verdad está ejerciendo (Nicolás Maduro); segundo, que éste
último, permita, que el autoproclamado, pueda aparecer y circular en el país,
ante la opinión pública; tercero, organizar una consulta popular, con unos
supuestos 7.000 centros de recepción de
votos, y finalmente, salir campante sin ser molestado por los agentes de
seguridad del Estado o la policía política del “dictador” de turno.
¡Imagínense qué le
habría ocurrido a quienes durante algunas de las dictaduras acaecidas en
América Latina, hubiesen instalado no 7.000 sino, 7 centros de recepción de
votos para expresar su repudio al régimen! Habrían sido arrestados al instante,
probablemente torturados hasta morir y desaparecidos sin dejar rastros.
Finalmente, el año
2020 ha sido para Juan Guaidó, el año de su máximo truco ilusionista y el de su
caída que ya parece indetenible. La caída de la ilusión, está sucediendo en
estos momentos.
Parece inevitable
que el invento Guaidó termina por apagarse. Su historia política, desde su
reconocimiento en enero del 2019, por parte de Trump, es una sucesión de errores
e incapacidades.
Su progresivo
declive venía sucediendo sin demasiado impacto. Su incapacidad para proponer
algo nuevo (o incluso repetir algo viejo) quedaba tapada por las casi semanales
sanciones anunciadas por Estados Unidos, en el marco de un bloqueo férreo,
persiguiendo barcos y navieras para que no comercie petróleo con Venezuela.
¿Hasta cuándo
seguirá el respaldo a Guaidó? Lo que es seguro es que Guaidó no hizo lo que
debía hacer, y deben existir otros planes en vista de sus fracasos. Como señalan
los dichos populares: “a Guaidó, solo le queda una presidencia virtual en el
país de Narnia”.
Lic. José A. Amesty R.
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