EL LOBBY JUDICIAL TARDOFRANQUISTA
¿Existe
el lobby judicial tardofranquista?
POR GERMAN GORRAIZ LÓPEZ
El Tribunal Supremo estaría controlado por el llamado “clan de los políticos” en palabras del ex-Presidente de Sala del TS, Ramón Trillo y habría devenido en un verdadero lobby o grupo de presión de la derecha tardofranquista.
El establishment del Estado español estaría formado por las élites financiera-empresarial,política, judicial, militar, jerarquía católica,universitaria y mass media del Estado español, herederos naturales del legado del General Franco que habrían fagocitado todas las esferas de decisión (según se desprende de la lectura del libro “Oligarquía financiera y poder político en España” escrito por el ex-banquero Manuel Puerto Ducet). Dichos lobbys de presión estarían interconectadas mediante “una alianza inquieta basada en su comunidad de intereses económicos y amalgamada por la defensa a ultranza del Régimen del 78 y de la “unidad indisoluble de España”, y cuyo objetivo confeso sería convertir al Estado español en una distopía de naturaleza no ficticia. Una distopía sería “ una utopía negativa donde la realidad transcurre en términos antagónicos a los de una sociedad ideal” y se ubican en ambientes enmarcados en sistemas antidemocráticos donde la élite gobernante se cree investida del derecho a invadir todos los ámbitos de la realidad en sus planos físico y virtual.
¿Existe el
lobby judicial tardofranquista?
El Tardofranquismo
sería un anacronismo político que bebería de las fuentes del centralismo
jacobino francés y del paternalismo de las dictaduras blandas y que incluirá en
su cartografía la llamada “Doctrina Aznar” que tendría como ejes principales
“la culminación de la“derrota institucional de ETA para impedir que el
terrorismo encuentre en sus socios políticos el oxígeno que le permita
sobrevivir a su derrota operativa” y el mantenimiento de la “unidad indisoluble
de España “, lo que se tradujo en la prohibición por el Gobierno de Rajoy de la
celebración del “referéndum del 1-O” en Catalunya y el posterior exilio y
entrada en prisión de Puigdemont y sus Consellers.
El Tardofranquismo
judicial tendría al Tribunal Supremo como muro de contención de los
decretos-leyes aprobados por el “rodillo progresista” del Congreso; a su
Presidente Carlos Lesmes como croupier en la ruleta de cargos y adjudicación de
procesos judiciales y a los jueces Marchena, Lamela y Llarena como sus más
destacados peones. Asimismo, el Tribunal Supremo estaría controlado por el
llamado “clan de los políticos” en palabras del ex-Presidente de Sala del TS,
Ramón Trillo y habría devenido en un verdadero lobby o grupo de presión de la
derecha tardofranquista que mediante controvertidas decisiones judiciales
intentará paralizar o revertir las decisiones políticas o económicas del
Gobierno Sánchez. Así, el penúltimo ejercicio de “dislate jurídico” del
Tardofranquismo judicial sería la revocación por el Tribunal Supremo del tercer
grado a los 9 procesados por el procés que conlleva el finiquito del régimen
flexible del que gozaban y les permitía salir de la cárcel para ir a trabajar o
para hacer voluntariado, sentencia que sería la respuesta del Tardofranquismo
judicial al intento de ERC de participar en la gobernanza del Estado tras su
reciente apoyo a los Presupuestos Generales del Gobierno PSOE-UP.
En este mismo
contexto se encuadraría la cabriola jurídica del Tribunal Supremo que habría
decidido por unanimidad de sus miembros repetir el juicio a Otegi y a otros 4
implicados en el llamado “Caso Bateragune” por “pertenencia a organización
terrorista” al intentar recomponer la extinta Batasuna. Otegi fue condenado a 6
años de prisión que cumplió en su integridad así como a inhabilitación para
cargo público hasta febrero del 2021 pero dicha sentencia fue revocada en el
2018 tras estimar el TEDH de Estrasburgo que “se había vulnerado el derecho de
los 5 acusados a un juez imparcial”, por lo que en el supuesto de una nueva
sentencia condenatoria, tan sólo le quedaría pendiente de cumplir unos meses de
inhabilitación. Como colofón a la ofensiva judicial contra el Gobierno Sánchez,
asistimos a la decisión del Supremo de “investigar la gestión del COVID-19” en
contra del criterio de la Fiscalía con la esperanza de incriminar al
Vicepresidente segundo, Pablo Iglesias y provocar la ruptura del Gobierno
PSOE-UP. Todo ello serían elementos constituyentes de la llamada “perfección
negativa”, término empleado por el novelista Martín Amis para designar “la
obscena justificación del uso de la crueldad extrema, masiva y premeditada por
un supuesto Estado ideal”.
GERMÁN GORRAIZ
LÓPEZ-Analista
No hay comentarios:
Publicar un comentario