jueves, 17 de diciembre de 2020

RECORDANDO A “LOS TRES PINOS TRISTEMENTE DESAPARECIDOS”

 

RECORDANDO A “LOS TRES PINOS TRISTEMENTE DESAPARECIDOS”

         QUICOPURIÑOS

Releyendo mi propio último artículo, “Canción de Navidad en Villa Tres Pinos”, siento que le faltó algo, lo que ahora  incorporo al pie. Y me pregunté, si le falta algo, porque no añadirlo o es que un relato una vez escrito es inamovible. Entonces me dije, si escribo porque me gusta y veo que hay gente que me lee y me contesta con mensajes de ánimo, algo que las convierte en cómplices, pues conectan, contactan, participan, te animan a escribir y te apoyan, porqué no reescribirlo. Y compartirlo después con quienes te sugieren ideas para tus relatos convirtiéndose así, de esa manera, en aliados, en fuente de inspiración, en copartícipes de mis cuentos y relatos. Y a ellos que nombrados algunos han sido ya, y a otros que lo serán en próximos relatos con sus nombres y apellidos, si no les parece mal: ¡Gracias!, pues entiendo que es de buen nacido ser agradecido.

         Eso es muy grato. Cuando ahora me siento ante la pantalla a escribir un día más, ya no me veo solo. Me veo acompañado de tantos que me leen, siguen y apoyan. Y percibo, mientras tecleo, como me susurran al oído sus ideas, sus sugerencias, o sus mandatos en ocasiones, que también hay entrañables cabrones. Pues gracias, lectores, musas mías, cabrones, todos fuentes de inspiración, aunque, sepan que no pienso compartir con ustedes, si llega el caso, mis derechos sobre la propiedad intelectual de lo escribido. Una cenita como mucho por mi cuenta si la cosa llegara a buen puerto y beneficios diera. ¡¿Lo entienden verdad?! Seguro que sí, altruistas musas y cabrones, porque el escribidor tendría que vivir pues no tiene una tía llamada Julia. Ya quisiera él.

         Y ahora reescribo y añado algo al cuento del otro día. Eso sí incorporando un final nuevo, o diferente. Gracias a mis lectores que a la vez son mis musas. Gracias a los que me sugieren relatos e ideas para escribir, a los que con sus comentarios y palabras de aliento me corrigen y ayudan. A los que, en una palabra, me arropan. Gracias a todos.     

         Y decía entonces, aunque alguna corrección le metí,…..

         “Se acerca la Navidad”. Y con la historia del Covi, los que creen que mandan, escriben normas cada día. Más de seis, ocho, diez o más cada día. Y es que cada día se les ocurre algo y lo escriben, lo escupen, en el Boletín Oficial. Y hablan de convivientes o de allegados. De esos que se podrían reunir o no a celebrar. Y sí a las “personas”, a las que la norma dirigen, las que podrían ser sancionadas. Pues claro, “nulla pena sine lege”. Y asustan amenazándote con el no te reúnas. Y la gente dice, piensa, que quiero estar en familia y compartir, brindar, como siempre, la Nochebuena, la Navidad, en familia un año más. Cómo no.

         Y entonces veo y leo la letra pequeña del Boe. La que va dirigida a “las personas” a las que les imponen restricciones de movimientos, de encuentros, a las que les quitan, a las que les limitan, compartir ese espíritu navideño.

         Pero el legislador es torpe cuando manda sobre la “persona” a restringir sus movimientos, cuando se empeña en  imponer un toque de queda. Y no  se da cuenta que las personas tenemos espíritu y alma y si queremos compartimos ese, el espíritu navideño, lo haremos, por mucha norma dictada que esté. Porque la Administración no puede sancionar a “un espíritu”. Porque “el espíritu”, ese que todos llevamos dentro, es libre, y a él no le puedes poner fronteras, ni límites. Libre nació y libre vivirá.

         Me da igual las normas dictadas porque espíritu libre soy, era y seré, desde el infinito y más allá. Si las autoridades  admiten o no una cena de Nochebuena con un número determinado de comensales, de personas de carne y hueso, me da igual. Paso. Cumplo la norma, no me queda otra, dictada que afecta y se refiere a las personas. Y es que las normas sancionadoras tiene que definir a quine van dirigidas, definir la infracción y establecer la sanción. No cabe imponer una sanción por una conducta interpretada por analogía. Eso sería arbitrario, contrario a derecho y vulneraría otro gran principio, el de la seguridad jurídica, ese que nos debe, el que nos tiene que amparar y arropar, principio del que no podemos renunciar, sople el viento por donde sople, venga por la derecha o por la izquierda. Venga por el norte o por el sur.

         En eso momento digo:

¿Pero y si nos reunimos los espíritus, ese que llevamos en el interior, a los que la norma del Boe no cita y que por tanto no nos pueden sancionar?

         Dicho. En Las Gavias, en la “Villa Tres Pinos”, nos reuniremos almas, espíritus de la familia. Y no habrá toque de queda ni límite de comensales, porque volando iremos y volando volveremos a nuestra casa y así no incumpliremos el toque de queda. Sí, abuelos, hijos y nietos y un bisnieto recién llegado que conocerán mis padres en esa Nochebuena distinta y tan  especial.

¡Magia en ese día de Nochebuena de espíritus Purris con parejas y allegados queridos! En el que nos juntaremos todos, los que están y los que se fueron con los que tuvieron que decir adiós porque su tiempo llegó, aunque desde la distancia permanezcan en nuestra memoria, en nuestro recuerdo diario. “Aquí, solo yace tu cuerpo, porque tu espíritu permanecerá siempre en nuestros corazones”,  escribí un día dedicado entonces a alguien. A un ser muy querido, a  la que me dio la vida.

¡Pero qué  feliz reencuentro será la noche del 24 del “NB “. (NB: Noche Buena,virtual!)

 Noche donde Mamá volverá a cocinar su conejo en salmorejo de siempre y su  ensalada de zanahoria con mayonesa. Y ese postre, que tanto le gusta a mi goloso cuñado Alberto. Y alguien, alguno de los que en este año convertidos en espíritus, llevará langostinos a la cena, de los gordos, y también un caldito con una hojita de hierba huerto, claro que sí.

         Comeremos todos juntos. Y al terminar la cena, los restos, los pondremos en un plato, donde, Boliche, Yock, Nubi, Oskar y Hansel, disputen y disfruten de las sobras, moviendo alegremente sus rabos mientras el pato blanco nada, bajo la luz de la luna, en el pequeño estanque del jardín lagunero.

         Y finalizando la noche, con un abrazo colectivo, despediremos al 24 de diciembre, en Las Gavias todos esos espíritus unidos. Todos esos Purris, con las parejas incorporadas, que se han pegado, unido, a los nietos y nietas, esos novios y novias, parejas en suma unidas en suma a la familia nuestra. Sí, claro, ellos y ellas. Y todos dirigidos por Papá que con su batuta nos hará entonar la canción, su canción, con esa canción que llevamos todos  desde siempre en el baúl de nuestros recuerdos, la que está pegadita al alma, la que nos unió desde siempre, esa tonadilla que decía …“era un rayito de Luna, que alumbraba el cementerio donde reposan los huesos de mi tío Desiderio“….-

         ¿Que esta Nochebuena del 2020, año horrible para olvidar por siempre, podrá ser distinta? Quizás. Bueno, eso sí, seguro que sí. Desde luego que diferente será. Por supuesto inesperada es y visto lo visto, no muy bien bienvenida. Qué culpa tendrá la cena del 24. La mesa  de esa  noche que antes te esperaba con el mejor de sus manteles, con la cubertería de plata pulida el día anterior por todos los niños, paño en mano y siguiendo las instrucciones de algún familiar mayor. Y con la vajilla recién lavada y bien dispuesta y con la mejor cristalería presentada para la ocasión. Y ese almuerzo del día siguiente, ese en el que se comen las sobras de la noche anterior pues sobrará, suele sobrar mucho, menos langostinos o jamón serrano. ¡Navidad! Feliz o triste Navidad!, la que se avecina en este 2020.

Pero sí le pones magia, si le pones magia, si te amparas en la magia y te apoyas en todos esos espíritus rebeldes que llevamos dentro, es decir en nosotros, entonces entrañablemente reunidos en Las Gavias, en “Villa Tres Pinos”, o estés donde estés, pensando en una noche Lagunera más, en una de esas de hielo y de frío que cantaban Los Sabandeños, conseguiremos hacerla diferente, tanto en  la cena del 24 como en el almuerzo del 25. Y es que Las Gavias es mi rincón, mi sueño. Camino de Las Gavias ese que tuvo  “Los Tres Pinos” centenarios ellos y también la bonita fila de castañeros que fueran vilmente ejecutados por un constructor sin escrúpulos en los años setenta, para hacer y vender mini parcelas y que, cómo no, para dejar en la memoria la canallada que hizo con los centenarios árboles de la zona, puso su nombre a una de las calles de la urbanización que realizó. La calle Nilo García, transversal del Camino de Las Gavias, orgulloso estarás estés donde estés, si vivo o criando malvas.

Y es que esos “Pinos”, esos “Tres Pinos” eran referentes si hablabas con alguien o si pedías un taxi y al decir la dirección te preguntaba el taxista ¿antes o después de los “Tres Pinos”, maestro? Esos Tres Pinos. Esos que llevo en mi memoria, en mi recuerdo, a los que lloro porque lamentablemente ya no están. 

 

                                      quicopuriños, en época de navidad del  2020


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