CANCION DE NAVIDAD EN “VILLA
TRES PINOS”
QUICOPURIÑOS
Se acerca la Navidad. Y con la historia del Covi, los que creen
que mandan, escriben normas cada día. Más de diez, o de seis, o de ocho. Cada día. Cada día se les ocurre
algo y lo escriben en el Boletín Oficial. Y hablan de convivientes o de
allegados. De esos que se podrían reunir o no a celebrar. Y sí a las “personas”,
a las que la norma dirigen, las que podrían ser sancionadas. Pues claro, “nulla
pena sine lege”. Y asustan amenazándote con el no te reúnas. Y la gente dice,
piensa, que quiero estar en familia y compartir, brindar, como siempre, la
Nochebuena, la Navidad, en familia un año más, cómo no.
Y entonces veo y
leo la letra pequeña del Boe. Que va dirigida a “las personas” a las que les
imponen restricciones de movimientos, de encuentros, a las que les quitan, a
las que les limitan, compartir el espíritu navideño.
Pero el legislador es torpe cuando manda a la “persona” a restringir sus movimientos, cuando se empeña en imponer un toque de queda. Y no se da cuenta que las personas tenemos espíritu y alma y si queremos compartimos ese, el espíritu navideño, lo haremos, por mucha norma dictada. Porque la Administración no puede sancionar a “un espíritu”. Porque “el espíritu”, ese que todos llevamos dentro, es libre, y a él no le puedes poner fronteras, ni límites. Libre nació y libre vivirá.
Me da igual las
normas dictadas porque espíritu libre soy, desde el infinito y más allá. Si las
autoridades admiten o no una cena de
Nochebuena con un número determinado de comensales, de personas de carne y
hueso, me da igual. Paso. Ya, eso sería incumplir la norma. ¿Pero y si nos
reunimos los espíritus?
En Las Gavias, en
la “Villa Tres Pinos”, nos reuniremos almas, espíritus de la familia. Y no habrá
toque de queda ni límite de comensales, porque volando iremos y volando
volveremos a nuestra casa y así no incumpliremos el toque de queda. Sí,
abuelos, hijos y nietos y un bisnieto recién llegado que conocerán mis padres
en esa Nochebuena distinta y tan
especial.
¡Magia en ese día
de Nochebuena! Nos juntaremos todos, los que están y los que se fueron, los que
dijeron adiós aunque permanecen en nuestros corazones, en nuestro recuerdo
diario. Qué feliz reencuentro. Noche donde
Mamá volverá a cocinar su conejo en salmorejo de siempre y su ensalada de zanahoria con mayonesa. Y ese
postre, que tanto le gusta a mi goloso cuñado Alberto. Y alguien, alguno de los
que en este año convertidos en espíritus, llevará langostinos a la cena, de los
gordos, y también un caldito con una hojita de hierba huerto, claro que sí.
Comeremos todos
juntos. Y al terminar la cena, los restos, los pondremos en un plato, donde,
Boliche, Yock, Nubi, Oskar y Hansel, disputen y disfruten de las sobras,
moviendo alegremente sus rabos mientras el pato blanco nada, bajo la luz de la
luna, en el pequeño estanque del jardín lagunero.
Y finalizando la
noche, con un abrazo colectivo, despediremos al 24 de diciembre, en Las Gavias
todos esos espíritus. Todos esos Purris y allegados, dirigidos por Papá, que
con su batuta nos hará cantar la canción, su canción, con esa canción que
llevamos todos en el alma, la que nos unió desde siempre, esa que decía “era un
rayito de Luna, que alumbraba el cementerio…“
No es verdad que
esta Nochebuena será diferente. Igual distinta sí, pero sí le pones magia, será
inolvidable.
quicopuriños,
navidad 2020
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