¿DÓNDE ESTÁ EL REY CUANDO
SE NECESITA?
DAVID BOLLERO
La revelación por parte de Infolibre de una carta y un chat de militares retirados golpistas, en los que incluso se llama a fusilar a 26 millones de españoles que no comulgan con sus valores fascistas, no puede quedar en una mera anécdota. El hecho es de extrema gravedad, no sólo porque evidencia la cantidad de militares franquistas que hay en la reserva sino, además, porque al menos 52 diputados y diputadas en el Congreso admiten abiertamente alinearse con estos predicamentos franquistas.
No podemos decir que nos soprenda cuán implantado está el franquismo en nuestro Ejército. Lo dicen sus propios miembros en los artículos de Infolibre, confirmando un secreto a voces. Nadie dice que estos elementos fascistoides sean mayoría en las Fuerzas Armadas, pero afirmar que es algo residual es perpetuar el problema. Algo parecido sucede en otros cuerpos del Estado, como la Policía Nacional y la Guardia Civil; por este motivo, desde estas líneas he llamado una y otra vez a la autodepuración, porque el silencio cómplice de los compañeros y compañeras agrava este mal.
Dicho esto,
sorprende cómo se evita poner el foco en el rey, situándolo como víctima del
entramado por el modo en que constantemente la derecha y ultraderecha lo
instrumentalizan, al igual que la bandera, para fines que nada tienen que ver con
la democracia. El rey no es víctima, no se equivoquen, porque su mutismo ante
provocaciones de este calibre se traducen en connivencia, dando alas a los
golpistas.
¿Dónde está el rey
cuando se necesita? Sencillamente, no está, porque no precisamos de ningún
rey... aunque lamentablemente lo tengamos sin que se nos haya dado la
oportunidad de elegir democráticamente qué modelo de jefatura de Estado
queremos. Asumida esta imposición, lo mínimo que se puede exigir es que al
menos el monarca cumpla con su cometido, pero no da la talla. Si fue el último
monarca europeo en dirigirse a su pueblo cuando la pandemia estaba haciendo
estragos, ¿alguien de veras espera que Felipe VI asuma esta responsabilidad?
La narrativa de que
el rey es símbolo de unidad de España estalla en mil pedazos en cuanto se pone
a prueba su valía. Hace aguas por todos lados e, incomprensiblemente, medios y
clase política lo victimizan cuando, en realidad, habría que poner todos los
focos sobre él, exigiéndole un dicurso contundente que sofoque la flama
golpista. No deja de ser curioso cómo se
despachó a gusto aquel 1 de octubre del referéndum catalán y, en cambio, cuando
militares retirados hablan, incluso, de fusilar a 26 millones de personas calla...
y quien calla, otorga, dice nuestro sabio refranero español.
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