EL PP PAGA SU "REPARACIÓN MORAL
" DE 245.000 EUROS
DAVID BOLLERO
El Partido Popular (PP) está tan encantado con la "reparación moral" que supuso la sentencia de la trama de la Gürtel que ayer pagó los 245.000 euros que le impuso la Audiencia Nacional. Tan henchido de satisfacción está el partido que comenzó a cobrar los cafés en Génova para evitar un ERE que, eso sí, ha solicitado conocer cuánto han pagado sus antiguos socios y militantes Jesús Sepúlveda, Guillermo Ortega, Pablo Crespo o Francisco Correa, por si éstos estuvieran tan contentos que hubieran pagado de más y los de Pablo Casado puedan rascar algo del excedente.
El pasado mes de octubre, Mariano Rajoy rompía el silencio de su retiro funcionarial para calificar la sentencia de la Gürtel como "reparación moral". Tal reparación se tradujo ayer en la devolución de las cantidades por las que el PP fue condenado como partícipe a título lucrativo de esta trama corrupta. Concretamente, el dopaje electoral del que se benefició para sus campañas de 2003 en Pozuelo de Alarcón (111.864,32 euros) y en Majadahonda (133.638,44 euros).
Suena raro, lo sé,
pero la misma sentencia que en el PP aplauden es la que les obliga a pagar un
cuarto de kilo. Después de que Pablo Casado cosechara los peores resultados
electorales en la historia del PP, las cuentas del partido pasan horas bajas
tras ver cómo las subvenciones por escaño han caído en picado.
Así las cosas el PP
tuvo que recortar gastos, desde ahorrar en estudios demoscópicos a dejar de
pagar el vado de Génova o comenzar a cobrar los cafés... Y, cómo no, despedir,
pero incluso ahí la justicia española volvió a darle una alegría, condenando al
PP por despido improcedente al haber intentado ahorrar el 95% de la
indemnización a varios trabajadores. Otra "reparación moral" para el
partido.
No se puede jugar a
la desfachatez y al cinismo, ni siquiera con la socarronería de Rajoy, sin
esperar que no te estalle en la cara. El pago que realizó ayer el PP es la
constatación de que no hubo tal "reparación moral"; hubo corrupción
de la que quizás penalmente no escape. Enmascarar los hechos, como intentó
Rajoy, es deshonesto, mezquino... y es exactamente lo mismo que se está
tratando de hacer con el emérito y su familia real, cuya macha de corrupción,
cuyo hedor de inmoralidad ha envuelto por completo a la institución.
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