POR FAVOR, CIUDADANO, ¡LÉASE EL BOE!
QUICOPURRIÑOS
Pues sí, porque hasta entonces, cuando nos dijeron quédate en casa, el ritual era: Que sonara el despertador o tu despertador biológico, sin necesidad de oír un ring, te hacía saltar de la cama y te mandaba a caminar hacia el baño. Después a la cocina, a tomar ese preciado café que te ayudaba a despertar, a recibir con brazos abiertos al nuevo día. Y luego ese cigarro mañanero, antes de dirigirte a la ducha, la que te dejará aseado y presentable para ese otro día que llegó. Y sales a la calle, en busca de otro café en la cafetería de siempre, en la de la esquina. Esa donde aguardan los contertulios y en la que en silencio, porque todavía no estás espabilado del todo, compartes taza y lees el periódico, entonces en papel, que se pasaba de mano en mano sin miedo a contagios.
Ahora no. Sigues
levantándote y tomas la directa rumbo al baño a la misma hora que ayer, la
misma hora de la de antes del encierro. Pero con cambios. Porque donde antes te
sentabas tranquilo, con legañas en los ojos sí, ahora te sientas inquieto y a la
expectativa. Y lo primero que haces posado sobre el frío asiento cerámico
blanco es abrir el móvil, para conectarte con el Boe, con el Boc, para
informarte de las últimas disposiciones legislativas referentes a la pandemia.
Para saber qué nueva y disparatada norma ha entrado en vigor hoy, que como
publicada está, obligatoria es. Y debes conocerla por aquello de que la
ignorancia de las leyes no excusa de su cumplimiento y si la incumplieras
camino del añorado café de la cafetería de la esquina, podrías ser sancionado
por un guardia cualquiera que comienza a esa hora su jornada. Y tienes que leer,
día a día, los boletines: el nacional y el de tu comunidad y hasta el de la
provincia, porque autoridades nacionales, autonómicas y locales, compiten por
legislar. Fuerte una diarrea legislativa la que les ha entrado a los que
votamos en las últimas elecciones. Normas hoy que, una semana después,
modifican, porque claro, cuando las dictaron, no habían tenido en cuenta el
criterio del comité de expertos, ese mismo que ayer se han dado cuenta que no
existe, del que no conocen ni su composición ni sus integrantes. Y así nos va.
Somos barco a la deriva porque no hay timonel que sepa llevar el rumbo, aunque
eso sí, todos esos grumetes recién llegados a bordo, opinarán si por babor o
por estribor y escribirán en el cuaderno de bitácora, lo que hay que hacer.
El cuaderno de
bitácora es ahora el Boe, es el Boc o el Bop y quienes firman y plasman en él
el “plan de ruta” son esos impresentables, los que se llaman, en el Congreso de
los Diputados, asimismo Señorías.
Y todo eso, mientras nosotros, los sufridos
pasajeros, no podemos bajarnos de este querido barco nuestro llamado País, de
ese que con tanta torpeza, pues brújula no
tienen, gobiernan a la deriva.
quicopurriños.
6 de Diciembre de 2020
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