EL CHAT YAYOFACHA
Si es usted un ciudadano normal y no un fanático de extrema
derecha, cuídese: en pleno 2020 sigue estando en el centro de la diana para
algunos
GERARDO TECÉ
Una cumbre de intelectuales reunidos en un chat de whatsapp ha descubierto, al fin, la fórmula para salvar España: fusilar a la mitad de los españoles. El mes que viene se publicará el estudio en la revista Science. Están desatados, contaba en la radio uno de los altos cargos del ejército del aire que se salió del chat por el tono que la cosa estaba tomando. Lo que en principio era una reunión de antiguos compañeros, explicaba este militar retirado, se fue convirtiendo en un mitin de ultraderecha en el que unos cuantos insultaban y difundían bulos –“eran mentiras para retrasados mentales y se las creían”– y otros como él, por educación y por el bien de la convivencia, callaban o se salían del grupo. Nada que cualquiera no conozca sin ser militar. Siempre fueron nostálgicos del franquismo, pero dentro de un orden; así recordaba el denunciante del chat cómo eran sus compañeros en activo antes del desmadre de la vejez. Franquistas, pero dentro de un orden. Cuarenta años inventando eslóganes ridículos para democratizar el desfile del 12 de octubre cuando teníamos el lema ahí.
La buena noticia es
que este grupo de militares retirados tiene el mismo peligro que los memes de
tu primo el de Valladolid. A no ser que Amazon ponga a la venta los taca-taca
con lanzamisiles, podemos estar tranquilos, al menos físicamente. El mayor
pronunciamiento que pueden hacer estos militares es, detrás de la valla, y
dirigido contra el jefe de alguna obra. O eso quiero creer. Me temo que, de
llevarse a cabo el experimento, estaría en el grupo 1 –como los sanitarios y
enfermos crónicos con la vacunación– a la hora de recibir una de esos 26
millones de balas que hagan a España great. La mala noticia es que, si miras
fuera del chat de los yayofachas, el panorama no mejora demasiado. Preguntado
el líder de la oposición, el centrista –creo que sigue con barba– Pablo Casado
por la propuesta de darle matarile a la mitad de la población española, su
respuesta rotunda, después de esbozar una sonrisilla fue, abro comillas,
“muchas gracias, voy para allá”. ¿Se imaginan a Ángela Merkel escabulléndose
ante una amenaza de ex altos cargos
militares contra la mitad de su población? En el caso de Casado no hay que
culparlo. No debe de ser fácil presidir un partido que, al mismo tiempo que se
declara campeón mundial de la democracia, tiene que mantener el respeto por sus
fundadores, ministros de una dictadura fascista que hicieron realidad el sueño
de este chat. Por parte de Vox, siempre gente sincera, no tuvo problemas
Macarena Olona en decir, en sede parlamentaria, y a costa de tu bolsillo, que
los miembros de ese chat, a los que saludaba Abascal, son su gente. De
reducirse el sueldo en la parte correspondiente, esa que dejaríamos de aportar
los 26 millones de españoles asesinados, no dijo nada.
La publicación de
las conversaciones privadas de este chat son consecuencia directa de otra
publicación: la de una carta dirigida al rey Felipe VI en la que estos
militares nostálgicos del mentor de su padre se ponían a su disposición para
arreglar España, corrigiendo lo votado por España: un gobierno socialcomunista
de bolivarianos, amigos de ETA y demás grandes éxitos. La respuesta de Felipe
VI ha sido, como era de esperar, ya que sufre el mismo problema estructural que
el PP, el silencio. Ante el revuelo provocado, el monarca y jefe máximo de los
militares no ha considerado oportuno pronunciarse. Ni siquiera con uno de esos
mensajes blancos y para todos los públicos que hablan de convivencia y respeto.
Posicionarse a favor de la convivencia y el respeto es, en estos momentos,
posicionarse en contra de la ultraderecha española. Y el rey, como ya sabemos,
ha de ser neutral: ni a favor ni en contra del odio, ni a favor ni en contra de
fusilar a 26 millones de personas. Hablando de convivencia. Si a Bildu, como
heredera del espacio político que antes ocupaba HB, se le exige un nivel alto
de compromiso, si se le exige condenar no solo a ETA –que la condena– sino
también cada pintada aparecida sobre la fachada de cualquier McDonalds de San
Sebastián –y también la condena–, ¿no estaría bien que una Casa Real que se
dice democrática y ocupa el espacio político cedido por el asesino fascista,
que tuvo a la mano derecha del anterior rey involucrada en el golpe de Estado
del 23F, se diese por aludida y nos dejase a todos más tranquilos?
Lo que pasa
alrededor del caso del chat de los yayofachas demuestra que el fracaso
democrático funciona en este país como el fracaso escolar. España pasó de
curso, de dictadura fascista a democracia ejemplar, en día y medio. Sin
trabajar la memoria, ni la justicia, ni el esfuerzo de quienes murieron por la
democracia. Sin la base necesaria. No es de extrañar que ahora tengamos estas
lagunas. Si es usted un ciudadano normal y no un fanático de extrema derecha,
cuídese: en pleno 2020 sigue estando en el centro de la diana para algunos.
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