MENOS MADERA, ES LA GUERRA
Espero
que la Comisión se ponga las pilas, y descubra que hay guerra, y que ello
precisa una adaptación económica espectacular. Espero que la Comisión sepa que
no hacer nada conduce a acabar disparando a sus ciudadanos
GUILLEM MARTÍNEZ
1- Uno de los sellos de los sistemas verticales, tirando pa autoritarios, es su relación con el lenguaje. Crean palabras y giros para referirse a significados alejados de la realidad, pero autorreferentes e hipnóticos. Si se fijan, eso mismo es lo que hacen los enamorados, esos seres que nunca se aburren porque se pasan el día hablando solo de ellos, también a través de neologismos que se inventan. Como mi favorito: pichurri. La post-democracia es, ahora que lo pienso, algo parecido al amor. Concretamente, su contrario.
2- En Rusia no se
utiliza la palabra guerra desde febrero. Y no, no es el amor, sino uno de los
chollos del autoritarismo. Lo curioso, y esto es otro indicativo de que la
democracia no está en forma en Europa, es que sucede lo mismo en el otro bando
de esta guerra. Europa no utiliza el palabro guerra, lo elide, lo sustituye
cuando la guerra, esa brutalidad, aparece en su región más cotidiana,
multitudinaria, envolvente y extensiva. La economía.
3- La UE, los
gobiernos que la integran, que han subido el presupuesto armamentístico al 2%
del PIB –lo que hace que la guerra llegue a nuestra casa, pom-pom, en forma de
recortes en el exbienestar–, no tienen inconveniente, por lo mismo, en hablar
de guerra. Todo el día. En cada telediario. Salvo cuando se trata de
combustibles, alimentos, precio del dinero, y deuda de los Estados. Esto es, de
economía. Una economía que, pom-pom, nos trae la guerra a casa donde, supongo,
ya la han visto. Acostumbra a situarse al lado de la nevera, donde a las tantas
de la noche te asusta, bú, cuando te acercas.
4- Una de las
diferencias entre una dictadura y una democracia, ante el hecho salvaje de la
guerra, es que las democracias suelen/solían optar, desde un primerísimo
momento, por la economía de guerra. Es decir: por el aumento del gasto, pero
también por el racionamiento, la planificación. Para evitar la crueldad –el
abuso, el negocio; la guerra, vamos– en los hogares.
5- La UE no está
haciendo nada al respecto. Y es necesario decirlo. En defensa de la UE se debe
decir que no puede hacer nada, la pobre, pues si bien nació para ello –para
evitar la guerra, para evitar que, si se produce, llegue a los hogares; hasta
febrero de este año casi lo consigue–, en un momento de su crecimiento se cayó
de cabeza en la ducha, y cambió de carácter. En 2007, por ejemplo, atacó a sus
ciudadanos, en Grecia. Se dice rápido. Sin ningún tipo de inteligencia –el
cálculo, la sensibilidad, la empatía, son regiones de la inteligencia–, al
punto de regalar las grandes estructuras griegas a China, esa filántropa. Se
dice rápido, indeed.
6- Y aquí, un
inciso. Esta mañana a primera hora, la UE es una mezcla de tramos de a)
tecnocracia políticamente esterilizada –con grandes bacterias de
neoliberalismo, esa teoría política, que no económica, que es lo que queda
cuando lo esterilizas todo; así dicho, parece la viruela del mono; lo es –en el
max-mix Comisión-BCE. Un b) TJUE, que parece mantener cierto humanismo y cierta
tradición democrática de confrontación de derechos humanos e individuales
frente al Estado y la empresa –pas mal; la justicia europea es lo que nos queda
a los pobres–. Una c) Constitución poco nítida, irreformable, sustentada en dos
tratados. Un d) Parlamento tan poco denso que en él progresa adecuadamente González
Pons o Puigdemont. Y un e) anclaje de todo ello en una cultura financiera USA,
en la que queda prohibido el control de capitales. Sip, a), c), d) y e) no es
un compendio muy sexy. Por lo que todo ese pack se adereza con valores
democráticos. Los valores, al contrario que las leyes o las costumbres, son,
como saben, esas cosas que, según el día, suben o bajan en el mercado de
valores. Aparte de todo lo especificado, la UE es un sistema en el que,
sometido a presión, todo el mundo se vuelve muy loco. Recuerden la aludida
crisis de 2007, cuando se demolió Grecia, en vez de ayudarla. Y recuerden la de
2020, en cuyo punto álgido Francia y Alemania, dos Estados destinados a liderar
la UE, robaron –sic– material sanitario a Estados terceros. Como Luís Candelas.
7- Es imposible no
pensar en que Putin preveía esto. Preveía el carácter lento y asocial de la UE,
y su tendencia a que, sometidos a presión y temperatura, los Estados fuertes de
la UE tiendan a volverse majaras. Preveía la imposibilidad, por mitos políticos,
de que la UE optara por planificar, limitar, regular y repartir –el secreto de
las economías en guerra–. Si es cierto que preveía todo eso, no fue mala
previsión.
8- Han pasado más
de 100 días desde el inicio de la guerra. Y nadie pensaba que a) Ucrania
pudiera resistir tanto a una invasión injusta y arrolladora. O que b) Rusia
pudiera subsistir a las sanciones de guerra. Pero aún nadie ha pensado que c)
la UE pudiera subsistir tanto tiempo sin economía de guerra. Sin apoyo a sus
ciudadanos, sin limitación en el beneficio de empresas energéticas, por
ejemplo. Está por ver quién de a), b), c) es el último en acceder al momento
Bob Esponja de horcas y antorchas, que suele ser, por cierto, el momento final
de las guerras. Está por ver quién de a), b) y c) es el primero en no soportar
el invierno. Fin del inciso.
9- El pacifismo
consiste también en evitar que la guerra –pom-pom– llame a las puertas de los
hogares. El pacifismo también consiste en exigir a la UE medidas sociales ante
la guerra. Una economía de guerra.
10- El Banco
Mundial –otro organismo políticamente esterilizado/neoliberal– ha dibujado la
coyuntura. Entre 2021 y 2024 se prevé el descenso del crecimiento en 2,7
puntos. Más del doble que en el período 1976-79, el gran marrón de la crisis de
1973, cuya violencia hemos heredado/institucionalizado. El BM prevé, además,
estanflación, un concepto económico divertido. Es la suma de paro, inflación y
recesión. Solo hay una cosa peor que la estanflación. La estanflación mientras
suenan a toda leche los grandes hits de BenidormFest. La buena noticia es que
el BM propone cinco medidas que pueden modular la situación.
11- La primera
consiste en limitar, corregir el daño a las personas afectadas por la violencia
directa en Ucrania. La segunda consiste en controlar –limitar, regular, vamos–
el alza del petróleo y de los alimentos. La tercera, aliviar la deuda en países
emergentes y –hola Italia, España, Portugal, Grecia… Francia– emergidos. La
cuarta es contener la covid, que sigue a su bola. La quinta es la transición
energética, que esto también es una crisis climática y de combustibles. Un fin
de época.
12- El punto 11
explica lo que es una economía de guerra. Y el 13, lo que se está haciendo en
la UE en lugar de economía de guerra.
13- Excepción
Ibérica. Esto es, nada. Garantizar los altos ingresos de las empresas. La
Excepción Ibérica, entendida como la extrema izquierda de la Comisión, y a su
vez, su límite, la imposibilidad de regular, de planificar, de paliar, explica
que la Comisión carece de lo que Piketty denominaría una cultura de 200 años,
pero también conocimientos de la cultura del beneficio social. Algo –aún más–
preocupante en guerra. Veamos cómo se extiende, si alguien no hace algo, la
doctrina Excepción Ibérica/nada al resto de la agenda económica.
Es descorazonador
que el BCE haya anunciado que renuncia a comprar deuda del Sur
14- Un Banco
Central solo tiene un objetivo. Controlar la inflación. La inflación es un
exceso de dinero, un exceso de consumo. ¿Lo es? ¿Lo está siendo en este caso
que vivimos? Si uno mira el aumento del crédito en España, por ejemplo –del 2%;
poco; nada–, puede sospechar que no hay un exceso de consumo. Que la inflación,
siendo efectiva –del 8%; mucho–, no responde a un consumo bestia, sino más bien
a la baja de oferta –carburantes, alimentos–. Siendo inflación es OTRA
inflación. Por lo que requiere de otros mecanismos distintos al habitual: que
el BCE, el vigilante de la inflación, saque la recortada y suba el precio del
dinero, ese objeto tan poco determinante en una inflación no generada por el
dinero.
15- Que el BCE suba
el precio del dinero un punto –eso es lo que ha dicho– no es importante. Es
poco. No obstante, es importante que a) esa subida abra, como suele pasar, un
proceso de subidas. También es importante, y mucho, que b) el BCE no sepa leer
esta inflación, que carezca de empatía y que penalice con su incapacidad a la
sociedad.
16- Igualmente, es
descorazonador que el BCE haya anunciado que renuncia a comprar deuda del Sur.
Es decir, que no calculara que ese anuncio sería la señal de salida para que
los especuladores enviaran al garete, como así ha sido, la deuda en el Sur. Es
posible que entre esos especuladores esté el trademark Putin. O, al menos, si
yo fuera Putin, eso es lo que hubiera ordenado a mis amigotes del mundo
mundial. Lo que indica que el BCE no es que no hable de guerra, sino que ni
sabe lo que es. Lo que lo convierte en un objeto peligroso por definición.
17- Esta misma
semana, el BCE ha vuelto a comprar deuda del Sur, salvando a los Estados del
Sur. Y a sus sociedades. Algo que viene haciendo desde la época Draghi. Pero
que intensificó en 2020. Es más, en 2020, con aquel primer simulacro de
economía de guerra que fue la covid, el BCE hizo una cosa inesperada, inusitada
y que supuso la mutualización de la deuda por la puerta de atrás: la compra de
deuda del Sur como un poseso. Dejar de hacer eso en plena guerra es
sorprendente. Único. Algo nunca visto en ninguna guerra, de hecho.
¿Cómo retoma una
economía su normalidad anterior? Históricamente, la retoma acabando con la
normalidad anterior
18- Sí, lo que hace
el BCE –algo con los días contados si pensamos que, ya en 2020, el TC alemán
prohibió que el BCE lo hiciera con dinero alemán– es una suerte de Renta Básica
Universal –tiene guasa– a los Estados del Sur. Algo condenado por la
austeridad, el neoliberalismo local europeo, una ideología sin relación –ni
conocimiento– con la economía, una suerte de lo mejor de los grandes mitos del
integrismo calvinista y católico. Pero que si no se hiciera –en pandemia, y en
guerra–, tendría consecuencias humanas desastrosas. Es la economía de guerra,
amigo. Y sí, con las compras de deuda del BCE, queda colgando la mismísima
existencia del euro, esa moneda insolucionable. Pero quizás esta sea la forma
momentánea menos violenta, incluso económicamente, de ausencia de solución a
una moneda sin solución.
19- Por cierto,
¿cómo finaliza una economía de guerra? ¿Cómo retoma una economía su normalidad
anterior? Históricamente, la retoma acabando con la normalidad anterior. Hay
dos casos paradigmáticos que explican lo que puede pasar. En el caso Estados
Unidos, después de años de gasto descomunal, la economía se solucionó por sí
sola, por puro crecimiento, también descomunal, tras la IIGM, con el que se
pagó la deuda. En el caso RFA, tras años de gasto descomunal, la economía se
solucionó por sí sola, por puro crecimiento, también descomunal, después de la
IIGM. Pero, ojo, condonando previamente la deuda a la RFA.
20- Espero que la Comisión
se ponga las pilas, y descubra que hay guerra, y que ello precisa una
adaptación económica espectacular. Espero que la Comisión sepa que no hacer
nada, seguir con bromas como la Excepción Ibérica, o los chistes de la subida
de interés del BCE, o el de suprimir la compra de deuda, sólo conducen a una
Comisión, a corto-medio plazo, disparando a sus ciudadanos. Literalmente. Esos
psicópatas que no vieron venir la guerra que, desde otra ventanilla, la de la
OTAN, se deseaba ver llegar, igual tampoco ven venir esto.
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