EN REPÚBLICA DOMINICANA: RACISMO ANTIHAITIANO EN UN MUNDO BAJO LA
SUPREMACÍA BLANCA
NARCISO
ISA CONDE
Los grandes medios de comunicación no cesan de estigmatizar al país y al pueblo vecino, y los cuerpos armados en reprimirlos. Permanentemente cuelan la idea de que se trata de seres inferiores que nos invaden y constituyen la principal amenaza a nuestra soberanía, por demás secuestrada y negada por EEUU.
Aquí todo comenzó con la conquista y la colonización española, como en toda Nuestra América. Un proceso plagado de una cruel dominación, incluida una cadena de masacres y genocidios.
En nuestra isla,
denominada originalmente Babeque, Haití o Quisqueya –como en todas las islas
del Caribe- la población originaria fue
exterminada. En el resto de América, diezmada en unos 76 millones, víctimas de
intensas matanzas y crueles maltratos.
Aquí y en todo el Caribe el déficit de mano
esclava, a consecuencia de estos dramáticos resultados, fue suplida con
esclavos negros traídos a la fuerza desde África.
Desde entonces se
enraizó un profundo desprecio a los pueblos originarios y a la población negra
de origen africano y afrodescendientes, basado en una supuesta superioridad de
los dominadores blanco; ideología y comportamiento que se tornó dominante en
los países centrales y periféricos durante las diversas modalidades del sistema
imperante a nivel mundial y sus componentes locales.
Igual aconteció en
Asia y Oceanía.
Los imperios, sus
dependencias y los agentes de su dominación impusieron su cultura racista,
luego también xenofóbica. La impusieron desde la conquista y durante toda la
época colonial y neocolonial, a través de sus respectivos mecanismos
productores de pensamiento, formación y comunicación (periódicos, libros,
bibliotecas, intelectualidad dependiente, escuelas, universidades, centros de
investigación, radio-tv, cadenas, redes, religiones, iglesias…
Durante la larga
hegemonía del sistema imperialista occidental, el racismo -como todas las
discriminaciones- ha sido un acompañante fundamental de la expansión de los
capitales europeos y norteamericanos y de la sobre-explotación capitalista en
general.
Mientras en esta
fase de decadencia de la civilización burguesa occidental y de sus patrones de
dominación, es notoria la intensificación del racismo, junto a una enorme carga
de xenofobia, como recurso destinado a prolongar su agresiva y destructiva
existencia, en tanto el empobrecimiento de la periferia “tercermundista”
potencia los flujos migratorios y sirve de caldo de cultivo al desprecio de
otras civilizaciones y fenotipos humanos fuera del patrón blanco-occidental.
En nuestra isla, en
la colonia de la parte occidental dominada por Francia, se concentró al inicio
de la colonización la mayor cantidad de esclavos negros y los más altos niveles
de esclavitud; y allí se escenificó la primera independencia de Nuestra América
y la primera revolución anti-esclavista del Continente.
La naciente
República de Haití abolió la esclavitud y su dirección revolucionaria, pocos
años después contribuyó a eliminar la esclavitud y a derrotar el colonialismo
español en la parte oriental de la isla, hoy conocida como República
Dominicana.
ORIGEN DEL ODIO
IMPERIAL CONTRA HAITÌ.
Tales epopeyas
generaron en las entrañas de las potencias coloniales (luego potencias capitalistas-imperialistas)
los más drásticos niveles de odio racista y voracidad imperialista contra el
pueblo haitiano y su revolución; odio desde la arrogante supremacía blanca,
permanentemente alimentado por la clase dominante-gobernante dominicana, aun
después de conquistada la independencia formal en 1844 y de derrotada la
posterior anexión a España en 1863 por la revolución restauradora de esa
independencia.
El tirano Trujillo, en su régimen de 31 años
(1930-1961), asumió- siendo mestizo y dictador de un pueblo predominantemente
negro y mestizo- la cultura pro española con una enorme carga de odio racista
contra el pueblo haitiano, al extremo de ordenar la masacre de la población
emigrante haitiana que vivía en las provincias fronterizas, con un saldo de 20
mil muertos a cargo del ejercito dominicano; estimulada la barbarie por una
intelectualidad cultivada en el racismo y la colonialidad.
Su heredero
político, Joaquín Balaguer, que gobernó posteriormente durante 22 años (1966-78
y 1986.1996), le dio continuidad a esa obra perversa; contaminando nuevas
generaciones de militares y policías, partidos políticos, instancias
educativas, iglesias e intelectualidad.
Esa aberración
ideológica perdura todavía, registrándose en los últimos años y sobre todo en
el presente, altísimos niveles que anuncian tragedias impregnadas de intensos y
destructivos niveles de violencia.
UNA RUTA CON OLOR A
TRAGEDIA QUE HAY QUE DETENER.
La policía
nacional, las fuerzas armadas, el sistema educativo, las instancias culturales,
las elites capitalistas y sus fábricas de producción han sido infectada en mayor escala por ese
veneno, el cual se difunde profusa y sistemáticamente con el aval estatal y la
mayor impunidad.
Los partidos
electoralistas compiten a quien es más anti-haitiano y a quien auspicia la
mayor crueldad en el trato a los-as emigrantes haitianos-as y sus
descendientes.
Los grandes medios
de comunicación no cesan de estigmatizar al país y al pueblo vecino, y los
cuerpos armados en reprimirlos. Permanentemente cuelan la idea de que se trata
de seres inferiores que nos invaden y constituyen la principal amenaza a
nuestra soberanía, por demás secuestrada y negada por EEUU.
Sus dueños, las
elites capitalistas y altos funcionarios del Estado ejercen una doble moral: discriminan
con crueldad y hacen del tráfico de haitianos-as y de la sobre-explotación de
mano de obra indocumentada un gran negocio.
Estado y gobierno
han sido asaltados por esa manera de pensar y actuar, cuando no chantajeados
por un seudo-nacionalismo fascistoide.
Una parte
significativa de la sociedad ha sido alienada.
El presidente
actual, Luis Abinader, conservador de tomo y lomo y pro-imperialista
impenitente, exhibe una agresividad anti- haitiana y una sumisión a EEUU que
rompe record.
Llama a intervenir
militarmente a Haití y obvia las consecuencias funestas de las anteriores
invasiones gringas.
Presenta al pueblo
haitiano como invasor y silencia el rol imperialista de EEUU.
Hostiliza y reprime
constantemente la migración haitiana y descendientes de familias haitianas
Y todo esto, junto al machismo patriarcal,
nutre a su vez diversas corrientes neofascistas que ya se mueven con descaro y
exhiben tonos paramilitares y evidente protección de sectores de poder.
Cada vez con más
frecuencia se ejecutan asesinatos de migrantes haitianos, linchamientos y
quemas de las casuchas donde habitan. Los “progroms”, o acciones de “limpiezas
étnicas”, están en gestación.
Mientras… el clima
mundial, cargado de violencia racista, gansterismo capitalistas, neofascismo y
guerras a cargo de la OTAN y de las élites del mundo supuestamente civilizado:
EEUU, Canadá y la vieja y “culta” Europa Occidental… favorece la conformación
de este peligroso ambiente en neo-colonias como República Dominicana.
Valen la alerta y
los esfuerzos por cortar esta ruta trágica.
* Imagen: Famiglie braceros. Este archivo tiene
la licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported
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