CONSTITUCIONALEROS
JOSU AIZPURUA
Los antaño
franquistas, y hoy ¡vaya usted a saber!, han asumido el término
“constitucionalistas” para politiquear, y además de no cumplir la del 78, la
desvirtúan, pues las constituciones fueron siempre para frenar a Reyes, y ellos
ponen a disposición real todo un catálogo de delitos de los que nunca será responsable;
es inviolable a la Ley. ¿Qué quiere ser pederasta? Pues adelante: nunca pagará
por ello.
A los que nos hurtan el constitucionalismo, hemos de denominarnos distinto, pues no queremos ir revueltos con ellos. Seremos “constitucionaleros”, que suena más libertario y popular. Una Constitución para el siglo XXI es nuestro empeño.
Si en el año 2001,
momento adecuado para cambios y con las cosas de comer mejor encajadas, deuda,
Pib, paro, etc., se hubiera abordado el recambio Constitucional, hubiéramos dado
el primer paso para entrar en la modernidad europea vía UE. No se hizo y hoy
nos encontramos al borde del colapso, con deuda y paro inasumibles.
Nunca se llega a
Meta por el camino equivocado.
La Constitución78,
no es “ibérica”; su origen y redacción es más bien germánica y sus remiendos
que la Casta realizó con música de sables, la desvirtuaron, la inutilizaron, y
la sacaron de la tónica democrática europeísta. La vuelta al camino se debió
hacer en el 2001.
Pero como todo en
la Historia de la Castilla-españolista, se hace tarde y mal o no se hace.
La Revolución
Industrial se hizo con el “oro” de América cuyo 80% era Castellano-españolista,
y los 1600 pecios localizados nos hablan, no para sordos fachas, de unas
riquezas inmensas que llegaron a Sevilla en su mayoría. ¿Dónde están? ¿Cómo
Castilla se vació, de gentes y botines?
El silencio
impuesto por La Casta, sus pesebristas, nos impiden por ahora el conocer la
Colonización españolista, aunque ya conocemos su genocidio, pero no la
apropiación de sus botines.
Ese gran salto a la
otra orilla está aún sin dar. Sobre el relato de la Casta y su actualización en
el Regimen78, no es posible el progreso, ni aflorar la verdad.
La mentira
histórica, su blanqueo en el Franquismo del 36 y su ratificación en el neofranquismo
del 78, nos hace caminar travestidos por la Democracia europeísta, y con todos
los puentes a la Verdad volados por seres pestilentes que usan sus cargos para
consolidar el relato fascista de una Nación que nunca existió. La constante que
la sostiene es el interés económico de unas endogámicas familias que confunden
patria con bolsillo.
Los
constitucionaleros tienen un gran trabajo por delante.
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