LA VALLA
JOSU AIZPURUA
No es frontera es
una valla. Pero ante ella mueren niños y jóvenes negros que huyen de la miseria
que el hombre blanco ha colocado en sus naciones. Pescadores desde siempre, han
visto como frente a sus costas, grandes barcos industriales esquilman la pesca
y los dejan inermes, sin su oficio tradicional, sin su forma de vida, rota la
cadena familiar.
Y los más jóvenes y decididos, abandonan su casa y salen hacia Europa, el lugar que creen idílico, y en tránsito dramático, sufren la afrenta del esclavo del siglo XXI, hasta que llegan frente a la costa europea donde los hacina el hombre blanco en un Marruecos que el Sultán Dictador, negro como ellos, pero traidor a su raza, los ha acumulado para su propio beneficio.
Los jóvenes negros
solo piensan en salarios para que los suyos frente a la orilla sin
peces, reciban sus dineros que salve de la miseria y la hambruna a sus familias
que ya no tienen medios de subsistir en este siglo XXI.
Pero el poderoso
hombre blanco, de nuevo los estafó; aquello no es Europa.
Aquello es un trozo
de su tierra africana, robado por la colonización española, que ni la OTAN
defiende, pero que Sánchez y el Sultán, negocian manteniendo la falacia de
“tierra española”. La consecuencia para el negro será el impedimento de su
sueño, de su necesidad, de la supervivencia de sus familias.
Aquello no es
Schengen, sigue siendo áfrica, y quedan atrapados a ambos lados de Ceuta como
mercancía entre los dos tahúres que mantienen la histórica mentira que ellos
hoy han pagado con su vida.
Jóvenes negros
emprendedores, trabajadores de uniforme, se enfrentan en una raya inexistente
para que los oligarcas hispanos sigan negando la colonización africana y
mantengan su mito de Unidad española. ¿Es posible que mentira tal haga
morir a estas gentes por esa idea falsa?
Sánchez ha manchado
el PSOE, el de Iglesias, con una negociación infame y sobre su conciencia caen
hoy los cadáveres de negros y gendarmes, los que sean, y la afrenta de Bermúdez
manteniendo un Carnaval, ignorante de la tragedia vecina.
Bailan en Santa
Cruz; mueren en Ceuta. Algún día; todos llorarán.
La ministra Irene
¿tiene vara sobre las mujeres porteadoras de Ceuta? Nunca la oí decir nada
sobre ello, aunque entiendo que son mujeres negras y africanas. Allí se ejercía
un contrabando tolerado por ambas autoridades que fomentan la inexistente
“raya”, la frontera que permite el contrabando. Yo allí he sentido pena y dolor
ante el espectáculo de mujeres con cargas de animales para trapichear una
miseria, todo ello “controlado” por uniformados.
La colonización es
baldón del pasado, pero en Ceuta y Melilla; es presente. Hay muchos
responsables por ello, los más por su silencio sucursalista, los menos por su
beneficio contrabandista, pero la mayoría por su negativa a pensar, a ver, a
solidarizarse contra la injusticia.
Sahara, Canarias,
Ceuta, Melilla: stop a la Colonización.
¡Que pena sólo
poder escribir contra esa lacra colonial hispana!
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