SIN LA FICCIÓN DE LOS VALORES
La
indiferencia es feroz. Constituye el partido más activo, sin duda el más
poderoso de todos.
Filósofo, poeta, artista, periodista y músico argentino. Pionero en el arte performativo. Se le considera también precursor del minimalismo en América Latina y del land art.
Te arrojan al mundo como a una pequeña momia, cada cual luego sigue su
propio camino y, aunque la tierra se pudra en cosas buenas, la procesión se
abalanza hacia el letrero de salida, y hay tal pánico, tal ansía por salir, que
los indefensos quedan pisoteados en el barro… y no se escuchan sus gritos.
(Texto de mi libro «Morbi Dei», 1985, Ediciones Corregidor)
Descubrir, que nuestras instituciones, nuestra vida cotidiana, nuestros
sistemas de interpretación, están sometidos al imperio de la hipocresía, es
poco más que descubrir que el modelo humanista de la vida en estado natural, es
poco más que un modelo olvidado, hoy un recuerdo escindido, al que la humanidad
le resulta indiferente, pues transita el sendero que lleva a las repúblicas de
los cantantes murmurantes, de los coaches, de los locutores, de las modelos
escorts y ¿por qué no?, el emperador Calígula casi nombra cónsul a su caballo
Incitatus… Estamos viviendo la era de la amabilidad y de la sonrisa impostada,
lo podemos apreciar en el presidente de Argentina, claro ejemplo de un
profesional de la simulación.
Este es el estado artificial y continuo que como paisaje recibimos. Lo que
resultaría aún más ingenuo sería elevar al terreno del deseo justo lo que ya
existe como realidad. Porque aunque el conocimiento implique responsabilidad,
la irresponsabilidad de los sociópatas que rigen en esta tierra, no va a curarnos
del conocimiento, ni de la incapacidad de funcionarios, para asumir
responsabilidades, que hagan precisa su permanencia en acto evidente, de
eliminación de voluntades lúcidas, por indiferencia… pero la máscara del
simulacro impone criterio y la obscenidad instalada, ante la pérdida de una
escena, es irreversible.
La indiferencia casi siempre es mayoritaria y desenfrenada, cuando la
mentira de ninguna verdad se ha instalado. Esta indiferencia, desentendimiento,
falta de observación, fueron obtenidos sin duda mediante estrategias sigilosas,
obstinadas, que introdujeron lentamente sus caballos de Troya y supieron
sustentarse tan bien sobre aquello que propagaban -la falta de vigilancia- que
fueron y siguen siendo imperceptibles, y por ello tanto más eficaces.
La indiferencia es feroz. Constituye el partido más activo, sin duda el más
poderoso de todos.
Para un sistema, la indiferencia general es una victoria mayor que la
adhesión parcial, no se ignora que nos han declarado una guerra los enemigos de
la libertad y la igualdad, son ellos, los neonazis de nuevo cuño, en acto de
instalar el adoctrinamiento, autoritario, represivo sobre los habitantes de la
República Argentina y del mundo.
En verdad, es la indiferencia la que permite la adhesión masiva a ciertos
regímenes, las consecuencias son por todos conocidas. Pero, qué sucedió para
que Argentina se debate nuevamente en esta instancia que tanto le ha cobrado en
tiempo y vida a un pueblo, con buitres de la corporación mafiosa mediática que
hora a hora difaman, mienten y dibujan la realidad distópica, que consideran
apropiado para minimizar el sufrimiento de los indigentes, ante la mirada
turbia y ausente de un gobierno tibio, casi congelado.
Las consignas de las dictaduras también se reciclan, sobre todo porque con
el tiempo estas se fueron legitimando y el reciclaje es integral, aplicándose a
las prácticas de vidas ficcionales de millones de habitantes del mundo.
El terrorismo ya no inquieta: la disidencia tampoco, no puedo dejar de
comentarlo. El intelectual crítico que fue el heraldo de la negatividad y el
escepticismo, se convirtió en el ‘bufón de palacio’ de la disidencia
dramatizada.
En cualquier caso, sería tener sentido del Apocalipsis, que en etimología
hablada nos dice: la «revelación» lo revuelve todo. En la literatura, como en
el arte, eso es el genio, tener el sentido del Apocalipsis. Revelación y
revolución se convierten en sinónimos. Revelación por la revolución y
viceversa, toda poesía es apocalipsis, poco o mucho, pues hiende el mar en
avanzada chorreante de violencia enloquecida de frenesí, de imprudencia, de
generosidad tempestuosa: sí, de generosidad, pues el vendaval del apocalipsis
nos azota con virus letales, pandemias anunciadas en escrituras apócrifas y
palabras de visionarios, jamás escuchadas… desde antes del Diluvio… y la
impaciencia ha devenido cuál aguafiesta, para dejar sin futuro el presente que
no dejó jamás de pretender barrer con la hipocresía pacata de la colonización
de mentes, llevada a cabo por los acopiadores de riquezas, la omnipotencia del
dinero, el egoísmo filoso de los resentidos, los cobardes y traidores, que
pululan por doquier.
En el vasto entramado de discursos de la contemporaneidad, pueden
reconocerse, como paradigmas innegables, los relatos que -desde la ficción-
indagan, preguntan, representan la realidad social mediata e inmediata, coqueta
y vacua de la «canalla» que rinde culto al negocio de la sumisión y la
incontinencia de pueblos sumidos en la ignorancia y el temor, indiferentes a
todo lo que no afecte sus sobrevidas, sin imaginar, la tan ansiada entrada de
los ‘chinos en New York’, Finisterre extremo occidental, el far west definitivo
de una civilización (la nuestra) eminentemente mortal, para quienes no dejan de
fantasear con un final ordenado de ciclo en la pobre historia de occidente, tan
limitada en sus fines.
La historia transita hoy se hace relato fabulado, biografía novelada,
cómic, abandona los enunciados verificables y la remisión a determinados y
específicos hechos, comprobables de manera total y absoluta, ¿o es que alguien
ha muerto?
La resaca sacudió y sacude con menor potencia hoy, las cloacas, máxima de
nuestra civilización, plena de forúnculos que estallan, desagües que revientan,
el torrente de mentira que asquea, aun cuándo su estallido alivia, libera,
venga… y ‘¡los chinos en New York!¡: erupción del Krakatoa, cuyo aliento -según
nos relata la historia por venir- darán siete vueltas y media a la tierra… Pues
lo que se ha perdido o esfumado en este milenio es la tonalidad de los
acontecimientos, el pequeño efecto singular y prodigioso, que hacía de alguno
de ellos una situación paradójica, original, cuando no explosiva, como cuándo
se ha soñado con una república no política, una república de las letras, de los
filósofos, de los sabios: sueños a través de las utopías.
Pero el fardo de los mercados logró cubrir por entero a la humanidad
indiferente, acorralada en su imposibilidad de reaccionar, ante una revolución
que ha acontecido sin que cayeran en la cuenta de ello.
Una revolución drástica, sin teorías declaradas, ni ideologías expresadas, se impuso por hechos consumados, se hizo visible cuándo ya estaba instaurado el nuevo orden mundial globalizado, aplicando una ley de eutanasia novelada.
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